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Gulf no tenía ni idea que iba a hacer allí encerrado todo el tiempo que durase el celo, seguro estaría muy aburrimiento, entonces se le ocurrió pedirle un de las doncellas un libro, ya que podría leer en los momentos más tranquilos.

..-Claro, espera... en mi cuarto tengo varios y te puedo prestar uno de los que ya he leído- le dijo esta muy risueña.

-Muchas gracias, Jesse eres muy amable.

Todos eran muy cariñosos con él, era genial trabajar en aquella casona, por lo que Gulf pensaba que había tenido mucha suerte en acabar allí, el subirse de polizón en la camioneta de Off, había sido todo un acierto.

En las oficinas de "ConstruSuppasit", los empleados trabajaban ajenos a lo que en la planta superior ocurría, sólo Doris, la Secretaría de Mew lo sabía y estaba muy asustada.

Su jefe había llegado a trabajar dos horas más tarde de lo habitual, muy serio y con unas grandes ojeras debajo de una mirada turbia.

Éste se había encerrado en su despacho y llevaba una hora gruñendo y maldiciendo e incluso rompiendo enseres.

Finalmente este salió y la omega lo miró atónita pues tenía el traje destrozado, el pelo todo revuelto y sudaba mucho.

Además de eso, el alfa miraba hacia todos lados como si lo persiguieran, actuaba como un auténtico loco.

-¿Se-Señor está usted b-bien?, ¿q-qué le o-ocurre?- preguntó muy asustada Doris pues jamás había visto a su jefe así.

Tras olisquearla y hacer una mueca de desagrado, este gruñó furioso.

-¡¡¡QUIERO UN OMEGA, AHORA!!!

Luego de eso regresó de nuevo a su despacho.

La temblorosa secretaria llamó a la agencia y pidió un omega para su jefe, como él le había ordenado, minutos después tocó a su puerta escuchando un débil "pase".

La sesentona secretaria vio que había papeles​ esparcidos por todas partes, el teléfono y el portátil estaban destrozados en el suelo y Mew se retorcía en su sillón sudoroso.

-Se-Señor el o-omega vendrá en diez minutos- dijo Doris.

-Bien gr-gracias... Ahora re-retirate y no me m-molestes.

Diez minutos más tarde, un hermoso omega de piel blanca, ojos marrones y el pelo rubio apareció ante Doris, entonces ella le dio paso llamando a la puerta del despacho.

La omega se compareció de este, tal y como ella veía a su jefe creyó que no saldría bien parado pues el alfa esa mañana parecía una verdadera fiera salvaje.

El omega entró algo asustado, ya que el ambiente estaba cargado de un olor muy fuerte, entonces buscó on la mirada a este, el cual estaba sentado en el sillón del escritorio girado hacia el ventana.

-Ho-Hola

Rápidamente, el sillón se giró y Mew lo recorrió con la mirada, tras soltar un gruñido este se levantó como un rayo y de un salto llegó al omega, entonces lo rodeó y frunció el ceño, no era para nada su tipo pero ya estaba tan caliente y desesperado que igual le serviría.

-¡Quítate la ropa!-gruñó con su voz ronca.

El omega se desvistió, desprendiendo olor a miedo y haciendo que este se sintiese poderoso ante él.

-Yo soy superior, no me doblegaré ni temblaré ante ningún omega... Lo de la otra noche con aquel extraño muchacho no me atormentará más-gruñía mentalmente autoconvenciendose-... Yo soy fuerte, no me dominará un mocoso y pequeño omega.... ¡Soy un auténtico alfa pura sangre!.

Lo cierto era que si, el deseo por el moreno y debilucho omega de la familia Suppapong lo estaba dominando y aunque tenía en sus garras al omega de la agencia, al cual besaba y lamía con desespero, éste no saciaba sus ansias, no le atraía su olor, ni tampoco su cuerpo.

Lo obligó a hacerle una felación y luego lo cogió por la cintura tirándolo sobre la mesa bruscamente y sin esperar a que estuviese preparado, el alfa metió de una fuerte estocada su dura y latente polla, por lo que él muchacho gritó desesperadamente por el dolor que estaba sintiendo.

A Mew no le importó, ya que estaba furioso por lo que siguió asestando una y otra vez fuertes estocadas, durante veinte minutos más y cuando al fin sintió su nudo crecer, se derramó en el interior del adolorido y casi inconsciente omega.

Este estaba jadeante de cansancio, se reía como si fuese un loco, el omega rubio entonces se levantó como pudo y bajó de la mesa pero el alfa lo volvió a subir de nuevo y una vez más enterró su erecto miembro.

Tras la tercera cópula, el alfa ya más relajado, caminó hacia su sillón y se dejó caer mientras el omega como pudo se bajó de la mesa.

-¡¡¡Recoge tu ropa y lárgate!!!- le gruñó arrojándole múltiples billetes.

Éste los recogió entre lágrimas y a continuación salió corriendo de allí.

Doris ya se lo imaginaba, por lo que caminó hasta él y le indicó el baño para que se vistiera y pudiese reponerse.

El adolorido omega prostituto entró y se vistió entre quejidos y suspiros, estaba hecho una pena pues el alfa había descargado en él toda su furia y desesperación, luego de eso se fue.

Mew se sentía aliviado, había sido una buena sesión de sexo y creía que ya su cuerpo y su alfa interno estarían satisfechos, entonces se recostó en su sillón y cerró los ojos.

Nada de eso fue posible, ya que su tranquilidad le duró muy poco pues de nuevo el recuerdo del Gulf lo atormentó, volviendo a sentir la sed y el intenso vacío de antes.

El alfa estaba incrédulo, de nuevo su tormento había regresado.

-Tengo que volver a ver a ese maldito omega para entender que es lo que me está pasando pero ¿cómo puedo hacer?, ¿Con qué pretexto podría ir a la casa de los Suppapong?.

Entonces recordó lo desesperado que se veía el viejo alfa por colocarle a su hijo afeminado y pensó que quizás podría aprovecharse de eso.

...-Podría fingir cortejar a su hijo, eso me permitiría ir cuantas veces quisiera...Podría ver al pequeño omega sin parecer un loco y sin levantar sospechas.

3. «Pobre Omega Infeliz» -Mewgulf, Zaintsee, Offgun Omegaverse TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora