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El omega llegó muy agitado a la cocina, le sudaban las manos, su estómago le dolía, también sentía un calor intenso y de repente empezó a mojarse cayéndose al suelo y empezando a retorcerse de dolor.

Berta y las doncellas corrieron a ayudarle pues al parecer le había llegado su primer celo, Off y Zee que llegaron también, quisieron ayudar pero entonces el beta se agitó mucho pues el fuerte y dulce aroma de este lo turbaba, así que su madre lo echó fuera de allí rápidamente.

Gulf debía tomarse los supresores cuanto antes o estarían en un lío si el olor llegaba a un salón lleno de alfas pero las pastillas estaban en su habitación, así que el chófer iba a ir buscarlas pero entonces decidieron que era mejor llevárselo de allí.

Cuando llegaron a la planta baja, entraron en su habitación, lo tendieron en la cama y le dieron el supresor para que hiciera efecto cuanto antes, mientras que el omega gemía por el dolor, sin duda parecía un celo de los peores.

Rápidamente volvieron todos a la cocina pues debían seguir con su trabajo, por lo que este s se quedó sólo y cerrado con llave, ya que Berta la llevaba en su bolsillo pues era lo más seguro.

-Bueno muchachos, no pasa nada...Tenemos que suplirlo y mi hijo está indispuesto- dijo Berta mirando a Zee

El moreno sería el que ocuparía el lugar del omega para recoger y servir las mesas.

De repente oyeron la campanita que ordenaba la recogida de la vajilla y el servicio del primer plato.

Los omegas volvieron a salir en fila india sin dejar de sonreír hacia el gran salón, Mew que casi no había probado bocado sonrió pues esperaba volver a ver a aquel extraño omega y volver a oler su exquisito aroma.

Este recordó las preciosas facciones de este mirándolo con desconcierto, entonces se preocupó si el pequeño omega también se habría sentido extraño por el.

Se sintió decepcionado cuando vio que al otro omega entrar detrás de las doncellas y entonces pensó que era una pena perderlo de vista pero entendió que probablemente éste tendría otras obligaciones.

Luego pensó que quizás en el postre o en el baile lo volvería a ver, sirviendo las copas, estaba nervioso pues era desconcertante no obtener respuestas y muy incómodo a la vez pues su polla apretaba su pantalón como el demonio.

Saint se sorprendió al ver al chófer, ya que por lo que él sabía, éste estaría esa noche de aparcacoches pero en ese momento estaba ocupando el lugar de Gulf.

Suspiró nervioso pues aunque ver al moreno siempre le gustaba, temía no poder controlarse al tenerlo cerca en el momento que le sirviese la comida en su plato.

Este no tenía problema en hacer de camarero, la verdad se desenvolvía como si hubiese hecho siempre, aunque cuando llegó al frente del hijo de su jefe y notó el suave aroma del tierno alfa, no pudo evitar levantar la vista y mirarlo fijamente.

Saint estaba arrebatadoramente hermoso con su traje nuevo, el cual resaltaba sus preciosos y brillantes ojos y su blanquecina piel, por lo que este se sintió confuso, ya que nunca antes había reparado tanto en él.

Zee volvió a la realidad cuando una omega rió eufóricamente, Saint le era prohibido pues era el hijo de su jefe, así que reprimió su instinto y siguió cumpliendo con su trabajo pues no podía permitirse perderlo.

Una vez que terminaron de servir volvieron a la cocina de nuevo, en fila india y sonriendo al compás de la dulce melodía que inundaba el comedor.

Cuando sonó de nuevo la campanilla, los omegas repitieron el mismo proceso, recogiendo la vajilla y luego volviendo a salir para servir el segundo plato y poco después, una vez más los postres.

Mew comprobó de nuevo muy decepcionado y algo molesto que el omega no salió tampoco en esta ocasión, realmente estaba muy confuso y triste, por lo que estaba pensando en no quedarse para el baile, si no volvía a verlo.

Mientras, en su habitación, Gulf sufría un dolor insoportable y aunque se había tomado el supresor, notaba muy poco alivio.

Su panza dolía, su cuerpo estaba ardiendo y notaba su entrada lubricada y contrayéndose continuamente, además de que su pene estaba duro y latente.

Sabía algo sobre el celo porque lo había leído cuando estaba con las chicas pero la verdad era que no pensó que sería tan doloroso.

También había oído que existían juguetes para mitigarlo pero él no tenía ninguno pues no se había preocupado de proveerse de uno y molesto estaba comprobando lo necesario que era.

En un momento de lucidez, decidió auto satisfacerse, aunque solo fuese descargando su polla, entonces la agarró y bombeó hasta que entre gemidos y espasmos logró correrse.

Comprobó que eso apaciguaba el dolor por un rato, así que en cuando recuperó las fuerzas, volvió a repetir la misma operación.

Durante todo el tiempo que duró la primera fase del celo, en la mente del omega tan sólo existían los ojos tremendamente atrayentes que le recordaron al negro cielo que había en la granja en la que había trabajado de niño y en cual contempló tantas noches tumbado sobre el verde pasto.

Para cuando este se empezó a sentir mejor ya habían pasado varias horas, los invitados estaban en el baile y triste se maldecía pues hubiese querido verlo, ¿Por qué ahora?, ¿por qué justo ese día que había una fiesta?, era muy injusto.

Además, este estaba preocupado por si los Suppapong lo despedían pues si eso ocurría no tendría a donde ir, por él hubiese sido seguido trabajando y ver como era el baile pues había ayudado con mucha ilusión toda la preparación de los preparativos.

Estaba furioso consigo mismo y con su cuerpo pues odiaba ser un débil omega y tener esa vulnerabilidad ante el celo y los alfas.

3. «Pobre Omega Infeliz» -Mewgulf, Zaintsee, Offgun Omegaverse TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora