Wei Ying y Xue Yang finalmente supieron la historia de Shi Qing Xuan por un desafortunado descubrimiento.
— A-Ying, mira, mira— dijo Xue Yang.
El niño había tirado una caja al chocar con un mueble y dentro de ésta descubrió dos hermosos medallones y un abanico roto. Pese a su reticencia inicial, Wei Ying se acercó para ver en su interior.
— Guau— soltó.
— ¿Por qué el tío Feng tiene estas cosas guardadas?
— Deben ser muy importantes para él. Porque estos medallones parecen finos, podemos venderlos.En ese momento, Shi Qing Xuan entró a la habitación y vio la escena. Su rostro palideció en cuanto vio la caja y de inmediato los niños se inclinaron ante él.
— Lo sentimos— dijeron al unísono—. No quisimos espiar.
— Tiré la caja por accidente y me asomé a ver que no se hubiera roto nada— explicó Xue Yang—. No quise espiar, tío Feng, de verdad.
— Está bien, esta bien— dijo Shi Qing Xuan palmeando la cabeza de ambos niños con suavidad—. Creo que es hora de que les cuente otra historia, pero les advierto: no hay villanos aquí.Para estás alturas, los dos pequeños conocían la historia de las cuatro calamidades y de los diversos encuentros de los dioses marciales con criaturas del mal, por lo que sabían algo sobre héroes y villanos. Que su adorado tío les dijera que en esta historia no había buenos ni malos era extraño.
— Ustedes… ¿Han oído hablar sobre el Señor del Agua Wu Du?— preguntó Shi Qing Xuan.
— El Tirano del Agua— dijo Wei Ying—. Un dios elemental que poco a poco gestionó la riqueza y manejaba el destino de los cargamentos a su antojo.
— Cayó en el olvido cuando sus templos fueron profanados y sus creyentes dejaron de adorarlo— dijo Xue Yang—. Es muy triste.
— Sí…- coincidió Shi Qing Xuan—. Él era mi hermano mayor.Entonces, procedió a contar la historia de como fue perseguido por el Reverendo de palabras vacías, como Shi Wu Du intercambió su destino con el de alguien más y cómo ese alguien se volvió el rey supremo Agua Negra y asesinó a su hermano en venganza.
— ¿Cómo puede él no ser un villano?— preguntó Xue Yang—. ¡Mató al tío Wu Du!
— Él perdió a toda su familia por causa de mi hermano— explicó Shi Qing Xuan—. No es justificable, aunque lo haya hecho por mí.
— ¿Tú… no odias a ninguno de los dos?— preguntó Wei Ying, a lo que el mayor negó con la cabeza.
— A-Ying, A-Yang, entiendan esto: no es bueno guardar rencor a nadie. Aún si tienes motivos, el rencor no hace más que envenenar tu alma.Los dos niños se mantuvieron en silencio. Una sonrisa maliciosa se formó en los labios de Xue Yang y dijo:
— Tío Feng, te equivocaste. Sí hay un villano en esta historia.
— ¿Ah?— soltó Shi Qing Xuan.
— Sí— dijo Wei Ying—. El Reverendo de palabras vacías es el único villano aquí. De no ser por él, todo lo demás no habría pasado y nosotros hubiéramos podido conocer al tío Wu Du.
— Sí, es cierto— dijo Shi Qing Xuan—. No lo había visto así.Los dos niños sonrieron, y en un arrebato Shi Qing Xuan tomó los medallones de longevidad que él y su hermano habían forjado.
— Éstos medallones fueron creados por mi y mi hermano— dijo—. Este era el mío— añadió entregando uno a Wei Ying—, y este era de mi hermano— dijo entregando el otro a Xue Yang—. Ustedes son como mis hijos, así que me gustaría que los tuvieran. Es todo lo que puedo darles.
"Nos diste mucho más", pensaron los niños. Ese día, Wei Ying y Xue Yang prometieron que cuidarían esos medallones como si fueran sus propias vidas.