Capítulo 2

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*Si veis que no público un sábado, lo haría el domingo, ya que no me habría dado tiempo a terminarlo por las clases, pero habría un día o otro, no os preocupéis (lo que lo termino de escribir con prisas)*

* Imagen de Jasper Weber *

Mi labio partido, un corte en la ceja y dos hematomas en el ojo izquierdo y en el mentón me hizo cerrar los ojos por unos segundos y volverlos abrir, pero mi rostro seguía igual de magullado. Repasé cada golpe, cada corte y raspón, pero no recordaba quiénes me habían pegado una paliza o el motivo.

Cuando fui a llevarme una mano a la herida de mi sien, las esposas me lo impidieron; me las quedé mirando durante unos segundos. Tres toques en la puerta del baño me hizo abrirla, viendo a Dagger esta vez con el uniforme correspondiente. Me hizo un gesto con la cabeza, antes de comenzar a andar.

Pasamos por unas mesas, donde uno de los agentes le ofreció una carpeta marrón con lo que parecía un informe, aunque tan sólo había un par de frases escritas. Según andaba frente a mi, iba leyendo el papel, hasta que paró frente a una puerta blanca. La abrió sin llamar y entró, dejando ver a Jasper sentado tras una mesa negra, a juego con la silla; lo miró con el ceño fruncido, pero tan solo suspiró con pesadez aceptando la carpeta que le entregaba, antes de abrirla me miró y apuntó a una de las sillas frente a su mesa.

- Puedes sentarte, no hace falta que te quedes en la puerta esperando - Asentí levemente antes de cerrarla y dirigirme hacia la silla.

- Gracias, Señor... - Susurré.

Después de eso, los tres nos quedamos en completo silencio mientras Jasper leía el papel que le acababan de entregar, mientras que Dagger estaba a un lado con su móvil. Empecé a juguetear con las esposas mientras repasaba con la mirada la habitación, aunque no había gran cosa, emblemas, banderas, fotografía de oficiales de alto cargo, el escudo en grande del FBI...

Cuando sentí al cabo de unos segundos que me miraban, centré la mía en el superior frente a mí.

- ¿Sucede algo, Señor? - Pregunté al ver que no hablaba.

- ¿Sigues sin recordar nada? - Negué con la cabeza - Bien, ahora vuelvo... - Dijo antes de incorporarse, tomar la carpeta y salir de la habitación junto a Dagger.

Me levanté de un salto al ver que me dejaban sola, pero al escuchar algo metálico caer al suelo bajé la mirada a mis pies, haciendo que mi corazón se acelerara. 

¿Cómo he sido capaz de quitarme las esposas? 

Miré mis muñecas magulladas y volví a las esposas que se encontraban cerradas en el suelo, no llevaba nada en las manos para poder abrirlas, pero igualmente había podido quitármelas sin esfuerzo y sin darme cuenta. Me pasé una mano por mi pelo castaño y empecé a andar de un lado a otro intentando averiguar qué estaba pasando, pero estaba tan perdida como los de mi alrededor. Me forcé a recordar, cualquier cosa, pero el dolor de cabeza se intensificó hasta que no aguanté más y caí de rodillas con ambas manos en las sienes, y aunque me estaba haciendo daño por el golpe del culatazo, apreté.

"Nadie te hará más daño..."

Esa frase se repetía una y otra vez en mi cabeza, pero no sabía quién la había dicho o porqué. ¿Quienes no me harán más daño? ¿El que me dio una paliza? ¿Quién llegó a prometerme eso?

Apoyé la frente en el frío suelo y dejé caer un par de lágrimas, me sentía tan perdida y confundida que no sabía sobrellevarlo correctamente. El dolor no cesaba, junto a los intentos de recordar algo, pero todo en mi cabeza era un rompecabezas que no comprendía. Me levanté como pude y cerré los ojos, echando la cabeza ligeramente hacia atrás.

Tu nombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora