Los años han pasado, Emily se ha distanciado de los hermanos Morgan pero aún sigue viendo a su mejor amiga Grace.
No podrá esconderse para siempre, todo ha cambiado, pero el amor no.
¿Que pasará ahora?
¿Aceptará lo que es más que evidente?
¿Regresa...
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La semana transcurrió tranquila, fueron los mejores días de mi vida a lado del hombre que amo.
Hoy es nuestro último día en Long Beach, nos encontramos en el restaurante favorito de Grace en un lugar reservado para parejas, una cena a la luz de las velas y el sonido del mar de fondo.
Harry luce una camisa y pantalones claros, su cabello tiene ese aire desaliñado que me encanta, luce muy distinto al ejecutivo de traje, sin embargo ambos son jodidamente ardientes.
Lleva la copa a sus labios mientras observa la carta, el bronceado de su piel resalta con el color de la camisa.
— Mi amor, ya sé que quisieras pedirme de menú pero — se acerca a mi — Deja eso para después — susurra logrando que mis alarmas se activen.
Río y le saco la lengua tomando la carta, después de unos minutos nos traen la comida.
Al terminar noto que traen una rebanada de pastel de chocolate, Harry indica que la dejen frente a mi, y no entiendo nada.
— Amo la comida, pero yo no lo pedí — le digo confundida.
Ríe por mi gesto y toma la cuchara para postres que reposa en la mesa, toma un poco de pastel y me alimenta, la escena no deja de parecerme extraña.
Vuelve a cargar la cuchara y la introduce en mi boca, sin embargo la textura no es la misma, muerdo algo más duro de lo normal.
Tomo la servilleta y devuelvo lo que parecía incomodarme, el rostro de Harry parece esperar una reacción de mi parte
Con disimulo observo la servilleta y noto algo que me deja sin habla.
Los ojos se me llenan de lágrimas, no puede ser cierto, debo de estar soñando...
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Él me arrebata el anillo suavemente, toma mi mano llevándome hasta una zona algo alejada, el camino tiene pétalos de rosas rojas tal y como el día que llegamos.
Me señala el cielo y empieza un espectáculo de fuegos artificiales, jamás habría esperado algo como esto.
El pecho se me comprime y se arrodilla frente a mi.
