EXTRA 3: Cotton Candy

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EXTRA 3: Cotton Candy

***Seung***

Nos habíamos juntado tantas veces en esta misma habitación, que al llegar me sentía extrañamente como "en casa".

Mi pequeño rosa era adictivo. Era imposible cansarme de estar con él, pues encarnaba todas mis fantasías e incluso más.

Ese día, llegué más temprano que el pequeño rosa y lo esperé sentado en el sofá que tenía la habitación.

Cuando él llegó, abrió la puerta y se sorprendió al ver que había llegado antes.

- ¿Me he atrasado? - dijo algo asustado.

- No, sólo he llegado algo antes.

- O..ok - dijo tartamudeando.

- Has cambiado tu cabello - le dije al ver que ahora estaba rubio.

- Si, en realidad este es mi color natural...

Dejó su mochila sobre la pequeña mesa que había al entrar y se sacó la chaqueta. Vestía unos jeans ajustados y una camiseta naranja manga larga muy holgada, apenas se podían ver los dedos de sus pequeñas manos.

- Me desnudo? -  preguntó sin mirarme a los ojos.

- Si, desnúdate y ven aquí.

Que no me mirara a los ojos me ponía de muy mal humor. Al principio pensé que era por timidez, pero terminé descubriendo que lo hacía a propósito, como si no quisiera conocer mi rostro, como si verme fuera más incómodo que obedecer todas las órdenes que le doy...eso me molesta.

Se desnudó y se acercó cauteloso a mí. Cuando estuvo a mi alcance, lo tomé de las muñecas para acercarlo y sentarlo en mi regazo, con una pierna a cada lado de mis caderas.

Como siempre, tenía un aroma embriagador, dulce y agradable. Besé su cuello exquisito, y él como siempre parecía un muñeco en mis brazos.

- ¿Cómo puedes ser tan bello? - dije mientras besaba su cuello y su rostro angelical.

- No creo que sea bello...sólo soy yo.

Lo besé en la boca y su esencia me golpeó tan fuerte que quise devorarlo de inmediato. Creo que él notó mi excitación, pues tensó el cuerpo...que era lo que hacía cuando notaba que iba a tomarlo. Alejó la mirada mientras yo me ponía el condón que había dejado cerca con anterioridad.

Puse mis brazos bajo sus piernas y pude alzarlo sin dificultad. Toqué su entrada y como siempre, estaba lubricado y listo para que yo lo penetrara.

Comencé a bajar sus caderas justo en mi erección y a medida que entraba, su gemido se intensificó. Mi pequeño rosa se sujetó, poniendo sus brazos alrededor de mi cuello mientras jadeaba, e intentaba esconder su rostro bajando la mirada.

Hoy realmente me estaba molestando que evitara mirarme, no sé realmente qué fue lo diferente de otras ocasiones, pero me sentía molesto.

- Mírame - le dije.

El pequeño omega levantó el rostro, pero seguía sin encontrar sus ojos con los míos. Si quería evitarme de esta manera, lo obligaría entonces...

Bajé sus caderas al tiempo que lo penetraba completamente. El gemido del omega se convirtió en sollozo al momento y sentí como sus brazos temblaban...al igual que todo su cuerpo.

- No te gusta? - le dije molesto.

- Si...si, me gusta - dijo con una voz apenas audible, pero sin mirarme.

Mi Pequeño OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora