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| Recaída |


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—Bien Lisa, tú puedes, eres fuerte, jamás te has rendido, ni siquiera cuando tú conejo murió — me dí ánimos, mientras me miraba en el espejo.

Hoy era la primera terapia, y realmente estaba que me moría de nervios, estaba tratando de disiparlos un poco, ya que no quería volver a salir corriendo como aquella vez, cuando iba con Yoongi y HoSeok.

Yoongi. Pensé que me iba a perdonar y que tal vez entendería que estaba en un mal momento para haberle dicho aquello, pero al parecer esto va serio. Una pequeño porcentaje vivía en mi al creer que iba estar temprano en casa, jodiendome para que me levantará o sino, para sólo hacerme pasar un mal rato...pero ese porcentaje se desechó al ver que ni siquiera había puesto un pie en casa desde ayer. Y me sentía culpable por ello.

—Cariño, el señor Lee está listo — mamá entra a mi habitación, avisando sobre mi transporte.

—De acuerdo, ya bajo — dije. Me miró nuevamente en el espejo, acomodo mi fleco y miró mi coleta al estilo rebelde y sonrió, dándome ánimos.

Hoy decidí ponerle un pantalón negro con las rodillas rotas, una camisa de manga larga tejida y unos tenis blancos. Y sin perder el estiló, unos lentes transparentes y algo  intelectuales.

Suspiré por última vez y me giré, tomé mi bolso que se encontraba en la orilla de mi cama y salí de mi habitación.

Bajé las escaleras, me despedí de mamá, ella me deseo las mejores de las suertes y apoyo, para después dejarme ir con el señor Lee, a quien le entregué la dirección del consultorio de Jisoo.

El señor Lee manejo tranquilamente, sin prisas y sin estar estresado ni nada por el estilo, mientras yo miraba las calles y algunos autobuses pasar a lado de el auto. Suspiré.

El señor Lee se detuvo en la orilla de la vereda, miré dónde nos habíamos detenido, ¿Tan rápido llegamos? Vaya. Cerré los ojos y junte mucha valentía, los abrí, tomé mi bolso y me baje del auto. Cerré la puerta y me dirigí hacia el señor Lee.

—Gracias por traerme, yo me iré por mi propia cuenta, gracias una vez más y nos vemos en casa — él asíntio.

—Se va con cuidado, señorita — dijo.

—Gracias, y ustedes maneja con precaución — él asíntio sonriendo, le hice un ademán con la mano y arranco, marchandose. Yo por mi parte, me giré sobre mis talones y miré el nombre que tenía aquel local.

»100 days ✔️ [ Yoonlice ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora