La guardia terminó sobre las cuatro de la madrugada. La mayoría de las veces, solíamos quedarnos toda la noche e ir a las primeras clases del día siguiente, pero el traumatólogo nos dejó irnos antes a descansar. Lo cierto es que había sido una guardia tranquila, a parte de un par de fracturas y golpes no había pasado nada más.
Fuimos al vestuario medio dormitando para ponernos nuestra ropa. Antes de entrar Adam me dijo:
— Creo que deberíamos hacer más guardias juntos, lo he pasado muy bien.
— Yo también —Respondí sonriente.
Al salir del vestuario, una vez vestidos Adam me estaba esperando. Tenía cara de sueño, pero seguía estando tan guapo como siempre. Su pelo negro alborotado por el trajín de la noche caía sobre su frente ligeramente, dándole un toque más sexy que nunca. Llevaba esos vaqueros pitillos que se habían atascado al principio de la guardia y un jersey gris de lana fino que marcaba todo su torso. No pude evitar analizarle.
Supuse que la noche había hecho estragos también en mí, así que antes de salir me había atusado y arreglado un poco la cara. Mi pelo negro caía sobre un vestido de flores suelto que me encantaba llevar a clase, era muy cómodo y con unas medias negras tupidas ya iba bastante aparente.
— ¿Cómo puedes seguir tan guapa aún sin haber dormido? —Dijo cuando salí.
— Estás miope. —Dije bromeando. —Debo parecer un panda con tantas ojeras.
— A mí me parece que te quedan genial.
— No me hagas la pelota. Ya te he dicho que haré más guardias contigo. — Murmuré.
Pasó su brazo por mi hombro y me acercó a él mientras nos dirigíamos a la salida, en busca de nuestros coches. Sentí su olor. Me encantaba su perfume.
— Aún no me has dicho qué había en la caja que me trajiste el sábado. — Le recordé.
— No sé si te lo mereces.
— Cuando lo compraste pensaste que lo merecía. ¿Por qué has cambiado de idea?
— No creo que mi regalo deba estar en el mismo edificio que tu...novio.
— ¿Qué? —Reí — ¡Venga ya! ¡Quiero saber qué es! ¡Dímelo! ¡Dímelo!
Comencé a hacerle cosquillas, mientras tenía aún su brazo rodeando mi cuello.
— No voy a decírtelo. Es una sorpresa. Pero creo que te va a gustar mucho.
— Y ¿cuándo lo sabré?
— Cuando vengas a mi casa.
¿Su casa? Nunca había ido a casa de Adam. Sólo me había dicho que compartía piso con un estudiante de intercambio no muy lejos del hospital. La idea de pisar su suelo no me agradaba demasiado, no me apetecía cruzarme accidentalmente con su novia cadáver. Pero me gustaban las sorpresas y quería saber qué era lo que había en esa caja.
— Entonces tendrás que invitarme. —Dije.
— Estás invitada siempre, no como yo en la tuya.
Sentí la puñalada de sus palabras. Realmente le había dolido que Leo estuviese en casa el sábado.
— Adam, puedes venir a casa cuando quieras y lo sabes. El sábado no fue un buen día. Sé que te molestó y lo siento muchísimo. Me hubiera gustado que fueras tú el que...
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Si decido cambiar ©
RomanceEmily Sutton, estudia Medicina, y tiene una vida difícil. Intenta ser perfecta en todo: Buena novia, buena estudiante, buena hija. Pero su mundo explota cuando se ahoga en una enfermedad que no quiere ver, cuando su novio Leo empieza a tratarla de f...