Capítulo 1

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* Imagen de "¿?" *

"Nadie te hará más daño..."

Dos disparos resonaron en mis oídos, haciendo que abriera los ojos de golpe y me incorporara con una mano en el pecho. Mi respiración estaba muy acelerada, casi tanto como mi corazón, pero enseguida supe controlarlo y me concentré en revisar mi alrededor con cautela.

¿Qué hago en un hospital?

Bajé de la cama sin apartar la mirada de la puerta que se encontraba de frente; se escuchaban pasos y voces al otro lado, lo que me hizo fruncir levemente el ceño. Al pisar el frío suelo, noté un dolor punzante en la gran mayoría de mi cuerpo, lo que me hizo comprobar mis piernas y brazos; estaban llenos de hematomas. Cuando iba a quitarme la bata de hospital, alguien abrió la puerta, quedándonos ambos mirándonos con seriedad. Era un hombre de mediana edad, tenía un uniforme negro, con el chaleco reglamentario con la palabra "Police" por ambos lados, pero eso no me tranquilizó en absoluto. Al notar que se acercaba retrocedí hasta quedar acorralada en una de las esquinas de la blanca habitación.

- Aléjase... - Pedí con un hilo de voz.

¿Por qué tenía miedo de un policía?

- Necesito hablar con usted antes - Dijo con la voz calmada.

La puerta se abrió de golpe, viendo a sus compañeros entrar en la habitación. Sin pensarlo con cautela, tomé el arma del primer policía, le quité el seguro y apunté al hombre en la nuca, haciendo que el resto de los presentes sacara sus armas reglamentarias y me apuntaran.

- Arrodíllate - Ordené posando mi mano libre en su hombro.

¿Me había vuelto loca? ¿Por qué estaba haciendo esto?

El hombre se arrodilló con las manos detrás de la cabeza, pudiendo colocar el cañón de la pistola en su sien. No tenía ni idea de por qué estaba haciendo esto, pero sentí la necesidad de hacerlo. Un hombre atravesó a los policías y quedó al frente, y aunque parecía desarmado, sabía que no era así.

- Ordena que bajen las armas - Le pedí, haciendo que frunciera levemente el ceño; se notaba a simple vista que era el superior a cargo. Hizo un ademán con la mano y acto seguido bajaron las armas.

¿Y ahora qué?

Ahora es cuando me pegan un tiro por poner la vida de un oficial en peligro sin razón alguna.

- ¿Por qué estoy aquí? - Me atreví a preguntar con la esperanza de resolver mi duda principal.

- Te encontramos en un descampado en mal estado - Me explicó - Alguien te abandonó allí después de pegarte una paliza.

- No me acuerdo... - Susurré frunciendo levemente el ceño.

- Intentaremos solucionar lo que pasó, pero primero suelte a mi agente. Después, hablaremos tranquilamente - Miré al hombre de rodillas frente a mí y cuando fui a bajar el arma, con intención de dejarlo.

Se incorporó bruscamente e intentó quitármela, pero lo tomé del brazo y lo reduje en el suelo, quedando boca abajo. Volví a apuntarlo a la cabeza, pero al darme cuenta de lo que había hecho, me alejé un par de pasos y solté el arma, haciendo que cayera al suelo. Me alejé de ellos, hasta quedar en la otra esquina y los miré, sus rostros reflejaban desconcierto, aunque yo misma estaba en su estado.

Acababa de tumbar a un hombre que me sacaba casi dos cabezas y pesaba el triple que yo...

- ¿Podría hablar a solas con usted? - Pregunté al dirigente casi en un susurro.

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