Escuchaste el característico sonido del adolescente al transportarse en la cocina, volteando un poco y observar de reojo como se acomodaba en una silla ubicada detrás tuyo, mientras te movías de forma gracias por aquella cocina, buscando las cosas necesarias para su deseado café.
—Cariño—llamaste al escuchar un ligero suspiro de su parte—No me presiones, ya está tu taza lista.
—Oh, no era por desespero,__________.—confesó—Es solo que estaba dudando un poco.
Giraste confundida hacía él, sosteniendo tu propia taza humeante.
—¿De qué hablas?—preguntaste mientras tomabas asiento justo al lado suyo, conectando tus ojos con los verdes del contrario.
—Sobre lo que me fascina más—suspiró con gracia al ver como tu gesto de confusión se convertía en una más presente—Me refiero a mi amargo café o mi dulce novia.
Aquellas palabras hicieron que tus mejillas se ruborizaran, pero le regalabas una sonrisa un poco coqueta y altanera. Alzando un poco tu mentón en gesto de superioridad, acariciaste su mano de forma ligera.
—Eres encantador, cariño. Sin duda sabes como amarte un poco más con el pasar de los días—comentaste mientras te ponías de pie y quedabas justo en medio del azabache, mientras que él dejaba a un lado su preciada bebida, te sostuvo de las caderas acercándote por completo.
—Demuéstralo—susurró sobre tus labios, formando aquella característica sonrisa que lograba que tus piernas temblaran.
Ambos estaban a punto de juntar sus labios, hasta que un sonido proveniente del resto de la familia de tu pareja, provocó que te separaras de forma abrupta de él, generando que bufara con fastidio.
Dirigió una mirada de molestia hacía los espectadores, logrando que algunos sonrieran de forma avergonzada y otros, simplemente les daba igual.
—Vaya, hermano. No pierdes el tiempo—exclamó el ruloso mientras silbaba de forma divertida—Pero no puedo culparte, chica, estás que ardes.
Soltaste una risa burlona, pues Klaus era tu cuñado favorito, así que era normal entre ustedes esos comentarios sugerentes.
Algo que a Cinco no le agradaba demasiado.
—Con una mierda, Klaus. Cierra la boca—bramó el menor tomándote de la mano y arrastrándote a la salida, ignorando a sus hermanos y chocando su hombro con el cuerpo del mencionado.
—Oye, ___________. No olviden cuidarse—fue lo último que escucharon antes del gran estruendo que provoco la puerta al ser cerrada con fuerza.
Cinco respiraba agitado, realmente se veía molesto. No sabías si era por la escena anterior o por no haber podido tomar su café a gusto.
—Ya, amor—acariciaste su espalda de forma suave, logrando que poco a poco se calmara y respirara con normalidad.
—Tienes razón, solo que me exasperan, es todo—te besó suavemente mientras tomaba firmemente tus caderas.
El beso empezó a ser más apasionado y largo del que ambos tenían planeado, pero ninguno tenía la idea de parar. Hasta que la falta de aire los obligó hacerlo.
—Sabes—dijiste con la voz agitada—Tu hermano puede tener razón—sonreíste coqueta ante aquella sugerencia, siendo correspondida por parte del menor.
Jugó un poco con su corbata mientras se acercaba alejaba de ti, recorriendo tu cuerpo con su devoradora mirada. Retirándola para proceder a colocarla entre tus manos, acercó sus labios a tu oído y mordió levemente tu lóbulo, haciendo que jadearas.
𝑬𝒏 𝒅𝒆𝒇𝒊𝒏𝒊𝒕𝒊𝒗𝒂, 𝒎𝒆 𝒇𝒂𝒔𝒄𝒊𝒏𝒂𝒔 𝒎á𝒔 𝒒𝒖𝒆 𝒆𝒍 𝒄𝒂𝒇é.
ღ
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.