Capítulo 21

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Toc Toc

Alguien tocó la puerta antes de lo previsto. Abrí los ojos y miré el reloj; eran las siete y cuarto. Había dormido sólo una hora. Era casi peor que no dormir.

— ¿Se puede? —Dijo Adam tras la puerta.

— Sí —Respondí.

Adam entró a su habitación, en la que yo había pasado la noche, con una bandeja de madera enorme sobre las manos. Había zumo, cafés y tostadas. Me había preparado el desayuno. Sonreí, pero al instante recordé que acababa de levantarme, por lo que mi cara debía ser horrible.

— ¿Qué tal has dormido? —Dijo sentándose en el borde de la cama y posando la bandeja sobre mis piernas.

— Muy bien aunque necesito 7 horas más. ¿Y tú?

— No he dormido, no podía, así que hice el desayuno. Te he preparado un cappuccino.

— Gracias Adam. —Dije acariciándole la mejilla. — ¿Por qué no podías dormir? ¿En qué pensabas?

— En ti. No quiero sonar acosador pero tenerte metida en mi cama deja mucho a la imaginación. —Dijo soltando una carcajada.

— ¡Guarro! —Dije golpeando levemente su hombro a modo de indignación. —Vamos a la cocina, soy un poco torpe y seguro que derramo el café. —Añadí.

Terminamos de desayunar. Dimos de comer a la pequeña Lúa y nos fuimos a clase. Le pedí a Adam que me dejase una de sus camisas de cuadros y cogí unas mallas y una blusa que llevaba en el coche para casos de emergencia. No me apetecía volver a clase en el mismo coche que Adam y con la ropa del día anterior. Con el bulo del embarazo ya era más que suficiente.

Las dos horas de clase se hicieron eternas, casi tenía que sujetar mis párpados para evitar que se me cerrasen cada dos por tres. La voz de Mimi preguntando acerca de la guardia retumbaba en mi cabeza. Estaba muerta de sueño. Por suerte el día después de las guardias, podíamos faltar a la rotación y al finalizar las clases teóricas podríamos ir a dormir.

Llegué a casa casi arrastrándome y me metí en la cama. Mi cabeza como de costumbre no me dejaba dormir volviendo a analizar los hechos una y otra vez. Decidí darle al botón de pausa y descansar. Cuando desperté, sobre las dos de la tarde, comí algo. Por primera vez en mucho tiempo mi nevera tenía algo más que un par de yogures y pavo en lonchas.

Me preparé unas verduras salteadas y después me tomé una mandarina. Me metí en la ducha y me arreglé un poco. Adam iba a venir a traerme a Lúa, tenía pensado proponerle que me acompañase a comprarle sus accesorios.

Antes de que viniese llamé a Leo.

— ¿Sí? —Dijo una voz cansada detrás del auricular.

— ¿Leo? —Pregunté. No tenía claro que fuese él.

— Sí, Em. Soy yo. ¿Qué tal nena? ¿Cómo fue la guardia?

— Bi..bien. —Tartamudeé al recordar que había ido demasiado bien.

— Me alegro. ¿Te apetece hacer algo esta tarde? Podemos ir al cine si quieres. Hoy es el día del espectador y está todo más barato. Hay una peli de acción que estoy deseando ver...—Dejé de escucharle sin querer. Mi cabeza estaba pensando en otra persona.

— Leo, la verdad no me apetece demasiado, estoy cansada, no he dormido apenas —Mentí. — ¿Qué te parece si lo dejamos para mañana bebé?

Si decido cambiar ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora