Madame Jin frunció el ceño al ver el ramo de sus hermosas peonías en un rincón apartado. Detuvo a una de las sirvientas y le preguntó por las flores, a lo que ésta solo dijo:
— Fueron órdenes del señor.
Así fue como la furibunda mujer se encaminó a buscar a su marido y cuando lo encontró le soltó:
— ¿Por qué hay un ramo de peonías apartado del resto?
— El señor del agua lo pidió— dijo Jin GuangShan—. Alégrate, mujer, un oficial celestial del Palacio del Agua va a venir a la celebración de nuestro niño.
Shi WuDu se había aparecido en un sueño a Jin GuangShan con esa petición en específico: un ramo de sus más bellas peonías como una ofrenda y a cambio, el primer año de vida de su recién nacido sería el más próspero que su clan podría tener. Era algo de lo más sencillo de modo que el líder de secta aceptó el trato. El hombre esperó ansiosamente durante la celebración hasta que un cultivador vestido de blanco apareció y se acercó a él.
— Saludos— dijo—. Mi señor me envía por un ramo de peonías.
— Claro, claro, un segundo— dijo Jin GuangShan llamando a una sirvienta para traer el pedido.
El hombre de blanco se acercó a Madame Jin, que tenía en brazos a un bebé pequeño, y sonrió.
— Felicidades por su bendición— dijo—. Es un niño hermoso. ¿Cuál es su nombre?
— ZiXuan— respondió Madame Jin con orgullo.
El hombre le dio un colgante de oro como regalo y en ese momento una mujer de túnica púrpura apareció. Madame Jin se disculpó y fue a recibirla, el hombre asintió y alcanzó a escuchar las palabras de la mujer:
— ZiYuan, querida, ven a conocer a tu futuro yerno.
La sirvienta regresó con el ramo y se la entregó al hombre, que agradeció con una reverencia y dijo:
— Mi señor le recompensará adecuadamente por esto.
Dicho esto, se retiró. Una vez lejos de los mortales, Shi WuDu se echó a reír mientras andaba por los solitarios jardínes. Era divertido hacerse pasar por su propio subordinado, para variar, pero la verdadera razón detrás de esto era otra, mucho más simple y llana, que lo estaba esperando.
Con una sencilla túnica negra, Ling Wen se entretenía admirando las flores. No era muy adepta a ellas, pero debía admitir que lucían bien. Shi WuDu se acercó a ella y la tomó suavemente del brazo.
— ¿Llevas mucho tiempo esperando?— preguntó.
— No mucho— respondió ella—. Como siempre, eres puntual.
— No me gusta hacer esperar a nadie.
Entonces, sin previo aviso, Shi WuDu entregó el ramo de peonías a Ling Wen, que reaccionó con sorpresa. Era la primera vez que recibía flores de regalo y él sabía eso, claramente, sabían cosas uno del otro que sorprenderían al resto.
— Son hermosas— dijo la diosa de la literatura.
— Sí, pero no tanto como tú— elogió el dios del agua.
Ling Wen sonrió sintiéndose como una colegiala. No estaba tan mal, pensó. No era tan malo.
Y además, eran peonías. Ahora serían sus flores preferidas.
AAAAAAAAAAAAAAH por un momento creí qué no iba a alcanzar a hacerlo xD