13. Excitación II.

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Los ojos del corazón

Capítulo 13.

—Jazmín Tanner—

Experimentar es una de las tantas cosas que nos pueden gustar cuando somos adolescentes, nos gusta sentir sensaciones nuevas que nos cautiven desde lo más normal hasta lo más loco. Nunca había sentido que mi cuerpo arde en llamas, que mis vellos se ericen, que mi respiración se vuelva pesada y que sienta deseo de romper cualquier regla por alguien.

«Jamás andaría con un hombre casado», fue lo que un día dije mientras reía a carcajadas con mi prima, sin embargo, las cagué. ¿Me arrepiento? No, yo nunca planeé enamorarme del profesor que mis propios papás me impusieron. Jacob se ha ganado todo conmigo y me duele que sea otra con la que pase sus noches y parte de su tiempo.

Siento mi cuerpo arder por los besos de Jacob en algunas partes de mi cuerpo, no había sentido esto antes y me gusta cómo se siente, me gusta cómo sus manos recorren mi cuerpo marcando caminos que me hacen querer más de lo que podemos sentir. Esto es una locura, pero me gusta.

—Jacob… —mi voz se escucha de manera rara, estoy excitada por los roces de su mano en mi sexo.

—No me pidas que me detenga, no puedo —reacciono, sintiendo sus labios en mi oreja—. Prometí no tocarte, pero ya no puedo resistir, quiero hacerte mía, Tanner.

—Estaría fuera de mí si te detuviera, quiero estar contigo y te lo dije en el parqueadero.

—Sabes que después de esto nada será igual, habremos cruzado la línea, Jazmín.

—Lo sé y no me importa, no ahora.

Fue todo lo que necesitaba decir para acortar nuestra distancia y que me besara, lento, suave y con delicadeza, pero esta vez metiendo su lengua en mi boca para encontrar la mía. Sus dientes atrapan mi labio dándole exquisitas mordidas. Sentir la palma de su mano sobre mi piel me hace remover, mi cuerpo tiembla y no es de miedo, es de sentir sensaciones no conocidas que me ponen de esta manera.

Los besos en mi cuello hacen que quiera sentir más de lo que sé que pasará, baja besando mis hombros y a medida que lo hace una de sus manos baja con lentitud por mis piernas y entrepierna. Me gusta cómo me toca y mi cuerpo puede sentir cada minucioso placer que me carcome.

—Jacob Becher—

Pensar que tendría a Jazmín no se me ocurrió en ninguno de mis puntos, pero verla tan rendida ante mis caricias me prende, quiero hacerle hasta lo más ilegal. Bajo mi mano por las piernas de Jazmín. Con total lentitud saco el top por encima de sus brazos dejando ver sus senos, son redondos y lucen con muchas pecas que resaltan bajo la poca luz y su piel pálida.

Me concentro en mirar su pequeño cuerpo, su cuerpo no es perfecto, pero para mí lo es. Está muy delgada y me sigue gustando porque no me enamoré de su belleza física, me enamoré de todos los defectos que tiene.

—¿Qué pasa? —su susurro suena cuando se da cuenta de que no la sigo tocando. Le respondo con un beso y empiezo por tocar sus senos. Con mis dientes pellizco sus pezones erectos ante mis caricias, uno a uno disfruta los besos que dejo en ellos, mis manos los aprieta escuchando gemido tras gemido de su boca. Beso en medio de sus senos y después debajo de ellos. Su olor me gusta y siento como si fuera mi primera vez y no la de ella—. ¡Mmmm! —se estremece cuando dejo una mordida en su bajo abdomen.

Sin lastimarla tomo sus manos y las llevo a mi espalda para que me toque, me excita su contacto con el mío. Siento cuando baja sus frágiles manos hasta el caucho de mi bóxer y lo empieza a rodar para quitármelo, con mi ayuda lo logra.

Los ojos del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora