Me besó, me besó a pesar de su tristeza. Y no pude negárselo, porque era lo que más me apetecía en el mundo. Adam era muy fuerte, tanto física como psicológicamente. Yo no podía ni imaginar cómo estaría si algo tan terrible le sucediera a cualquier miembro de mi familia.
No pude evitar acordarme de Leo. Él también había pasado por un momento igual de terrible. Pero por lo que me dijo su madre él se lo tomó diferente. Rompió todo a su alrededor, dio puñetazos a la pared, destrozó todo su mundo...
Sentí que debía estar con Adam en este momento, pero supuse que Laura pensaría lo mismo, y quizás no era yo con la que debía estar.
— Adam —Dije pensativa —Había pensado que podíamos ir a mi casa, para que veas a Lúa, seguro que te animará distraerte un poco. Pero igual prefieres ver a Laura, supongo que ella también te estará apoyando mucho...
— Llevo sin verla una semana. Le dije que necesitaba estar solo y bueno, parece que me ha hecho caso. Tan solo me ha escrito un par de veces para ver qué tal estaba. —Dijo Adam removiendo la sopa sin parar.
— Yo no creo que debas estar solo, al menos después de dos semanas. No puedes estar para siempre en el sofá, tienes que distraerte. —Dije con tono protector.
— Vayamos a ver a Lúa, entonces. —Dijo con lo que pareció una sonrisa, aunque aún distaba mucho de ser la suya de siempre.
— Te echa de menos, igual que yo. Cuando oye a alguien subir las escaleras, se pone muy contenta, hasta que ve que no eres tú y vuelve a su cesto, cabizbaja.
— Yo también os he echado de menos a las dos —Dijo mirándome directamente a los ojos. —No vuelvas a separarte de mí Emily, por favor. No lo soportaré.
— Te prometo que no volverá a pasar. — Respondí, mientras ponía mi mano sobre la suya.
Terminamos de comer y nos fuimos. Conduje hasta casa y Adam fue en silencio todo el trayecto, con la mirada perdida a través de la ventanilla. Odiaba verle así, y no podía hacer nada para cambiarlo, porque era lo que le tocaba. Le tocaba mostrar su dolor por mucho que el resto del mundo nos empeñáramos en que tenía que sonreír. Yo sólo podía hacer que ese dolor fuese más llevadero y que sintiese que no estaba solo en aquello. Que yo sufría si él sufría.
Subimos al apartamento y Lúa estaba allí, esperándole. Cuando puso un pie sobre el parqué de mi refugio, esa bolita negra llena de vida saltó sobre él. No se despegó de Adam en toda la tarde. Era como si Lúa pudiese sentir su dolor. Se acurrucó sobre su regazo y no se movió hasta que mi ángel de la guarda se marchó.
Estuvimos todo el tiempo hablando. Me contó todo sobre la enfermedad de su padre y sobre cómo conoció a Laura cuando iba con él al médico. Entonces entendí todo. Puede que Adam quisiera a su novia cadáver, pero no solo era el amor lo que les unía, sino el sentimiento de temor por perjudicar a su padre si tomaba alguna decisión equivocada con ella.
Pero ahora eso, desgraciadamente, había terminado...
***
Un tono, dos tonos, tres...
— ¿Sí?
— Fred, soy Emily.
— ¡Pequeño saltamontes! ¡Cuánto tiempo! ¿No te da vergüenza no llamar a tu hermano preferido?
— Te estoy llamando ahora — Reí.
— ¿Qué pasa?
— Nada. Sólo quería saber qué tal estabais Emma y tú.
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Si decido cambiar ©
RomanceEmily Sutton, estudia Medicina, y tiene una vida difícil. Intenta ser perfecta en todo: Buena novia, buena estudiante, buena hija. Pero su mundo explota cuando se ahoga en una enfermedad que no quiere ver, cuando su novio Leo empieza a tratarla de f...