Sin pistas.

4 2 0
                                    

Jackson y Sara se montaron en su vehículo, habían hablado con multitud de bares, pub y gasolineras de las carreteras, cercanas a las personas desaparecidas, hoy les tocaba pasar por todos los hostales de los distintos estados. Sara estaba terminando su café, mientras leía mentalmente el nombre del cartel del hostal, en el estaba escrito;
LAS AMAPOLAS.
Al llegar los policías vieron en recepción a una joven de unos treinta y pocos años, pintándose las uñas,

–Buenas tardes, agente Jackson Mac y Sara García —dijo jackson mostrando su placa.
—Buenas tardes, agente.¿En qué puedo ayudarles? –
dijo la mujer guardando el pintauñas y echándose aire en los dedos para que se secara rápido.
–Queríamos saber ¿si ha observado comportamientos extraños de sus clientes estos últimos meses?, sobre todo de camioneros —preguntó Sara.
—La verdad es que no, todos se alojan para descansar de largos viajes, algunos salen a tomar algo o a estar con chicas, ya sabe, pero se comportan muy bien, nunca he tenido problemas con ninguno —contestó mirando sus uñas.
—Sería tan amable de decirnos si¿ ha visto a esta chica por aquí? —preguntó Jackson mostrando la foto de Nora Sanders.
—Lo siento, no la he visto en mi vida, excepto en las noticias y en los carteles de los árboles —dijo la mujer.
–Muchas gracias si ve algo extraño, avísenos enseguida —respondió Sara depositando su tarjeta encima del mostrador.
–Sí claro, estaré pendiente agentes, que tengan un buen día –dijo la mujer guardando la tarjeta.

Ambos se montaron en el coche, buscando en el mapa los distintos hostales que le quedaban. Jackson le dio un manotazo al vaso desechable que aún contenía café y lo derramó encima del mapa.

–Joder –dijo mirando el mapa.
–¿Por qué los hombres sois tan patosos?, ahora tendremos que ir a por otro a la comisaría –se quejó Sara.
–Limpie el coche hace tres días–dijo cogiendo clinex y limpiando el asiento.

Sara se puso en marcha y éste abrió la ventanilla y tiró el vaso a la carretera.
Cuando llegaron a la comisaría era tarde y decidieron que el tiempo que les quedaba de trabajo, trabajarian en el despacho.
En la pared tenían un cuadrante con chinchetas que sujetaban las fotografías de todos los desaparecidos y sus nombres debajo de cada uno. Al lado tenía los nombres de las empresas de transporte y mercancías.
Sara se sentó en su silla y se quedó un rato observando el cuadrante y luego hurgó en sus papeles donde vio el retrato robot del presunto sospechoso, pero la foto no le decía nada y lo volvió a colocar en su sitio.

–Me encuentro muy cansada, Jackson, quedan quince minutos y tengo que darme prisa para llevar a Alfie al veterinario –dijo cogiendo los informes para llevarlos a casa.
–Si, claro vete, yo me quedaré un rato más por si hay alguna llamada –dijo este acercándose el teléfono.
–Nos vemos mañana –dijo ella saliendo del despacho.
Al llegar a casa, Alfie le ronroneó entre las piernas.
–Precioso vámonos –dijo cogiéndolo en sus brazos.

LA CARRETERADonde viven las historias. Descúbrelo ahora