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La puerta de la casa de HyeMin se abrió y los dos jóvenes pasaron, limpiando sus pies en la alfombra y dejando sus zapatos a un costado de la puerta para quedar descalzos. La joven castaña le sonrió con dulzura extendiendo sus manos para que el joven de cabellos anaranjados pudiese darle su abrigo y así ella poder colgarlo en el perchero que estaba en la entrada. Ambos caminaron hasta el comedor, HyeMin dejó la bolsa con las compras en la mesa y su madre, quien estaba en la cocina, levantó la mirada y les sonrió con dulzura.
—Ya estoy en casa. —afirmó HyeMin sin percatarse de que su madre la estaba observando.
—Hola, hija. —saludó su madre y la joven pegó un pequeño saltito al escuchar su voz de golpe. Su madre rió.
—¡Me asustaste! —chilló la castaña y su madre se acercó aun riendo, y luego se quedó observando a alguien.
Los ojos curiosos del joven de cabellos colorados estaban recorriendo toda la casa ajena con sumo interés. De por sí ya le interesaba ver las casas de las personas por dentro porque él tenía el pensamiento de que eso decía mucho de una familia o cualquier persona que la habitara. Pero esta vez no era solo eso, sino que también se trataba de la casa de la chica que le gustaba. Su cuerpo se sentía estremecido, pues el aroma de su amada estaba impregnado por todo el lugar. Cerró un poco sus ojos y se relajó, pero cuando los abrió, los de la madre de HyeMin lo estaban observando fijamente y se asustó un poco.
—Tú debes ser BeomGyu, ¿Verdad? —preguntó la mujer intentando sacarle palabras al joven que venía de visita.
—Así es, yo soy BeomGyu, señora Lee. —afirmó el colorado, para luego inclinarse llevando a cabo una reverencia en señal de respeto—. Choi BeomGyu.
La mujer sonrió y correspondió a la reverencia hecha por el joven para luego ambos erguirse y volverse a mirar
—HyeMin me ha hablado mucho de ti. —afirmó la madre con un poco de travesía, pues sabía que su hija ahora estaba completamente roja. BeomGyu alzó sus cejas y abrió sus ojitos en grande.
—¿Enserio? —preguntó él a punto de dejar curvar su boca en una diminuta sonrisa.
—Lo juro. Siempre me dice que eres muy lind-
—¡Hay que cocinar! —exclamó HyeMin con su rostro completamente sonrojado, tapando la boca de su madre e interrumpiendo su charla. Su madre rió satisfecha por lo bajo y BeomGyu solo rascó su nuca.
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—¡Madre! ¿Dónde dejaste mi mochila? —preguntó SooBin exclamando mientras salía del baño con una toalla cubriendo su cintura y secando su cabello con otra. Su abdomen estaba completamente descubierto.
—¡La dejé en tu habitación! —gritó su madre desde el piso de abajo. SooBin estaba entrando justamente a su cuarto.
—¡Pero aquí no está! —volvió a chillar, más no obtuvo más respuesta.
