Capitulo 10

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Aquella mañana Laura se despertó con más cansancio de lo habitual, pasar el día en el hospital consumía sus energías, se levantó de la cama y se metió directamente a la ducha, dejando que el sueño y el cansancio se fueran con el agua. Después de una búsqueda del conjunto que llevaría hoy tomó las llaves de su coche, su móvil y se miró por última vez al espejo. Justo en el momento que se miró, llegó a su mente el recuerdo de Villa abrazándola por la espalda siempre que se paraba a mirarse. Sonrió con una pizca de tristeza antes de poner rumbo a su coche para ir a recoger a Isabel, de camino al hospital puso la radio y sin darse cuenta, después de unos minutos una canción le sorprendió, era la canción de "Cuando nadie ve". Sin darse cuenta una sonrisa apareció en su rostro, aun sabiendo que en aquella época no sabía la existencia de Villa no podía evitar sentirse orgullosa de a donde habían conseguido llegar los chicos. Llegó al hospital y se dirigió directamente a la habitación de Isabel, cuando abrió la puerta no pudo evitar soltar una risita seguida de una sonrisa.

Laura: Ya veo que ni estando aquí renuncias a tu amor por los libros -Dijo entrando a la habitación mientras Isabel estaba completamente perdida ante un libro que sostenía entre sus manos-.

Isabel: Buenos días mi niña -Dijo levantando la vista dedicándole una cariñosa sonrisa- ¿Qué tal dormiste?

Laura: Preocupada por ti -Dijo frunciendo el ceño- Yo me quería quedar.

Isabel: Y yo quería que durmieras bien -Dijo de forma maternal- El médico ha venido hace un rato.

Laura: ¿Qué te dijo? -Dijo sentándose en un sillón al lado de la cama de Isabel-.

Isabel: La próxima vez que venga será para traer el parte del alta -Dijo feliz- Que ganas de volver a mi casa.

Laura sonrió, el médico entró a la habitación en lo que Laura recogía las cosas de Isabel y le indicó las prevenciones que debía tomar. Cuando tomó todo, Isabel subió en una silla de ruedas y se dirigieron a la salida. Salieron del hospital e Isabel sonrió al ver el día soleado que hacía en Madrid, Laura disfrutaba con ver mejor a aquella persona que tanto quería. Una vez llegaron al coche pusieron rumbo a la mansión de Isabel, en el camino Laura le contaba a Isabel anécdotas vividas en la gira e historias sobre las ciudades que visitaban.

Isabel: Lo siento tanto mi niña -Dijo con tristeza cosa que sorprendió mucho a Laura-.

Laura: ¿Por qué Isabel? -Dijo sin poder ocultar el tono de preocupación-.

Isabel: Tu ahora mismo deberías estar en una ciudad de Argentina apoyando a tu pareja y disfrutando, en cambio estás aquí cuidándome y preocupada por mí, lejos de la persona que quieres -Dijo mirando a Laura-.

Laura: Isabel, no te tienes que sentir culpable de nada, nadie se esperaba esto y al final fui yo quien decidió venir y créeme gracias a ti he podido disfrutar mucho más de Villa y de mis amigos -Dijo poniendo una de sus manos sobre la de Isabel como muestra de cariño-.

Isabel le sonrió y le puso su mano encima, cuando llegaron a casa de Isabel, Laura le ayudó a ponerse en la silla de ruedas y comenzaron a caminar hacia la casa, a medida que avanzaban no pudo evitar que el recuerdo de aquel picnic asaltara su mente y sonrió. Al entrar ambas fueron al salón donde se sentaron a relajarse un poco.

Laura: Por fin en tu casa -Dijo riendo al ver la sonrisa de Isabel- ¿Quieres que mañana abra yo la tienda?

Isabel: No cariño, la abriremos las dos -Dijo completamente segura de lo que decía-.

Laura: Pero Isabel, debe descansar, para mi no hay problema en abrirla sola -Dijo sorprendida- .

Isabel: No cielo, los médicos exageran, yo estoy bien y la tienda es el trabajo de toda una vida, no quiero dejarla -Dijo sonriéndole- Gracias por cuidar de mi Laura.

El chico del corazón de cristal: A donde vamos ahoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora