Después del Arte

Sentirse en confianza

A Blake le gusta sentir que puede ver más allá de lo que normalmente uno sabe. Eso aplica en sus amigos, mayormente. Así que, cuando Avery llega tarde a casa, una alarma se enciende dentro suyo, y sin querer, actúa de una forma muy protectora. Prácticamente, como si de un padre se tratase. Sin embargo, no es solamente él, a menudo termina encontrándose con Enzo, sentado en el sofá principal.

Esa noche no hace la diferencia. Encuentra a su amigo leyendo, como frecuenta hacer, a las dos de la madrugada, por la segunda salida seguida de Avery. 

—Blakey.

—Enzo.

—Estoy pensando seriamente en poner llave a la habitación de Avery para que no pueda salir de su habitación —dice, finalmente Blake termina por tomar asiento y asentir de acuerdo a su amigo. Ambos se brindan una suave sonrisa—. Mis horarios de sueño se ven estropeados.

—Agradece que te acompaño en el desvelo. La última vez, cuando estabas en casa de tus padres, Alessandro me acompañó a esperar, pero no hacía más que quejarse sobre el daño que le haría la desvela a su cutis. Por favor, me estaba mortificando. Yo pensaba si tirarme de la ventana, enterrarme dos cuchillos en los oídos o simplemente ahorcarlo hasta que las venas le explotaran, pero luego, si manchaba mi camisa de sangre era una molestia.

Fiorenzo cierra el libro y asiente, de acuerdo en la parte de lo molesto que podría ser lavar la sangre de alguien. 

—Me preocupa Avery cada vez que sale. Llega siempre tan cansado y no quiere hablar con nadie. Algunas veces, me planteo la posibilidad de seguirlo.

—También yo.

Cuando Enzo y Blake se encuentran a solas sienten que hablan más de lo habitual. Es algo que no pueden controlar y es porque ambos suelen ser algo silenciosos y poco agradables, entonces, al sentirse identificados en personalidad, pueden expresarse más de lo normal al mantenerse juntos, siempre en privado. 

La puerta suena, interrumpiendo el recién encuentro entre ambos amigos. De la puerta, sale una alta figura. El olor a oleo llega en un momento de golpe y a Blake le gusta bastante como se mezcla perfectamente con el perfume de Enzo, pareciendo una combinación bastante caótica. Ambos hombres observan al recién llegado, su sombra se proyecta bastante bien y, desde ahí, sus piernas parecen infinitas.

Valentino pasa una mano por su cuello.

—Bienvenido a casa, Valentino —dice Blake. El recién llegado parece no sorprenderse por el par que espera, más no tarda en asentir.

—Gracias.

—¿Normalmente llega a esta hora a casa? —cuestiona Blake y Valentino bosteza un poco, su mirada se dirige hacia Enzo, quien parece encontrar más entretenida la forma de la puerta que a Valentino.

—Pensé que era uno de los miembros silencioso y que no querías que me relacionara contigo —sonríe el moreno. Blake se encoge de hombros y en un movimiento suave, una mancha negra resalta, escondida bajo la seda, pero perceptible para el ojo del pintor.

—Es que cuando se me mete en gana hablar lo hago y te aguantas o te metes un dedo en el culo para que cierres la boca —responde, Valentino ríe un poco y Blake simplemente asiente ante sus palabras tan sabias.

—Normalmente llego a esta hora, correcto. Lo bueno es que a ti te debe de importar poco.

—No —suspira Blake y Valetino no borra la sonrisa de su rostro, preparado para lo que vaya a decir el chico. Realmente le fascinaban las personas así—. De hecho, no solo a mi me importa poco, sino que Enzo se pasa tu hora de llegada por el culo.