Capítulo 13

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Mini-maratón 1/2

Anne

Nadie quiso aceptar una entrevista.

"Van a tomar el canal como feminista"

Nadie quiso hacer nada. 

Y claro, yo no me iba a quedar de brazos cruzados.

Ruby no quiso poner la denuncia. De igual forma la iba a poner, pero primero haría otra cosa.

Incluso a pesar de que ella me gritó que no lo hiciera, tomé un bate de béisbol y partí a la casa de aquella chica que era mi amiga. Aquel idiota malnacido, canalla, imbecil, hijo de todo lo malo y despreciable de este mundo, lo iba a pagar. Lo iba a pagar caro.

¿Yo? Yo iba a hacer la justicia que nadie quiso hacer. La justicia que ningún maldito canal quiso ayudarme a hacer. La justicia que los periódicos querían esconder.

Ni que decir que llegué a la casa. Me topé con una cena familiar.

—¿Alson Gillis? —pregunté, escondiendo el bate detrás de mi espalda. Ruby aún venía corriendo bastante lejos de mi, así que antes de que llegara, habría golpeado a ese imbécil como se lo merecía.

Una mujer rubia, la cual se parecía demasiado a Ruby, frunció el ceño y llamó al chico.

—¿Sí? —dijo él, confundido.

—Um, mira, estoy aquí porque tengo un pequeño problema contigo —comencé, con una voz jodidamente dulce.

—¿Un problema? Lo siento, pero no te conozco.

Sonreí. —Ahora me vas a conocer.

Y con eso, el bate de béisbol fue a parar a donde más le duele a un hombre. El chico abrió mucho los ojos y no me detuve, ni siquiera cuando la madre de Ruby comenzó a gritar que una loca estaba golpeando a su sobrino.

Ya saben, chicas, primero un golpe en las bolas y luego están a tu merced. 

—¡Esto es por mi amiga! —le grité, dandole una patada a su estomago. Escuché también la voz de Ruby llegando, y me tomó del brazo y me alejó de su primo que estaba llorando en el suelo. 

—¡No, Anne! 

Toda la familia de Ruby estaba allí, viendo como mantenía el bate bien alto.

—¿Ruby? ¿Quién es ella? ¿Por qué golpeó a tu primo? ¡Ayúdalo a levantarse! —le dijo su padre.

La que supongo es la madre del estúpido del suelo, corrió hasta él y me gritó una docena de insultos que con gusto se los devolví.

—¡Llamaré a la policía, loca! 

—¡Llame a la policía, pero de paso me llevo a este violador conmigo! 

El silencio fue sepulcral. 

—¿Violador? —susurró la madre.

Señalé a Ruby, la cual había bajado la mirada y se escondía detrás de mi.

—¿No sabía que su hijito violó a su prima, cometiendo uno de los actos mas atroces de todo el jodido mundo? 

—Eso no es cierto —negó y así todos comenzaron a negarlo.

—¡Es cierto! —grité—. ¿Es que acaso no ven como está ella sufriendo por esto? ¿Cómo es que alguien se puede alejar tanto de su hija como para no entender que está mal? 

Entonces escuché lo que más odiaba escuchar.

—Si él la violó, culpa de ella habrá sido —defendió la madre del chico.

La apunté con el bate de béisbol, provocando que diera un respingo.

—¿Cómo dijo, señora? —inquirí, sintiendo la rabia cruzar por todo mi sistema.

—Que... que la culpa es de ella —dijo, más segura—. Se viste como prostituta. Los hombres no saben controlarse. No es culpa de mi hijo.

—Entonces, me está diciendo que si a usted la violan, que si a usted la matan, que si abusan de usted, ¿no será culpa suya? —Mi voz salía cargada de una rabia iracunda—. ¿Me está diciendo que va a culparla a ella, a una chica que fue victima de un acto atroz, que fue dañada hasta más no poder, que fue abusada, que fue golpeada y que por si fuera poco no tiene la valentía de mirar a ninguno de ustedes a la cara porque se siente asquerosa? ¿Le está echando la culpa a Ruby?

La mujer se mantuvo en silencio, pero no dejó de mirarme.

Con el bate, le di un ligero empujón para que se alejara del chico y me arrodillé a su lado. 

—¿Ella te provocó? —le pregunté.

El chico rubio asintió, sobándose el estomago.

—¿Ella se puso ropa provocativa para que tú la violaras?

El chico volvió a asentir.

Ahí fue cuando mi puño chocó contra su rostro una y otra vez. Me sentía furiosa. Me sentía descolocada.

¿Cómo alguien podía culpar a Ruby, la tierna Ruby, que no hacía ningún daño? ¿Cómo?

Los gritos de la madre al ver que yo golpeaba a su hijo me hicieron querer detenerme, pero mi propia mente se imaginó cuantas veces ella gritó, cuantas veces Ruby intentó alejarse, y no pudo, maldita sea, no pudo.

—¡La violaste por años! ¡Abusaste de ella! ¡Le quitaste la seguridad! —grité una y otra vez.

De reojo pude ver como el padre y la madre de Ruby corrían a abrazarla.

Y no muy lejos pude escuchar el sonido de la alarma de la policía.

Mierda.

𝑽𝒆𝒓𝒂𝒏𝒐 (𝑨𝒏𝒏𝒆 𝒙 𝑮𝒊𝒍𝒃𝒆𝒓𝒕)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora