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Mew finalmente se quedó hasta el final de la fiesta pues quería volver a ver al omega pero tuvo que soportar al anfitrión hablarle y hablarle de su hijo.

Este quería que lo cortejara y le decía lo orgulloso que se sentiría si lo tenía como yerno y que al ser los dos tan hermosos, tendría unos nietos preciosos.

Quería descifrar el porqué se había sentido así al oler al extraño omega, quería ver qué demonios tenía que lo hacía diferente a los demás.

En varias ocasiones, este quiso interrumpir el parloteo de Suppapong para saber que diablos podía estar haciendo el omega en vez de estar sirviendo copas en la fiesta pero lo pensó mejor pues él no era un alfa que se rebajaba a preguntar por un empleado omega, al fin y al cabo creyó que se le pasaría.

Saint estaba cansado de que su padre le ofreciera al joven alfa Suppasit  como si fuese mercancía que tenía en venta pues a él este no le gustaba lo más mínimo, ya que su corazón y su cuerpo tenía un dueño, aunque este se viera imposible.

Este seguía los movimientos de Zee con la mirada, mientras él chófer se movía con destreza con la bandeja de copas entre los invitados por todo el salón de baile.

El joven alfa tuvo que disimular para que su padre o Mew no se dieran cuenta pues no podía evitar que el omega cada vez le gustase más.

El baile llegó a su fin y uno a uno, los invitados muy sonrientes y agradecidos por una gran velada se fueron marchando, por lo que tanto Zee como Off ya recuperado, volvieron a su puesto para devolverles los coches a sus dueños.

Las doncellas y Berta recogueron las últimas copas y la vajilla de la fiesta para lavarlos y que todo estuviese listo y aunque les quedaba bastante trabajo, sus jefes les dijeron que siguieran en la mañana y que se fuesen a descansar.

Berta, antes ir a su habitación pasó a ver como se encontraba el pequeño omega y al abrir la puerta se lo encontró dormido y tendido en la cama cubierto con una fina sábana.

Este ya no tenía fiebre, su piel a penas estaba caliente pero se veía que lo había pasado mal, tenía la habitación y la cama revueltas y toda su ropa estaba esparcida por el suelo.

También había cristales rotos del vaso y la botella de agua que le habían dejado para hidratarse, entonces los recogió con cuidado pues este podía cortase al levantarse dormido, luego le acarició la cara y se fue a descansar.

Fue una larga noche para todos.

(...)

De vuelta a su mansión, Mew se retorcía incómodo en la parte de atrás de su coche, su chofer le había ayudado a meterse en él pues estaba bastante ebrio pero además de eso, había empezado a sentir un dolor muy intenso en todo el cuerpo.

A cada minuto que pasó, este gruñó desesperado pues no aguantaba estar allí encerrado, su salvaje celo se le había adelantado.

El beta conducía todo lo de prisa que podía, ya que su jefe no paraba de insultarle y de maldecir diciendo cosas incoherentes, era como si se estuviese convirtiendo en un terrorífico monstruo.

Tan pronto llegaron, el alfa saltó de coche y subió a trompicones las escaleras de su mansión, su chofer quiso ayudarlo pero este le lanzó otro fuerte gruñido y el beta salió huyendo.

Como pudo llegó a su habitación y se arrancó del cuerpo el caro traje que lo apretaba, ya no lograba mantenerse en pie, así que a rastras se metió en la ducha, abrió el grifo y dejó que el agua helada cubriese su ardiente cuerpo.

Mew estaba mareado debido al alcohol en su organismo pero alcanzaba a sentir como esa fuerza brutal lo desgarraba desde dentro, estaba descolocado, ya que no entendía cómo era posible que su celo llegase pues aún no le tocaba.

De hecho hacía menos de un mes que lo había tenido y jamás se le había adelantado, ni tampoco lo había irrumpido de una manera tan atroz.

-¿¿¿QUÉ DEMONIOS ME OCURRE???- gruñó.

Tras varios minutos bajo el agua y tras aliviarse, este salió de la ducha y caminó hasta el balcón, estaba ardiendo y no podía soportar ninguna prenda sobre su cuerpo, ni siquiera un boxer, ya que su pene estaba erecto y aunque se había hecho una paja en la ducha, este continuaba igual.

El dolor estaba remitiendo pero sentía una fuerza interior más potente que otras veces y además de que por primera vez, su dentadura le molestaba.

Se dejó caer en la tumbona para ver si la brisa de la noche lo ayudaba a refrigerarse y tras unos minutos ya más tranquilo, pensó en el pobre chofer que había huído asustado debido a sus feroces gruñidos.

Después de una hora volvió a la cama, pero no logró pegar ojo, su mente lo perturbaba con el recuerdo de unos profundos ojos que lo miraban fijamente, sentía un vacío enorme en su interior que lo ahogaba y su polla seguía erguida y latente.

A pesar de bombearla en varias ocasiones hasta correrse, no había conseguido necesitaba un omega con urgencia a pesar de haber estado con dos en la tarde.

—Ese pequeño omega tiene la culpa de esto—susurró molesto entre dientes—...Maldita sea, olía tan jodidamente bien.

(...)

En la mañana, en la casona de los Suppapong ya era hora de levantarse y ponerse con el trabajo, Gulf abrió los ojos al sentir unos toques en su puerta y entonces el picaporte rodó y Berta entró muy sonriente.

-Hola cielo, ¿cómo te encuentras hoy?.

-Mucho mejor gracias...ahora iré a vestirme para ir al trabajo- dijo este sentándose en la cama.

-No...no, tu olor aún es muy fuerte y tienes que estar aquí... Es más seguro para todos- dijo Berta.

-Pe-pero tengo que trabajar... El se-señor me echará y no tengo a donde ir- este estaba muy afligido y entonces pensó del celo era un auténtico incordio.

-No te preocupes te hemos cubierto en la fiesta y no se han dado cuenta... Hoy tampoco se la darán pues se han ido todos a pasar el día a la ciudad...No regresarán hasta por la noche- le dijo Berta acariciando su mejilla.

-Gracias, sois todos muy buenos conmigo... Te prometo que en cuando pueda salir trabajaré muy duro ayudando a todos para compensar esto- dijo el omega muy motivado.

-No hace falta cariño...anda no te preocupes...Bueno, te mandaré a una de las chicas con algo de desayuno para que te alimentes bien y te tomes la pastilla, no te la olvides... Son muy importantes- le advirtió la omega mientras se alejaba hacia la puerta.

-Si claro lo haré, gracias Berta.

Poco después, llegó la doncella con su desayuno, el omega ya se había duchado y se había vestido una sencilla camiseta y unos pantalones cortos también, tenía que estar cómodo pues no sabía si su cuerpo se la volvería a jugar con la alta temperatura y los dolores insoportables.

3. «Pobre Omega Infeliz» -Mewgulf, Zaintsee, Offgun Omegaverse TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora