23.- Mariposas

88 24 4
                                    

Un frío repentino sacó a Shang Qinghua de su sueño. Había estado ocupado hasta tarde con cosas de señor de pico que involucraban ir a reparar (de nuevo) la entrada al pico Qing Jing y llevar (de nuevo) equipo médico que los discípulos de planta habían pedido para la cumbre Bai Zhan, además del informe mensual que debía llevar a Yue Qingyuan y su nueva novela que saldría con el alias de "Flecha Disparada hacia el Cielo". No iba a matarse explicando a sus propios personajes que diablos era un avión y necesitaba un ingreso extra para mantener la vida en Cang Qiong funcionando.

Si tan solo Shen Qingqiu y Liu Qingge supieran controlar a sus discípulos, se lamentaba.

Si tan solo Liu Qingge pudiera ignorar a Luo Binghe cuando éste intentaba provocarlo, pensaba.

Y con esas preocupaciones en mente se durmió. No tenía idea de cuánto había dormido, solo supo que el atardecer caía cuando se dejó llevar por el sueño y ahora que despertaba el sol brillaba como si acabara de amanecer. El buen hermano Avión palideció, ¿y si alguien había requerido su presencia y ahora llegaban para verlo dormido? ¿Y si le habían llamado durante días y él no había respondido por estar durmiendo? Ah, estaba muerto, estaba más que muerto y esta vez ni la benevolencia del maestro de secta lo iba a salvar.

¿En qué momento había empezado a cavar su propia tumba? Ya veía venir a todos los señores de pico, encabezados por el hermano Pepino, listos para retorcer su cuello y reclamar su pequeña vida por ser irresponsable. ¡Que no ves que sin la cumbra An Ding la secta no funciona! Ah, ah, no puedes ni siquiera tomarte un respiro. ¡Te necesitamos para que traigas nuestras cosas y facilites nuestras vidas mientras nosotros nos dedicamos a ser geniales!

Entonces, volvió a sentir aquel frío reconfortante y pensó en Mobei-Jun. "Ah, Dawang, si estuvieras aquí", pensó añorando su compañía. El rey de hielo había salido días atrás en una misión para deshacerse de unos demonios que podrían causar problemas en pueblos cercanos, seguramente por órdenes de Luo Binghe para poder pasar más tiempo con su Shizun sin que éste se preocupara por tener que salir a ocuparse de ello. Aún le sorprendía como el porte imponente del rey de hielo ya no lo asustaba en absoluto, sino que...

¿Qué demonios está en su mano que le causa tanto frío?

Shang Qinghua finalmente abrió los ojos viendo que, sobre su mano, se encontraba una mariposa de hielo. Y no solo eso: había otra en su escritorio, cerca de su tintero, sobre sus papeles, y conforme más miraba notaba la presencia de más mariposas en toda su oficina. Y eso le hizo recordar las palabras de Mobei-Jun antes de partir.

— Shang Qinghua, no debes temer. Buscaré un modo de seguir al pendiente de ti.

Y así lo había hecho, con aquellas mariposas heladas. De repente tocaron a la puerta y el ensueño se rompió.

— Shang-shidi— dijo la voz de Yue Qingyuan—. Espero no interrumpir.

— Ah... no, no, ya salgo— dijo Shang Qinghua apresuradamente.

La mariposa helada en su mano se posó en su túnica fingiendo ser un adorno más, lo cual le hizo sonreír. La mantendría consigo hasta que su rey volviera a su lado.


Escribir sobre el MoShang me da años de vida <3

Cultivatober 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora