Narra Victoria
Nos vamos del hospital dejando así solos a Max y a Lucía, estoy preocupada por ella, está empeorando y no sabemos por qué. La operación a sido en una zona muy delicada y peligrosa, pero todo parecía estar en orden una vez salió del quirófano, está muy débil, y la memoria parece fallarle de vez en cuando. Los médicos han dicho que es posible que le haya tocado algún nervio la puta loca, pero que lo más seguro es que se recupere, solo necesita reposar, descansar y no recibir visitas hasta nuevo aviso. Espero que Max la cuide bien y mantenga la calma.
Payton: oye, todo va a salir bien ¿vale? -me dice Payton apretándome la mano, yo asiento un poco entristecida, no quiero que le pase nada a pesar de lo que ha pasado.
Payton conduce despacio, con una música de piano de fondo, estoy cansada, quiero llegar a casa, darme una ducha bien fría y evadirme de todo solo por un par de horas. Ross se fue y no sé nada de el, tal vez le haya dado una crisis de ansiedad y ahora esté vagando por las calles. Tal vez deba llamarlo cuando llegue a casa si es que el no ha llegado todavía.
Victoria: gracias por acompañarme, nos vemos mañana. -le digo a Payton dándole un pequeño beso en sus labios, el me sonríe tierno y entristecido a la vez.
Payton: descansa, no hace falta que esta noche nos veamos, mañana por la mañana te traeré el desayuno. -dice el con cara de pillín, yo sonrío y pongo los ojos en blanco.
Victoria: ya puedes hacer que sea algo buenísimo. No voy a aceptar cualquier cuchiminada. -le digo con superioridad, el ríe, hace una pequeña reverencia y asiente.
Payton: a sus órdenes mademoiselle. -cierro la puerta del coche y me voy andando con parsimonia hacia la puerta de mi casa.
Entro y mis padre está en el salón con una pequeña copa de vino mientras ve un documental en la tele, voy y me acurruco a el, dejando salir por fin las lágrimas tan desgarradoras que esta soportando mi corazón.
John: todo va a estar bien ¿sí hija?, Lucía es una persona mucho más fuerte de lo que tu puedas llegar a pensar, todo se va a quedar en un pequeño susto y ya está, volveremos a la normalidad en nada, ya lo verás. -dice mi padre dándome un beso en la coronilla, sé que lleva razón, pero no quiero dársela por si en el último momento todo acaba saliendo mal.
Victoria: ¿Ross está en casa? -le pregunto incorporándome de entre sus brazos.
John: si, está en su habitación, llegó hace tres minutos más o menos. -dice el mirándome con preocupación.
Victoria: iré a verlo, enseguida bajamos a comer. -mi padre asiente y yo me dispongo a subir los treinta y cuatro escalones que tiene mi casa hasta la parte de arriba.
Solo hay silencio, un silencio sepulcral, tengo miedo de como pueda reaccionar Ross, a veces tiene unos cambios de humor demasiado fuertes. Me paro frente a su puerta, respiro hondo y llamo con dos pequeños golpes.
Ross: pasa. -dice este casi sin voz. Paso despacio y con tranquilidad, está tirado en el suelo mirando fijamente el techo, me tumbo a su lado. -no tienes de qué preocuparte, solo estoy pensativo y un poco impactado. No quiero que pase nada, y creo que no deberíamos de haber ido a visitarla, tal vez eso la ha empeorado. -dice Ross con toda la razón de este planeta. Suspiro.
Victoria: si... tienes razón, tal vez nos hemos anticipado demasiado, pero sé que todo va a salir bien y que pronto estará aquí con nosotros para celebrar la pascua aunque ya muy retrasada. -Ross sonríe, yo también. Al menos no parece todo tan triste.
Ross: le sigo teniendo un poco de cariño, a veces creo que no la he dejado de amar, pero otras... siento que no estamos hechos el uno para el otro. -Me dice Ross confiado y relajado. Me los llegué a imaginar juntos y he de decir que no me disgustaba el pensar que mi hermano y mi mejor amiga estaban saliendo juntos, se agrandaría la familia y todo estaría más cercano.
Victoria: tal vez no los has olvidado -hago una pequeña pausa. -tal vez esos sentimientos siguen vivos en alguna parte de ti. -le miro, el gira su cabeza hacia mi lado y me mira también, ambos estamos pensando en las cosas malas que le hicimos a Lucía, y en las cosas malas que ella nos hizo a nosotros, estamos pensando en aquellos tiempos en lo que todo parecía ser mucho más fácil.
Ross: bajemos a comer, papá nos tiene que estar esperando. -asiento, nos levantamos, salimos de la habitación y nos disponemos a bajar para comer una rica ensalada de verano que mi padre ha hecho con todo su corazón para nosotros. -Todo saldrá bien hermanita. -me abraza contra su costado, últimamente he sentido que Ross y yo nos hemos distanciado mucho. Solo quiero que todo vuelva a la normalidad cuanto antes, y que no pase nada malo por mucho tiempo.
Narra Max
Nueve de la noche ya, hemos comido un poco de arroz a la cubana con una pequeña ensalada, Lucía se ha vuelto a dormir y acaba de levantarse, están duchándola y yo mientras estoy en el hall tomándome un pequeño chocolate caliente, no he cenado nada, no es como si tuviera apetito. Por la tarde he ido a mi casa a limpiarla, traerme un par de cosas, asearme y coger un par de juegos por si se ve más animada mañana. El médico ha dicho que está mejorando, que posiblemente mañana por la mañana se encontrará mucho más activa y despierta, yo solo espero que no se equivoque.
Entro despacio en la habitación, tal vez ya esté dormida. Las luces están apagadas a excepción de una pequeña que alumbra muy tenuemente. Me acerco a ella, la miro y le acaricio la mejilla delicadamente, estoy cansado, tengo sueño y creo que mi salud física empeora por momentos por el estrés que me está generando esta situación.
Lucía: ¿Cómo te encuentras? -me pregunta ella mirándome con los ojos mucho más abiertos. Le mantengo la mirada por un rato, le sonrío con cansancio y le respondo.
Max: estoy bien, no te preocupes, deberías irte a dormir, ambos estamos cansados. -De verdad, jamás me he sentido así de cansado.
Lucía: yo llevo durmiendo casi todo el día, intentaré dormir. Pero el que se tiene que ir ya a la cama eres tú Max, estás muy cansado. Descansa. -me sonríe ella con una mirada tierna, ni siquiera es capaz de mirar por ella en estos momentos...
Max: buenas noches, descansa tu también. -le digo yo así, acurrucándome en el sillón poniéndome la chaqueta a modo de manta. Pasan unos pequeños minutos y ella decide apagar la pequeña luz que alumbraba la habitación.
Descansa peque.