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Octubre 31, 2019.
Seattle, Washington.
Daniela Calle.

Los días parecían volar cuando las noches llegaban más rápido. El clima era frío así que podía usar siempre unos pants y una gran sudadera.

Alex había guardado el secreto del beso entre María José y yo; aunque más bien me manipulaba llevándolo a mis entrenamientos de softball.

Las tardes en amigos se hacían cada vez más a la larga porque estábamos acercando a finales de semestre. Aún así no faltó una visita a casa de Ari o Sammy.

Las noche las pasaba en la habitación de María José, buscando algún apodo para decirle. Ella me decía por mi apellido, pero no quería que en su caso fuera así.

En las noches, mientras ella hacía tareas o simplemente revisaba sus redes, me dedicaba a mirarla mientras yo fingía estudiar español o francés.

El tiempo volaba, tanto, que hoy era su cumpleaños 18. El reloj marcaba las 00:01 horas cuando salí de mi habitación y caminé en silencio al piso de abajo; en la cocina había cupcakes que Johanna había preparado esa misma tarde.

Cogí el más pequeño y coloqué la velita rosada que había encontrado en un cajón de la cocina.

Caminé en silencio bajo la oscuridad. Llegué a la puerta de su habitación y escuché como hablaba en susurros.

–Me vas a hacer llorar.– dijo bajito. –Estoy bien, Vale. Sólo que... Extraño poder pasar este día con ustedes y... El pastel a media noche era lo mejor...– aquello me rompió el corazón pero también me dió alegría, pues aunque no era un pastel lo que llevaba en mis manos, era algo que se le parecía. –Está bien, prometo llamarlos por la mañana y... Dale mis saludos a mamá y a papá... También te amo, buenas noches.

Toqué la puerta cuando ella se quedó en silencio y luego la empujé cuando no obtuve respuesta. María José estaba sentada en una esquina de la cama mirando el suelo.

¡Feliz cumpleaños!– susurré en español mientras me acercaba a ella. –Probablemente no es la tarta que tus padres te daban a medianoche pero es lo único que pude conseguir en la cocina.– dije en español haciendo que ella sonriera.

Encendí la velita y comencé a cantar la canción de "cumpleaños feliz", María José cerró sus ojos mientras yo cantaba, al terminar ella sopló la velita rosada y luego me miró con una sonrisa pequeña.

–Muchas gracias por acordarte...– sus ojos se cristalizaron y su cabeza se inclinó hacia un lado. Dejé el cupcake en la mesita de noche y me acerqué a ella para abrazarla.

–No iba a olvidarlo... Nunca me olvidaré.– susurré contra su cabeza.

María José Garzón.
Cuando desperté, Calle estaba durmiendo a mi lado, su brazo rodeaba mi cintura y su pierna se enredaba entre las mías.
No recordaba el momento en que me quedé dormida, lo último que recordaba era que yo hablaba de lo que quería hacer luego del colegio.

La puerta de la habitación se abrió y en menos de un minuto Alex estaba sobre nosotras gritando "feli' cumpleaño'" en español de forma repetida.

Daniela se destapó el rostro riendo y luego los señores Calle entraron con una tarta seguidos de Johanna.

Alex comenzó a reír escandalosamente cuando miró nuestros rostros y luego miré hacia donde estaba el resto de la familia. Germán miró a Mafe y luego levantó los hombros; restándole importancia al porque Daniela había dormido en mi habitación, comenzaron a cantar feliz cumpleaños mientras Johanna grababa la escena. Alex se había quedado entre mis brazos mientras se mecía de un lado a otro.

Un año; CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora