Capítulo 11

815 125 283
                                    

9 AGOSTO 2020

Anne

—¿Por qué no me contaste que estabas saliendo con Gilbert, Anne? Sabes que los hubiera apoyado en lo que sea. Es más, estoy demasiado feliz por ustedes. Estaban tan tristes porque sus respectivos amores fueron crueles con cada uno y ahora creo que podrán ser muy felices.

Sí, era Mary. Desde que había entrado a la casa para ayudarle, no había dejado de hablar sobre nosotros.

O sea, ni siquiera existe un nosotros.

Y ni siquiera tengo la menor idea del porqué me besó.

Aunque besa bien.

Muy bien.

El solo hecho de recordar el beso me da calor. ¿O es que hace calor? No, creo que soy yo la que tiene calor.

—¿Mary, tienes calor? —pregunté, frunciendo el ceño.

—Anne, hay catorce grados, no hace calor.

Bueno, soy yo.

Veo como Sebastian y Gilbert entran. El primero se ríe bastante y el segundo tiene una mueca y las mejillas sonrojadas.

—Mi amoooor —llamé, colgándome de su cuello.

Sí, lo iba a molestar mucho porque soy molestosa y él acaba de arruinar mis planes de ir a la boda de Mary con Cole. Carajo, ¿Cómo le voy a decir a Cole que tengo que ir con el idiota que es mi novio falso para que Mary no se enoje? Probablemente se enoje Cole. Y aún más porque me rogó cuatro días seguidos que si íbamos juntos para que Gilbert llegue y diga que somos novios, dándonos automáticamente la obligación de ir juntos.

No debería haberle seguido el juego, pero no puedo negar que era divertido. Aún más por el hecho de que me podía burlar de él cuanto quisiera, siempre que le añadiera un mote cariñoso y nadie pensaría que está mal, porque sería tierno. 

Solté una carcajada mentalmente. Me amo.

—Deja de llamarme así, Anne —susurró el pelinegro en mi oído—. Porque yo también puedo jugar a este juego.

—El tango se baila de a dos, cariño —contesté, volviendo a soltarlo para seguir ayudando a Mary.

—Me vas a dedicar un concierto, ¿verdad, mi cielo? —escuché que dijo, justo al momento en el que llegaba a un lado de Mary.

Me detuve en seco.

Jamás dedico conciertos.

Eso es algo demasiado cursi que todas las personas que están en bandas hacen.

—¡Qué romántico! —exclamó Mary, suspirando con felicidad.

Estúpido Gilbert.

—Claro que sí, mi vida —susurré. Al momento en el que Mary y Bash se dieron la vuelta, pasé un dedo lentamente por mi cuello, como si lo estuviera cortando y luego lo señalé.

—Que no se te olvide que tengo mi guitarra a solo unos metros, Gilbert.

—No golpearías a tu futuro esposo y padre de tus hijos, amorcito.

—No estés tan seguro, que para tener hijos no necesitas ojos.

—Ah, entonces aceptas casarte conmigo y tener hijos, eh.

El sonrojo llegó de inmediato a mis mejillas, más aún porque se acercó demasiado a mi. Sus labios estaban mortalmente cerca de los míos.

—Yo... yo no dije eso —mascullé, sin poder apartar la vista de sus ojos.

𝑽𝒆𝒓𝒂𝒏𝒐 (𝑨𝒏𝒏𝒆 𝒙 𝑮𝒊𝒍𝒃𝒆𝒓𝒕)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora