13. Todo tiene un por qué

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2010. Cuando Flavio no era tan malo ni Samantha era tan buena.

Estaba emocionado. Llevaba sin ver a Maialen desde que había terminado el verano y ella había tenido que mudarse a Madrid, donde iba a estudiar los próximos años hasta tener su título universitario, separando sus caminos por primera vez en sus vidas.

No es como si hubieran dejado de hablar de repente, porque se llamaban todas las semanas y se pasaban horas al teléfono, poniéndose mutuamente al día de todas sus novedades. Pero Flavio echaba de menos verla, reírse con ella y en definitiva, tenerla alrededor. Se le hacía muy extraño salir de casa todas las mañanas y que la castaña no estuviera esperándolo, con su mochila fucsia al hombro y algún táper de algo vegetariano para compartir con él en el recreo entre sus manos.

Eran como uña y carne, iban juntos a todas partes, lidiando constantemente con esa concepción que tiene la sociedad de que un chico y una chica no pueden ser amigos sin estar involucrados en el sentido romántico; algo que ya habían aprendido a ignorar, porque les pesaba más ese sentimiento de fraternidad que reinaba entre ellos, que los comentarios hechos por las malas lenguas en tono mordaz y con el objetivo de distanciarlos.

Estaba feliz porque iban a reencontrarse. Hacía poco que había aprobado el carnet de conducir y como era costumbre en su familia, su padre le regaló su primer coche, un polo negro recién salido del concesionario y con todas las comodidades. En un primer momento, pensó que no le darían permiso, porque estaba todo muy reciente, pero su padre, el mismo día que le llevó el vehículo a casa, le tendió las llaves y le dijo: No sé a qué esperas para ir a ver a Maialen.

Así que ese era su plan de fin de semana. Experimentar su primer viaje de carretera, ver a su mejor amiga y disfrutar de su primera fiesta universitaria en una de las mejores facultades del país.

Él se había quedado allí por deseos de su familia. A él le daba igual, porque lo único que quería era continuar con sus estudios de piano para poder ser profesor de conservatorio. Fue la única condición que le puso a su padre cuando le inscribió en el Grado en Empresariales y le hacía ir a la sede del negocio familiar un par de veces por semana, para enseñarle cómo iba todo y conseguir modelar a un digno sucesor del que sentirse orgulloso en un futuro. A su progenitor le había costado llegar a donde estaba, sudor, tiempo y lágrimas, por lo que no quería arriesgarse y dejar su fortuna en las manos equivocadas.

Así que en eso estaba el moreno. Tratando de compaginar su vida académica, su faceta musical y su escasa vida social. Quizás esa era la razón por la que su novia desde que se planteó si quiera tener una pareja; Aura, había roto con él. Ya no se veían tanto cómo antes y entonces ella había necesitado poner distancia para poder buscar lo que Flavio no le estaba dando.

O al menos, eso era lo que se decía a sí mismo, porque no dolía tanto como quedarse con lo que le había dicho ella el día que rompieron; cuando le comentó que creía que era un seta, un soso y que estar a su alrededor era aburrido. Que no le extrañaba que Maialen fuese su única amiga. Le había soltado que ya no disfrutaba de su compañía, que no entendía cómo habían llegado a aguantar tanto tiempo.

Siempre había sido una persona un poco más retraída. De las que se toman su tiempo para pensar antes de hablar, de las que evalúan a las personas antes de decidir si pueden entrar en su círculo o no. Nunca parecía haber supuesto un problema. Su familia lo quería tal y como era, además de que su padre, vaticinaba que aquella mentalidad tan observadora, traería consigo una mente privilegiada para los negocios, predicción que con los años, se cumplió.

Durante toda su vida, parecía que el mundo sí quería aceptarle tal cuál era, pero últimamente, no dejaba de encontrarse con personas que pensaban igual que su ahora ex novia. Que si era muy callado y serio... Que si no todo en esta vida podía ser tocar el piano... Que si podía ser un poco más amigable de vez en cuando...

Como agua y aceite Donde viven las historias. Descúbrelo ahora