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—Gracias por acompañarme, SooBin. —Le dije al hermoso pelinegro que caminaba a mi lado.
—No te preocupes, de todas formas me queda de pasada. —Afirmó con una sonrisa animada.
Yo no sabía que tan verdad era eso que me estaba diciendo, pero aún así se lo agradecía muchísimo; era de noche y yo odiaba caminar de noche sola hacia a mi casa. Simplemente asentí correspondiendo a su sonrisa. Luego de que BeomGyu nos dejara solos en la cafetería de esa forma tan brusca, tuvimos que comenzar a pensar en la idea de que él nos abandonaría en este proyecto.
—Ah, por cierto... —Volvió a decir SooBin, logrando que yo lo observara con atención y curiosidad—. ¿Qué piensas hacer con BeomGyu? Tengo miedo de que nos abandone en el trabajo. —Me dijo con obvia preocupación en sus palabras.
Aunque me costara trabajo admitirlo, SooBin tenía toda la razón. Debía entender, por más difícil que fuera, que si él seguía comportándose así debíamos pensar seriamente en intentar hacer el trabajo por nuestra cuenta. Yo lo que menos quería era hacer las cosas sin BeomGyu, sin ese chico que vestía atuendos de un hermoso color rosa pastel. Pero en este momento crucial, el ser buena alumna y mi gusto hacia BeomGyu luchaban constantemente.
—Podemos hablarlo por mensaje, ¿Si? —Le dije jugando con mis deditos. Tampoco quería decidir algo antes de tiempo—. Todavía nos queda tiempo, deberíamos simplemente dividir el material y que cada uno haga su parte.
—Pero, ¿y si BeomGyu...?
—Repito, aún hay tiempo para tomar una decisión al respecto. —Dije seria y algo incómoda a decir verdad. SooBin no se notaba malicioso en querer sacar a BeomGyu, al contrario, se veía completamente cabizbajo e inquieto. Pero cuando yo le dije esto, él pareció calmarse un poco.
—Lo siento, tienes razón. —Dijo SooBin endulzando sus facciones, dándome a entender que se había calmado un poco. Yo sonreí de la misa forma, con calma y dulzura. Puse mi mano en su hombro y lo palmeé. Nos detuvimos al llegar a mi casa. Yo suspiré en modo de cansancio y lo miré por última vez. Le volví a sonreír en forma de agradecimiento. Él sonrió en respuesta y alzó su mano para despedirse.
—Hasta luego, HyeMin. —Saludó él con su mano y yo asentí imitando una pequeña reverencia.
—Nos vemos, SooBin. Avísame cuando llegues a casa. —Le pedí, él asintió contagiándome su hermosa sonrisa dulzona. Observé como él seguía su camino y finalmente, cuando se perdió de mi vista, entré en mi casa.
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La siguiente semana fue algo confusa para mí. SooBin creó el grupo mediante nuestra aplicación de mensajería. Al fin tenía el número de BeomGyu en mi teléfono. No sabía si agendarlo con un corazón, pero es que temía que si se daba la oportunidad, BeomGyu vea mi teléfono (fuese cual fuese la razón) y viese como lo había agendado. Decidí que no, sin corazones por ahora... El punto es que, SooBin se molestaba en escribirnos de vez en cuando mandando información útil, fotos de sus resúmenes, y sugería días para juntarnos a hacer parte del trabajo con todo lo que mandaba. Yo respondía y también aportaba con información y con algunas ideas de gráficos para la presentación de diapositivas. Pero BeomGyu nada...
