Los ojos del corazón.
Capítulo 15.
—Jacob Becher—
«Nunca dejes que tus celos vayan más allá que tus sentimientos», fue una frase que me dijo alguna vez uno de mis tutores, siempre me dejaba cegar por mis celos y me convertía en otra persona tan diferente que podía decir muchas cosas sin sentido, aun sabiendo que lastimaban.
Por mucho tiempo controlé mis celos porque no habían motivos para reaccionar de tal manera, pero todo se vino abajo cuando sentí que Jazmín prefería a su amigo por encima de mí, sentía que la iba a perder si la dejaba ir con ese chico y por esa razón empecé hablar cosas que no debía decir sin detenerme un segundo, hasta que el papá de Jazmín apareció haciéndome volver a la realidad. Había desatado una discusión sin sentido que llevó a Jazmín al hospital.
Lloré aferrándome a mis rodillas cuando el doctor nos dijo, «La salud de Jazmín no se encuentra nada bien, les dije que esto pasaría y ella no quiso escucharme, el tiempo que le queda no va ser tan largo, un tratamiento ahora alargaría su vida, pero no la curará. Necesitaba ayuda con tiempo y ella misma se negó aceptarla desde que empezó con todo esto de su enfermedad, Jazmín no tomó la mejor decisión y estas son las consecuencias».
Ese día regresé a casa con el corazón en la mano y por más que quise calmarme no pude y terminé por pedirle el divorcio a Rina, pensé que se negaría, pero ella con una sonrisa triste me dijo, «mereces ser feliz, aunque no sea conmigo». No esperaba que dijera eso, pero sentí un gran alivio y lloré sobre sus brazos por horas desahogándome. Quería tener a mis papás a mi lado para que me dijeran que todo pasaría, sin embargo, fue todo lo contrario.
No acepto que la vida sea tan injusta con personas que no se lo merecen, quise hacer lo posible para que Jazmín recuperara la vista y no pude hacer nada. Tal vez, mis papás no me ayuden, pero aquí me encuentro frente a ellos para pedirles que me ayuden para hacer feliz ha Jazmín todo el tiempo que sea posible.
—¿Qué quieres hablar con nosotros? Espero que hayas recapacitado y no te vayas a divorciar —mi madre se acomoda el labial rojo que casi siempre se aplica mientras habla con su típico tono frío y arrogante.
—No, mamá, tomé una decisión y me voy a separar —dejo salir un largo suspiro y vuelvo hablar—. Quiero que me ayuden para que Jazmín recupere la vista.
—Estás loco, no gastaremos un peso para hacer algo por esa chica que arruinó tu vida —mi padre es el primero en negarse—. No cuentes conmigo.
—Mamá, por favor…
—Podría mover todas mis influencias para que operen a tu amiga en el mejor hospital si te alejas de ella —sonríe con cinismo—. Hago lo que me pidas por esa chica y te olvidas de ella.
—¿Mamá, es en serio? No podría alejarme de ella —los miro—. Vine pensando que por ser mis padres iban a sentir lástima por mí y me ayudarían, pero solo me piden que me aleje de Jazmín.
—Escoge, tu ilusión por esa cegatona o que esa chica recupere la vista y tenga una vida normal.
—No, papá, no es ninguna ilusión como tú le llamas, de verdad necesitaba ayuda de ustedes, pero veo que no contaré con ninguno de los dos —doy la vuelta para irme y me detengo, los miro por encima de mi hombro—. ¿Saben una cosa? El dinero no lo compra todo, los dos muestran ser perfectos lejos de estas cuatro paredes, pero aquí solo son personas vacías que no hacen nada por ayudar a nadie. Jazmín está en un hospital porque tiene Leucemia Linfocítica Crónica y no le queda mucho tiempo, era por eso que quería ayudarla y me rebajé ante ustedes, pero me doy cuenta de que están secos por dentro y no se tocarán el corazón para ayudarme en nada sabiendo que los necesito, que ella necesita de nosotros que hemos tenido todo en bandeja de plata. Pero nunca hemos sido una familia como le hacen creer a todos, que pena tener unos padres como ustedes.
Egoísta, eso es lo que son mis papás que nunca han sacado un peso para ayudar a quien de verdad necesita de ellos. Después de haberles dicho las verdades a mis papás en su cara me vine para el hospital y terminé por cantarle a Jazmín que no ha despertado sin importarme que su papá me sacara como todas las veces que he venido en esta semana después de dar clases.
—Despierta, Jaz, afuera nos espera ese mundo que querías conocer —susurro a través del cristal que nos separa—. Prometo hacerte feliz si despiertas, nada será color de rosa porque en la vida real nada es como queremos, pero estaré a tu lado cada vez que me necesites.
Sigo hablando y cantando en voz baja, aparecen los chicos y el primero en hablar es Miguel.
—Debes irte ya, el señor Thaison acaba de llegar y si te ve aquí se armará un lío.
—Mueve el trasero —Estela me empieza a empujar hasta otro pasillo—. Vete ya, te llamaré si nos dicen algo de Jaz.
—No estoy haciendo nada malo, me quedaré aquí —los dos me miran—. El señor Thaison debe entender que no me alejaré de Jazmín.
—¡Te le follaste a la hija, cabrón! —Gruñe Javier—. Yo también te quisiera matar.
—Los dos quisimos, no la obligué —defiendo.
—Eso lo sabemos, pero lo menos que necesitamos ahora es una discusión entre ustedes —dice Adrián en un tono firme—. Jazmín necesita tranquilidad.
«Mucho sapo».
—Prometo llamarte si despierta Jazmín —Endry me sonríe—. Solo queremos evitar, ¿si?
Ruedo los ojos en señal de frustración.
—Bien, me iré.
Termino por salir del hospital y me voy directo a mi auto, tengo que hacer algo que me permita estar cerca de Jazmín porque dejarla sola en este momento no es justo para ninguno de los dos.
¡Ya sé!
Tomo mi celular y le escribo a Estela.
—Necesito tu ayuda, por favor entra al cuarto donde tienen los uniformes de los enfermeros y sacas uno de mi talla, lo llevas a mi casa esta tarde.
Le doy en enviar y espero su respuesta que llega minutos después.
—Estás loco si piensas que haré algo así. No sé qué locura se te ocurrió, pero olvídala.
Odio cuando se pone en ese plan.
—La mejor locura. Te espero en mi casa con el uniforme… Amiga.
Guardo el celular y no espero su respuesta porque a la final sé que llegará a mi casa, somos amigos y nunca me ha fallado. Solo espero que esta locura salga bien porque terminaré metido en problemas.
—Especial Estela—
Que tu amigo te pida robarse un uniforme no es que sea tan normal, el degenerado de Jacob tiene para comprar uno, pero se le ocurre que esta pendeja se robe uno del hospital, y claro, aquí estoy yo de imbécil hurgando en los uniformes para encontrar uno que se ajuste a su puto culo redondo.
—Mándale un rayo en el culo, padre amado. ¿Cómo me manda a robar? Pero bueno, yo que le hago caso en sus pendejadas —hablo sola mientras sigo sacando uniformes y guardando hasta que encuentro uno completo en la talla de mi amigo—. ¡Lo encontré! ¡Este es!
—¿Robando, señorita? —Una voz gruesa me deja inmóvil. Ya me encontraron robando. Me giro con cuidado para ver si me da tiempo de darle un golpe e irme corriendo y cuando veo a Adrián con una estúpida sonrisa le mando un golpe.
—¡Me asustaste, idiota! —Le lanzo el uniforme—. Por poco me orino aquí mismo.
—¿Qué pretendes con este uniforme de enfermero? —Enarca sus cejas con una sonrisa que siento que me derrite desde que lo vi en casa de Jazmín—. ¿Tienes una rara fantasía sexual con tu novio?
Abro mi boca para responder, pero se escuchan pasos que vienen hasta el cuarto y Adrián cierra la puerta dejándome arrinconada en la pared. Levanto la mirada y sus grandes ojos de color negro ya me están mirando, entiendo que está mal que me sienta atraída por él cuando soy novia de Miguel, pero no puedo evitarlo aun cuando he notado que siente algo por Jazmín.
—Jacob me pidió que se lo llevara —por fin encuentro mi voz y respondo su pregunta de hace unos segundos—. No hay fantasía sexual.
—¿Acaso nunca has tenido una fantasía sexual? —Su sonrisa se hace más grande—. Podría mencionar las mías.
«No es el momento de ser coqueta».
—Deberías dejarme pasar, debo ir a casa de Jacob.
—¿Te llevo? —Se ofrece.
«Obvio sí, devórame si te da la gana».
—Mi novio me llevará.
Mentirosa.
Se hace a un lado dejándome el paso libre y me entrega el uniforme. Planeo salir sin decir nada y su voz me detiene.
—Puedo cumplirte las fantasías sexuales que tengas.
Bueno, eso acaba de hacer que quiera ser infiel, pero no.
—Primero; no me gustan los niños. Segundo; tengo novio, y tercero; lo menos que quiero es limpiarle la caca a un bebé como tú, Adrián.
Esta vez sigo mi camino con más prisa de la que tenía antes, no puedo negar que Adrián es muy atractivo, pero no puedo poner mi relación en peligro porque mis hormonas andan alborotadas.
Debo controlarme.
(….)
—¡Por Dios, Estela! Cómo te amo —Jacob me estruja en sus brazos cuando le entrego el uniforme de enfermero que me mandó a buscar—. Te debo una.
—Me debes la vida, casi me muero del susto cuando Adrián me asustó —lo hago a un lado y esta vez me mira con seriedad—. ¿Qué, tengo algo en la cara a parte de belleza?
—Solo se te ponen las mejillas coloradas cuando tienes pena o cuando un chico te gusta —se me acerca—. ¿Qué pasa con Adrián?
—Nada, deja de hacerte películas —evito su mirada.
—No me digas, pero te recuerdo que tienes novio.
—Lo sé, no tienes que recordármelo.
—Como si no te conociera, Estela.
Decido ignorarlo, lo conozco y puede sacarme la verdad. Nos quedamos hablando y me doy cuenta de que se hará pasar por enfermero para no tener problemas al entrar al hospital.
Es chistoso ver todo lo que hace para ver a Jazmín, no sé de dónde sacó un carnet con su nombre, pero el muy puto está listo para ir al hospital como si nada estuviera pasando. Está loco.
—Nota—
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Los ojos del corazón
Teen FictionNunca un amor te va doler tanto como ese que te muestra un mundo el cual desconoces y se va dejando un gran vacío en tu alma, nunca te va doler tanto saber que ese amor que te dio fuerzas de seguir ya no estará a tu lado y que sólo lo verás con...lo...