Observaste desde la entrada de la puerta de la habitación como el azabache se encontraba con el rostro entre sus manos y su cuerpo parecía tener ligeros espasmos, tu corazón se detuvo cuando escuchaste un sollozo proveniente del chico.
Estaba llorando
—Oh, mi amor—dijiste mientras te hincabas a su lado, posando una de tus manos en sus piernas, con la esperanza de que pudiera mirarte y hablar de lo que ocurrió.
—No puedo—sollozó aún más fuerte retirando su pierna de tu mano, él evitaba tu toque—Ya no puedo.
Te pusiste de pie para analizar la pantalla que se encontraba frente ambos, sorprendiéndote al leer los comentarios horribles que le brindaban al adolescente, algunos se referían a ti de igual forma, incluso peor.
¿Cómo esa gente de mierda no podía tocarse el corazón mientras escribía ese tipo de cosas?
—Basta, Aidan—hablaste con un tono de voz serio y demandante, haciendo que se tensara visiblemente—Escucha, amor. Esto es más que "no le hagas caso". Siempre recibirás comentarios así en tu vida, siempre existirán personas a los que no les gustarán tus acciones, ¿entiendes?
Tus palabras se incrustaban dentro del azabache como una apuñalada en su corazón, pero sabía que tenías razón. Poco a poco sus manos descubrían su rostro, haciendo que sus ojos se posaran en los tuyos.
Sus hermosos ojos esmeralda se encontraban adornados por un color carmesí a su alrededor, algunas lágrimas traicioneras que descendían por sus mejillas. Querías llorar con él, pero tenías que ser fuerte, no podías quebrarte.
—Cariño—mencionaste con voz dulce y pacífica—Sé que no será el único día que llorarás por esto o pensarás que ellos tienen razón, pero debes saber que no es verdad.
Intentó cortar el contacto visual, pero tus manos en sus mejillas lo obligaron a desistir de su acción.
—Es tan difícil verte de esta manera, Aidan—acariciaste con los pulgares sus mejillas retirando sus lágrimas, mejorando su aspecto—Si pudieras verte como lo hago yo, jamás tendrías esos pensamientos.
El pequeño te brindó una ligera sonrisa, haciendo que te emocionaras y siguieras insistiendo, querías con desespero que tu novio dejara de repetir todas esas palabras en su mente.
—Tu extrema belleza solo fue un plus, mi amor. Tu inteligencia, sensibilidad, humildad y sentido del humor solo fueron unas de las tantas cosas que lograron que me tuvieras en tus manos, Aidan—esta vez, él te brindó una sonrisa sincera, mientras que el brillo de sus ojos regresaba.
—Todas y cada una de tus imperfecciones, son las que te hacen único. No me vas a separar de ti nunca, amor mío, así que debes de aceptar el hecho de que tendrás que refugiarte en mí cuando estés mal—lo besaste—Te amo.
—Te amo—a pesar del tono entrecortado, sabías que era totalmente sincero
Apagaste el aparato infernal para proceder a entrelazar sus manos, guiándolo fuera de su habitación para poder ver una película en los brazos del otro, como lo hacían todos los días.
El azabache tenía recargada su cabeza en tu pecho, escuchando el latir tranquilo de tu corazón mientras era ajeno a la película, así que cerró los ojos recordando el momento que te conoció, su primera cita y la primera vez que se entregaron en cuerpo y alma. Sonrió para sí mismo, dejándose abrazar por los brazos de Morfeo.
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𝑬𝒓𝒆𝒔 𝒎𝒊 ú𝒏𝒊𝒄𝒐 𝒓𝒆𝒇𝒖𝒈𝒊𝒐, 𝒂𝒎𝒐𝒓 𝒅𝒆 𝒎𝒊 𝒗𝒊𝒅𝒂.
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