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Entró en aquel establecimiento con desesperación captando la atención de algunas personas, pero no de la persona que quería. Estaba oscuro, salvo por las luces coloridas de la fiesta, pero gracias a eso no podía ver bien donde estaba la joven que quería a su lado. Comenzó a desesperarse buscando hacia todos lados, hasta que a lo lejos divisó a SooBin disfrazado de vampiro, quien servía ponche en dos vasos.
Se apresuró a correr hacia él y cuando lo alcanzó, tocó su hombro llamando su total atención. SooBin se sorprendió al verlo. BeomGyu buscaba tomar un poco de aire, pues estaba totalmente casado por haber corrido sin un momento de descanso. El joven colorado respiraba completamente agitado, hasta que miró la expresión de SooBin.
—¡¿Sabes cuánto te ha estado esperando?! —exclamó SooBin y BeomGyu, una vez que pudo obtener un respiro, solo asintió aceptando ser regañado.
—S-sí... Lo siento mucho... Es que... ¡Es que...! ¡Tuve un a-asunto... importante q-que atender!—Enserio BeomGyu estaba cansado. SooBin le entregó un vaso con ponche y este lo bebió de un solo trago recuperándose poco a poco.
—Se nota que no eres bueno en gimnasia... -dijo SooBin y BeomGyu no pudo evitar lanzar una carcajada que lo sorprendió, ya que él nunca había escuchado reír así a BeomGyu—. Lo que me más me molesta...
BeomGyu lo miró algo aterrado. ¿Qué le diría...?
—¡Es que no hayas traído un disfraz! ¡¿Acaso sabes lo que te puedes ganar?! ¡Debes tomarte los asuntos serios como tal! —exclamó y BeomGyu lo miró sin poder creerlo. Rió nuevamente.
SooBin siempre sabía cómo alivianar la situación de tensión. Pero no venía a eso ahora. Venía a por Lee HyeMin, su chica, la que quería a su lado y la que ya se le había confesado. Así que apresuró la conversación para poder llegar a eso. Abrió su boca y comenzó a hablar.
—¿Dónde está ella? —preguntó ansioso.
—Está en las mesas de allá. —señaló SooBin y BeomGyu miró hacia donde él había señalado, buscándola con la mirada, encontrándola.
En su corazón algo se hizo trizas al verla tan solitaria y desanimada, vistiendo ese contradictorio traje de angelita, mientras suspiraba a cada instante. Qué bueno que había llegado a tiempo. No se lo hubiese perdonado si hubiese sido de otra forma. Mordió su labio y miró a SooBin.
—¿Me veo bien? —preguntó nuevamente. SooBin se acercó y le arregló un poco el cabello y la ropa. BeomGyu tragó en seco algo nervioso. Ni siquiera había pensado en qué decirle, tan solo corrió lo más rápido que pudo a por ella.
—Ahora estás perfecto para ella... —susurró SooBin con una sonrisa leve, y luego continuó—: Sabía que de algún lado te conocía... —habló nuevamente, sacándole a BeomGyu de sus pensamientos nublados.
