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Abril 15, 2020.
Seattle, Washington.
Narra María José Garzón.

Cuando mamá hablaba del primer amor, creía que era una mentira. Y es que no podías vivir enamorada de una persona que hace tiempo no miras, no le oyes o simplemente una persona que te hizo daño.

Las últimas semanas fueron tranquilas, aunque la primera semana de febrero fue muy triste. No podía entender como las cosas se salieron de control entre Calle y yo, en New York todo parecía perfecto, pero apenas volver a casa las cosas se nublaron un poco.

Y es que yo había tenido la culpa, por lo menos una parte y eso me dolía.

El sólo recordar la mirada que me dió en nuestra "última cita" hacía que mi corazón se apretara un poco. Pero no podía mentirle así, no a ella.

Y es que me había comenzado a enamorar nuevamente de Samuel, era estúpido, pero era real.

Nunca le dije a mis padres sobre mi relación con Calle, y el tener que ocultarlo nunca fue algo difícil, pero las cosas se salieron de control nuevamente cuando Mafe publicó una foto en Instagram dónde estábamos con toda la familia en Oregon. Calle tomaba mi cintura de esa forma tan peculiar que gritaba "ella es mía", o por lo menos así lo describían los chicos.

Luego de negar todo a mamá y papá, Calle no pudo seguir adelante con esta especie de "relación" que teníamos. Y la entendía, pues al ser mayor y libre ella buscaba algo más real, algo que se pudiera gritar a los cuatro vientos. Y aunque nuestra habitación y el resto de la ciudad parecía cómoda para nuestra relación, la aceptación de mis padres era lo que más me importaba.

Estaba dolida por la forma en la que se alejó, y aunque frente a los demás todo parecía bien; el estar solas llegaba a ser un martirio. Sus palabras se repetían una y otra vez: "Si quieres terminarlo, hazlo. Pero hazlo tú, que yo no puedo."

Y no importaba lo mucho que quería permanecer a su lado, pero la presión de seguir siendo la hija perfecta de la familia "Garzón Guzmán" me estaba taladrando el cerebro.

-No es que quiera terminarlo así nada más. Es sólo que será más fácil cuando sea mi hora de regresar a Colombia.- recuerdo que dije, la hamburguesa en mis manos ya se había enfriado. -Y es que yo sé que esto para ti tal vez no fue lo más real.

Aún así, ninguna volvió a decir nada.
Johanna se había dado cuenta el mismo día que todo sucedió, y aunque no me presionó para hablar, al día siguiente estaba llorando debajo de las gradas de basquetbol que había en el colegio.

-Siento que pude haber disfrutado más. Y no culpo a tu madre por subir esas fotografías, es sólo que... Que yo no puedo mentirle más a mis padres; y tampoco puedo decirles que estoy enamorada de una chica.

Johanna se limitó a escuchar y apretar mi mano cada que un cúmulo de lágrimas bajaba por mis mejillas. Además, había otra cosa que me rondaba por la mente.

-Le dije 'te amo' en New York.- recuerdo haber susurrado. -Y luego de eso, se quedó a mi lado y tiempo después sólo se fue y no regresó... Al principio creía que había salido por agua o algo así... Cuando bajé las escaleras estaba acostada en el sofá con Ariana, dormían plácidamente y se miraban tan cómodas una en los brazos de la otra.

Aquello había dolido bastante, incluso lo llegaba a recordar cuando Calle sostenía mis manos las dos semanas siguientes a año nuevo.

-¿Y ya has pensado qué harás cuando regreses aquí?- Samuel me sacó de mis pensamientos por tercera vez en nuestra videollamada, era miércoles por la tarde.

-Tengo que validar mi grado, y mientras eso sucede me inscribiré a un curso de finanzas. Luego de eso, supongo que entraré a la universidad.- dije sin mucho ánimo.

Un año; CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora