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Joong Suppapong, era un alfa muy severo pero también muy justo, aunque estaba un poco dominado por su esposa a la cual veneraba.

Éste se destacaba por tener una gran fortuna pues poseía una gran flota​ de barcos mercantes que exportaban a otros países multitud de diversas mercancías.

El matrimonio tenía tres hijos, dos lindas omega ya casadas con unos alfas, los cuales trabajaban en las empresa familiar y un hijo menor, Saint, un joven y hermoso alfa un tanto especial.

Joong era un orgulloso abuelo que adoraba a sus tres nietos alfas, los cuales estaban en la escuela.

El despacho del alfa estaba en la parte más alta de la casona, Off se detuvo ante la gran puerta de madera, entonces tocó con los nudillos y luego esperó.

Segundos después se oyó una voz grave que les dio paso y entonces entraron, Gulf seguía nervioso pues no sabía como sería aquel nuevo y desconocido dueño.

-Señor, le traigo al omega del que mi madre le ha hablado antes- dijo el beta.

-Muy bien Off, gracias...Puedes retirarte a tus quehaceres- ordenó este.

El omega aspiró el olor que había en el ambiente, el cual era​ algo fuerte sin resultar repulsivo, ya que lo podía soportar y acto seguido escuchó de nuevo la grave voz del alfa que le pidió que se acercase.

-Bien niño, siéntate y dime, ¿cuántos años tienes?.

-Buenos días señor, tengo diecinueve años- respondió este educadamente.

-Vaya pareces mucho más joven, supongo que no te habrás alimentado debidamente...supongo que ya habrás tenido tu celo alguna vez ¿verdad?, ¿usas algún tipo de supresores*?- preguntó de nuevo el alfa.

(*Los supresores son un tipo de medicamento que usan los omega para retrasar o apaciguar el dolor del celo, cuando carecen de un alfa que los satisfaga.)

-No, jamás los he tomado y aún no he tenido mi celo pero sé que soy un omega señor- contestó este.

-Si así es, tu olor me lo dice..bien bueno, no creo que tarde pues estás en edad y éste puede mostrarse en cualquier momento...Debemos estar pendientes o tendríamos una situación muy problemática, por lo que mandaré que te los traigan y los tendrás cerca por si ocurre, ¿de acuerdo?-Gulf asintió-.... Eres un omega muy lindo y no queremos que los alfas de esta casa enloquezcan ¿Verdad?.

-Muchas gracias Señor, los tendré cerca y los tomaré- dijo este muy tranquilo.

-Perfecto, pareces un chico responsable y capaz, así que te daré la oportunidad de trabajar aquí y pertenecer a este lugar, así que bienvenido, Gulf.

-Muchas gracias por permitirme quedarme, no lo defraudaré- dijo el omega feliz levantándose de la silla.

-Eso espero...anda ahora ve con Off y Berta, ellos te dirán cuales son tus obligaciones.

-Si, señor, de nuevo gracias.

El alfa sonrió y continuó con sus papeles mientras que el omega salió del despacho muy satisfecho pues al fin había dado con un dueño amable.

Este llegó a la cocina después de perderse por los pasillos en un par de ocasiones, ya que la casona era un laberinto.

La madre del omega muy sonriente le señaló un lugar en la mesa y luego le sirvió en un plato un poco de guiso.

Estaba hambriento, por lo que sonrió dándole las gracias a Berta, la verdad olía delicioso.

El beta y otros empleados más ya estaban sentados a la mesa degustando el rico guiso que Berta, entonces este paró de comer y le presentó a los demás; estaban Zee, que era el chofer y guardaespaldas del señor Suppapong, un omega, el cual olía y se comportaba como si fuese un alfa pues era un caso raro.

Estaban Lyn, Mía y Jesse, que eran tres jóvenes omegas y se ocupaban de la limpieza de la casa y de servir las comidas.

Y Sammy, que era otra dulce y hermosa omega, la cual tenía la función de ser la nany de los nietos de los señores Suppapong.

Luego de un tiempo, las sonrientes doncellas terminaron su comida y se levantaron pues en breve tendrían que servirla a toda la familia.

-Off, ¿y tú que haces aquí exactamente?, ¿Yo seré tu ayudante?-preguntó Gulf interesado.

-Pues yo me ocupo del jardín, de los arreglos de la casa y también hago los recados- contestó.

Berta también se sentó a comer.

-Tú cariño, te ocuparás de suplir las carencias-dijo ésta-...ayudarás a cualquiera que lo necesite y en cualquier momento...Serás nuestro apoyo...En cuando termines tu comida empezarás aquí ayudándome a mí.

-Si, claro, por supuesto -sonrió el omega.

Cuando finalmente todos terminaron, el omega ayudó sirviendo en las bandejas que las doncellas llevaron a la familia, luego lavó los platos y a también ayudó a limpiar toda la cocina.

A este le encantaba estar ocupado, así no pensaba en lo miserable que era su vida sirviendo a otros sin nada más que el mismo y sus cuatro gastadas ropas.

Además la cocinera era muy cariñosa y lo trataba como si lo conociese de siempre y este pronto se encariñó de ella.

Pasaron los días y el omega cada vez se integró más en la casona, ya todos lo querían y respetaban y él estaba encanto pues era un trabajo fácil y llevadero y junto gente buena que no lo molestaban.

La verdad es que nada lo perturbaba, ni le hacía sacar su fuerte carácter, con eso el omega podía decir, que por primera vez en su vida era completamente feliz.

3. «Pobre Omega Infeliz» -Mewgulf, Zaintsee, Offgun Omegaverse TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora