Los años han pasado, Emily se ha distanciado de los hermanos Morgan pero aún sigue viendo a su mejor amiga Grace.
No podrá esconderse para siempre, todo ha cambiado, pero el amor no.
¿Que pasará ahora?
¿Aceptará lo que es más que evidente?
¿Regresa...
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Narra Matt
Bajo de mi auto adentrándome al ascensor, estoy agotado, mis pensamientos están en lo que acabo de prometer a Grace.
Extraño a Emily así como a nuestra amistad, esa que se fue rompiendo a lo largo de los años y empeoró cuando confesé lo que sentía.
Pero ahora es distinto, dejé de amarla hace mucho tiempo, ahora sí me siento capaz de seguir siendo su amigo sin buscar algo más.
El ascensor se detiene, salgo para entrar a mi apartamento, miro la pantalla de mi teléfono pensando en llamar a Em, muy posiblemente ya esté dormida.
Abro la puerta, la tenue luz de unas velas y una melodía suave capta mi atención, miro al rededor buscando al responsable.
— Pensé que no vendrías — una figura femenina aparece en mi visión.
Sophie.
— Hola — hago una pausa tratando de asimilar la situación — Disculpa que sea tan directo pero ¿Cómo fue que entraste? — me sonríe coqueta y se acerca a mí balanceando sus caderas luciendo uno de sus vestidos reveladores.
— Vaya, solo quería sorprenderte— toma el cuello de mi camisa.
— Lo lograste, pensé que el sistema de seguridad de este lugar era bueno — sus manos van a mi rostro.
— Lo es, le dije al recepcionista que era tu novia, además ya nos vio entrar aquí muchas veces— sonríe sonrojándose.
— ¿Te sientes mejor?— asiente y apoya su rostro en mi pecho.
— Lo siento, sé que estoy loca — sus ojos claros me observan, de alguna manera ella saca mi mejor versión, sin embargo prefiero alejarme de las peleas constantes que tenemos últimamente, desde que el tiempo juntos es casi inexistente debido al trabajo — Tú me pones así— suelta un suspiro.
Su perfume invade mis fosas nasales — ¿Así como?— la tomo de la cintura acercándola a mi cuerpo.
— Así — toma mi nuca y estampa sus labios en los míos.
Por instinto mis manos se cuelan acariciando sus muslos desnudos, se separa por falta de aire.
— ¿Me extrañaste? — enarca una ceja ante mi pregunta.
— ¿Quieres que lo demuestre?— sonríe envolviendo mi cuello.
— Fue una buena sorpresa— vuelvo a besarla con desenfreno, bajo por su cuello trazando un camino de besos hasta su escote.
— Si te extrañé — dice jadeando.
— Yo más — la elevo tomándola de la cintura y envuelve sus piernas al rededor de mi cuerpo.
La guío hasta el sofá, sus ojos me miran ansiosos por más, me deshago de su vestido, sus manos van torpemente a los bordes de mi camiseta deshaciéndose de ella, sintiendo crecer mi hombría.
