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Noviembre 01, 2019.
Seattle, Washington.
Narrador Omnisciente.

El silencio reinaba en la residencia de los Calle, eran apenas las 06:09 de la mañana y unos ojos marrones estaban admirando a quién descansaba frente a su cuerpo desnudo.

Daniela sonrió suavemente antes de morder ligeramente su labio inferior, lo había hecho, la prueba estaba frente a ella yaciendo boca abajo sobre las sábanas amarillas. Su corazón latía frenético a pesar de sólo estar admirando a Poché.

Misma que fingía dormir desde que Calle abrió los ojos, apenas habían dormido un par de horas, pero los recuerdos de esa misma madrugada se reproducían en su cabeza como un disco rayado. Sentía mariposas en el estómago y por más que intentaba mantener los ojos cerrados, quería abrirlos para ver aquellos dulces ojos castaños.

El peso sobre el lado izquierdo de la cama desapareció haciendo que Poché abriera ligeramente sus ojos. Calle se vestía la ropa interior y levantaba su ropa del suelo, Poché continuó fingiendo hasta que ésta salió de la habitación.

Del otro lado de la ciudad, Sam recibía un mensaje de su mejor amiga pidiendo ayuda, mismo que fue respondido poco después.

Mientras Daniela Calle preparaba el desayuno luego de una corta y caliente ducha, Leo bajaba las escaleras esbozando una gran sonrisa. Él también había recibido el mensaje.

Poché miraba el techo cuando el timbre de la puerta principal sonó, no eran más de las 8:00 de la mañana, así que se sorprendía de aquella visita tan temprana.
Aún así fingió no escuchar el timbre hasta que este se detuvo, su primera vez había sido mejor de lo que había llegado a imaginar; parecía que Calle era una experta en el tema, o por lo menos, parecía conocer aquello que no siquiera Poché conocía de su cuerpo.
Había tocado los puntos exactos para hacerle sentir placer, era buena en lo que hacía, le recordaba a aquella vez frente al río en medio de la noche.

Aún así se preguntaba si las cosas no cambiarían entre ellas dos. Poché no quería que las cosas cambiaran para mal o que la otra chica se alejara.

–Lo he arruinado todo.– dijo en un murmullo mientras servía el desayuno en el plato de Sam. Ella y Leo la miraron con preocupación.

–¿Exactamente en qué...?

Calle miró a Leo, quien había hecho aquella pregunta. –me refiero a que he cumplido con mi parte de la apuesta... pero... no quiero dejar de verme con ella.– Calle dijo con sinceridad.

Samantha comenzó a reír suavemente mientras negaba. –¡¿Daniela Calle se ha enamorado?!– dijo la chica de forma burlesca. –Esto es de no creer.– agregó mirando al chico.

–No estoy enamorada de ella.– aseguró la castaña molesta. –Es sólo que... Es demasiado buena como para dejarla así nomás, además, vivimos en el mismo techo y... sería incómodo para todos.

–¿Aún así quieres el dinero...– Poché salió de la habitación cargando su toalla y un cambio de ropa. Su vista viajó a la cocina donde tres pares de ojos la miraban con temor.

Poché se sacó un auricular y sonrió a los chicos, quienes suspiraron de alivio. –Buenos días.– dijo alegremente a los tres.

–¿Qué tal tu noche? ¿Te divertiste? – Sam preguntó ganándose un golpe en el costado por parte de Leo.

–Este... Bueno... ¿Sí? Supongo.– dijo con nerviosismo la más joven. –Me daré una ducha.– avisó antes de entrar de forma apresurada.

–¿Nos escuchó?– Calle preguntó en un susurro.

–No lo creo... Parecía feliz y tranquila.– Leo dijo antes de llevar otro bocado del desayuno.


*

La mañana se fue volando, las chicas no habían tenido clase, pero Calle y sus amigos sí. Johanna despertó poco después de mediodía, y apenas ducharse llegó a la habitación de Poché, quien no dejaba de reproducir a Ed Sheeran y los recuerdos de la madrugada. Sostenía contra su pecho la almohada dónde Calle había dormido.

–¿Enamorada?– Jo dijo apenas entró.

–Sólo feliz.– Poché se sentó en la cama haciendo espacio sobre las sábanas limpias.

–¿Has cambiado de fundas?– preguntó curiosa la otra chica. Poché asintió lentamente antes de atacar.

–Me he dado cuenta que tú también, escuché la secadora.– Johanna rió antes de dejarse caer sobre el colchón.

–No quiero tantos detalles... Solo quiero saber si fue bien.– Poché la acompañó a un costado mirando el techo.

–Fue bien... Demasiado.– agregó. –¿Qué tal tú?

–Mejor que la primera y la segunda vez.– Poché la miró, había movido su rostro para poner su atención en la chica.

El perfíl de Johanna era diferente al de Daniela, pero seguía teniendo ese toque de ternura y sensualidad que caracterizaba a los Calle.

–¿Cómo fue hacerlo en el coche de un desconocido?– pregunté riendo.

Johanna comenzó a reír escandalosamente cuando los recuerdos de ese momento llegaron. –Desastrozo.– agregó entre risas. –Por favor, dile a D que en el coche no.

La noche llegó, las chicas pasaron el resto del día en el living mirando películas de comedia romántica, Mafe había llamado para preguntar cómo estaban y si se habían divertido la noche anterior; quitando algunas partes incómodas, ilegales y el final de su día, terminaron de hablar con la mujer justo cuando la puerta principal se abría.

Calle entró por la puerta cargando su mochila en un hombro y escribiendo un mensaje en su móvil. Apenas entró levantó la vista encontrándose con su hermana saliendo del living. Johanna hizo una seña a la habitación que recién había dejado y Daniela rodó los ojos antes de ir ahí.

Poché miraba con atención el móvil, la película estaba pausada así que apenas sintió una presencia cerca levantó la vista.

Una sonrisa se formó en el rostro de ambas, Calle dejó la mochila en el suelo antes de aventarse en el sofá, dejando que su cabeza descansara en el regazo de la más joven.

–¿Qué tal tu día?– preguntó la más pequeña rompiendo el silencio, el único sonido era el del microondas y la voz de una Johanna enamorada.

–Agotador.– respondió la mayor, quien había mantenido los ojos cerrados.

Poché acomodó el cabello de Calle fuera de su rostro antes de acercarse a éste. Sus pestañas largas y maquilladas rozaban sus mejillas rosadas a causa del frío afuera, rozó sus labios con delicadeza causando una sonrisa suave en los labios de la mayor.

Calle sintió como su corazón comenzaba a latir más rápido y cortó el beso.

–Estoy un poco agotada, iré a descansar un poco.– sonrió antes de dejar otro corto beso contra los labios de la otra. –Estaré en mi habitación, por si quieres hacerme compañía más tarde.

Dijo esto último cuando Johanna entraba al living.

Un año; CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora