La flor blanca

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En dirección a mi barca encuentro una flor blanca que descansa en el puerto llena de inquietudes, tristezas y virtudes.

La observo mientras los ruiseñores adornan sus contradictorios y suaves pétalos, esta tan llena de ternura que a veces el tiempo rencoroso le tiene envidia y la confunde.
La tomo delicadamente y la blanca flor se regocija en mí, siento lo bella que es, pero también sé que sus pensamientos van en dirección contraria a los míos.

No se cansa de soñar, su sonrisa tan escandalosa y penetrante, capaz de romper la dimensión de la vida y muerte, hace alterar la tranquilidad de mi humanidad de forma adecuada y encantadora.

Ha de descansar en mis manos las noches en la que su presencia era fiel e inagotable, mis sentimientos reguardan con gratitud su amor profesado en ocasiones donde la consciencia deambulaba del amor al olvido.

Inefable la palabra que decora su voz al exhibir su conocimiento, es también la que define sus pensamientos, tan especial que en sus ojos lleno de brillo descansa Fredo y las estrellas.

Para Morir Existen MujeresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora