●CAPÍTULO DÍEZ.

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Maratón 04/10

Aspire el aire de Buenos Aires, siempre me di cuenta que los lugares tienen olores distintos, Baires tenía un aire húmedo, pesado, muy de cuidad.

Pare un taxi y el chófer me ayudo a subir mis valijas, llame a Griselda.

- Hola Gri- Salude a la mujer que estuvo en casi toda mi adolescencia, estaba muy nerviosa y ansiosa de volver a verla.

- Linda ¿Llegaste?- pregunto en un tono bajo, supuse que había alguien más con ella y estaba evitando que escuche.

- Si, ya me subí al taxi, estoy yendo para su casa- dije emocionada, me susurro un "te espero" y corto. Creo que ella estaba más emocionada que yo.

Tuve un viaje largo en Taxi y sabia que el tachero me va a cobrar una fortuna, pero era la única forma de ir.

El auto se estaciono al frente de aquella casa que ya conocia, pero estaba cambiada, estaban construyendo una casa. Sabia que esa iba a ser la casa de Tiago y su mamá. Su abuelo le había dado esa parte del terreno.

De pronto, una mujer con un rodete, casi de mi altura un poco más baja, con una sonrisa inmensa venía corriendo hacia mí. Yo solté mis cosas y corrí hacia ella.

- Hijita- dijo cuando nos fundimos en un abrazo muy apretado. Creo que ya me encontraba llorando, la había extrañado tanto, ella era mi segunda mamá.

- Griselda, la extrañe mucho- dije mientras sollozaba, no quería soltarla más, no quería alejarme de ella nunca más.

Nos separamos y me agarró la cara, me miró cada detalle, como si inspreccionara o buscara algo.

- Estas hermosa, estas tan grande mi niña- dijo mientras me dejaba un beso en la mejilla. Yo sonrei, siempre fue así de amorosa conmigo, siempre tuvimos mucha confianza también.

Me ayudo con mis cosas e ingresamos a su casa, lo primero que vi fue una tele y una mesa, un poco más allá habían dos camas, supongo que ahí dormían Ella y Ambar, giré un poco mi cabeza y había una cortina, supuse que ahí dormia Tiago.

Espere encontrarme a los chicos pero no había nadie. Un poco confundida pero aliviada la mire.

- ¿Ambar y Tiago?- Pregunte curiosa, sabia que ya tendrían que estar acá eran cerca de las 18 horas, por lo menos Ambar que era más chica.

- Los mandé a comprar algo para que cenemos y postre- río mientras sacaba la pava y un mate.-Estaban sorprendidos porque casi nunca compramos postre, pero es una ocasión especial- dijo mientras ponia la pava en la ornalla.

- No hacia falta, aparte ahora me va a tener siempre cerca, no me voy a ir jamás- dije sonriendo, me dijo que había un departamento a unas pocas cuadras de acá, en estos días íbamos a ir a verlo juntas.

- ¿Tiago no sabe nada?- pregunte mientras jugaba con una llave que estaba encima de la mesa, ella negó con la cabeza. - ¿No cree que se puede enojar porque yo esté acá?- pregunte mientras recibía el mate que me estaba dando.

- No se como se lo va a tomar, el piensa que vos lo dejaste solo porque querías- dijo mientras acomodaba la pava encima de un plato para no quemar el mantel.

- Pero no fue asi- dije seria, él no sabe nada y no tiene derecho a enojarse, la pasé muy mal el primer año en Bariloche.

De repente, escucho la voz de una niña, veo una cabellera pintada a la mitad rojo y la otra negra ingresar a la casa. Ella frenó de golpe y me miró fijamente, hasta que sonrió y corrió hacia mi.

- Lex sos vos- dijo mientras se colgaba de mi cuello, era más bajita que yo así que la abracé, y ella enrolló sus piernas en mi cintura.- Te extrañe mucho-.

- Si soy yo- reí mientras la dejaba en el piso, la miré de pies a cabeza, es igual a Tiago, estaba tan grande toda una adolescente.- yo también te extrañe mucho- dije volviéndola a abrazar.

Levante mi mirada y me encontré con esos ojos oscuros, mirándome fijamente.

- Tiago...-.

ojitos tristes - Tiago pzkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora