Una Vida de Fugitiva

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Las calles de Montreal eran muy ruidosas por la mañana. Mucha gente caminaba y hablaba, mientras los autos y las bocinas no paraban de hacer ruido.

El pelo de la Wanda le cubría toda la cara cuando su el despertador sonó. Con mucha facilidad, ella se levantó de su cama y se dirigió al baño.

Al encender la luz, la muchacha se vio la cara en el espejo y se la mojó. Después levantó la vista y observó su cabellera y comprobó que su cabello estaba empezando a volverse marrón en las raíces. Desde que había abandonado el complejo de los Vengadores, Wanda había tenido que teñirse el pelo, ya que podía ser reconocida. A recomendación de Natasha, Wanda ahora lucía una cabellera pelirroja.

- Debo comprar tintura - se dijo a sí misma.

Se dirigió a su habitación y sacó de su valija un cárdigan oscuro y largo, una blusa, unas botas y un pantalón oscuro. Agarró todo y se dirigió al pequeño escritorio que había al lado de la cocina. Allí estaba su celular cargándose, una caja con dijes, collares y anillos y otra caja pequeña con fotos de su familia fallecida.

Comprobó en su celular que no tenía ni mensajes ni llamadas de Steve Rogers, ni de Sam ni de Natasha. Eso le preocupó bastante porque llevaba ya tres semanas sin recibir nada de ellos.

Aunque, por el contrario, sí recibía mensajes de Clint. Desde que habían dejado La Balsa, hacía casi tres meses (se cumplirían los tres al día siguiente), Barton le escribía muy seguido para saber cómo se encontraba. Él y Scott habían aceptado un acuerdo de tener prisión domiciliaria al menos por dos años, por lo que no podían salir de sus casas.

Durante esos tres meses, había vivido sola en diferentes departamentos. Cuando algún vecino o el dueño del lugar reconocía que era la fugitiva Wanda Maximoff, automáticamente llamaban a la policía y ella tenía que correr con su valija del lugar.

El lado positivo de eso era que Visión la había visitado al menos una vez por semana desde que lo había visto en el complejo. Este venía con su forma de humano y se quedaba al menos un día entero en el departamento donde Wanda viviera. Pasaban las tardes en algún café o restaurant, caminaban por el centro en la noche y dormían juntos en la habitación, hasta el siguiente día en el cual Visión tomaba su tren y volvía a Nueva York.

Ese día Wanda estaba emocionada porque vería a Visión a las nueve de la mañana en la estación de trenes y pasaría el día allí. La chica se había levantado dos horas antes y se había bañado antes de salir.

Cuando terminó de bañarse, Wanda se vistió con lo que había sacado de su valija, se pintó sus uñas y se dirigió a la puerta. Antes de salir, se colocó un gorro que le tapaba todo el pelo y unos lentes de sol oscuros. Debía ocultarse lo mayor posible.

Al salir, se topó con la señora Campbell. Esa mujer era una anciana dueña de ese pequeño edificio donde estaba el departamento de Wanda. Ella sabía que Wanda era de los Vengadores y estaba huyendo del gobierno, pero al contrario de muchas personas, la anciana estaba en contra de los Acuerdos de Sokovia.

- Hola, querida - dijo la mujer. - Qué linda te ves hoy.

- Buenos días, señora Bell. Muchas gracias - contestó Wanda con una sonrisa. Ese departamento era en el que más tiempo ella había vivido sin correr de la policía.

- Traje tu ropa limpia. Te la dejaré en tu cama - dijo cortésmente la mujer, mostrando un canasto que llevaba sosteniendo con sus dos manos.

- No hay problema, señora Bell. Lo llevaré yo, no se preocupe...

- No, para nada - dijo la señora Campbell. - Me has comentado que hoy viene tu enamorado así que no debes perder tiempo. Ve ahora.

Wanda le sonrió con dulzura y se despidió de ella. Bajó las escaleras y abrió la puerta del pequeño hall. El día estaba nublado y algo gris. Wanda levantó su mano y llamó a un taxi.

La Historia de Wanda MaximoffDonde viven las historias. Descúbrelo ahora