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Gulf apenas pudo despedirse de todos, Berta y la doncellas ya recuperadas lloraban al igual que él pues todo fue muy rápido y la señora tan sólo le había dicho que se iría de allí y que recogiera sus cosas.

El omega estaba muy triste pero también muy enfadado, no entendía porque lo había sacado de la casona así de repente pues él había obedecido siempre y trabajado duro sin quejarse.

...-Yo no hice nada malo, es muy injusto, ¿Por qué yo?, ¿Por qué ahora?, ¿A dónde iré?- decía molesto sentado en la camioneta, al lado de un Off totalmente inmerso en sus propios pensamientos.

El beta también estaba molesto con sus patrones pues por culpa de ellos no había podido volver a ver y ni despedirse del hermoso beta médico.

Su cuerpo lo reclamaba, sentía que le gustaba, que lo deseaba y que quería tenerlo para sí pero trabajando en la casona todo el día no podía ir hasta el hospital, había incluso pensado escabullirse alguna noche pero tampoco sabía si tendría la certeza de podérselo encontrar pues la uci era una unidad restringida y no cualquiera podía entrar.

Ambos resoplaban y maldecian su suerte pues ninguno de los dos estaban de acuerdo con los actos de los Suppapong.

Gulf, además estaba cansado de que lo ningunearan, siempre perdía todo lo que quería, siempre lo arrebataban de los lugares en los que estaba tranquilo, el mundo estaba empeñado en hacerlo infeliz.

Finalmente se pararon delante de una gran mansión con preciosos jardines, la verdad era muy bonita pero el omega prefería regresar con Berta, ya que la quería y allí no conocería a nadie.

...- ¿Quién vive ahí?- le preguntó al beta mientras lo acompañaba a la puerta.

Off no habló, no sabía que responder, solo estiró el brazo y dio al timbre, entonces una omega mayor les abrió.

-Buenas, vengo a dejar a Gulf- dijo el beta con desgana.

-Si, el joven ya te espera, bienvenido- habló esta mirando al tembloroso omega.

El beta se volvió hacia Gulf y le tendió la maleta, éste la cogió sin mirarle, ya que estaba muy molesto con él pues aparte de no explicarle nada de lo que pasaba, lo estaba dejando allí como si nada, cuando él había creído que eran amigos y podía haberle ayudado a escapar.

-Lo siento, Gulf... te deseo que te vaya bien la vida- dijo este yéndose sin mirar atrás.

Tras seguirlo con la mirada, finalmente la anciana omega cerró la puerta.

-Sigueme muchacho.

El omega caminó detrás de esta y entonces llegaron a una gran puerta cerrada, Gulf estaba muy nervioso pues no sabía que se encontraría.

«¿Y si es un psicópata o un desalmado?, ¿Que haré si es un maltratador o a lo peor un asesino?, ¿Quién me ayudará? » Pensó este.

Sara que así se llama esta, llamó y tras abrir la puerta, le dio paso al omega y este notó el fuerte olor a alfa aunque era un aroma que le resultaba conocido.

Temeroso miró hacia todas partes, reparando en que el lugar era precioso, había una gran chimenea​ con dos sillones cara a ella, una enorme mesa con dos servicios puestos, pensó que debían de ser un matrimonio .

-Joven, ya han traído al muchacho-dijo esta.

-Gracias Sara, déjanos solos-dijo una voz profunda detrás de uno de los sillones frente a la chimenea.

El omega se estremeció.

-Esa voz...

De repente el misterioso alfa se giró su sillón, por lo que el omega casi se muere de la impresión.

-Hola Gulf, bienvenido a mi casa- dijo Mew muy serio.

-¿Se-Señor Su-Suppasit?, ¿es u-usted quién me...- balbuceó el omega sorprendido.

«¿Por qué los Suppapong me habrán mandado con su futuro yerno?» pensó muy extrañado.

-Anda, ven acércate más, no me temas.

Gulf se acercó tembloroso con su maleta en la mano, no entendía nada.

-Desde ahora trabajarás para mi... No volverás a la casona de los Suppapong, así que olvidalos a todos- ordenó el alfa mirándolo fijamente.

Al omega eso no le gustó pues él no se olvidaba de la gente que lo quería y lo trataba bien, esa era una orden muy cruel.

-No lo haré, yo quiero volver allí, no quiero estar aquí, huele a maldad- dijo molesto.

El alfa resopló y se levantó del sillón.

-Pues lo siento pero tú no saldrás a ningún sitio, debes estar aquí-Gruñó este furioso.

-¡No me gusta usted!, ¡es malo!, ¡quiero irme!- gritó entonces Gulf corriendo hacia la puerta.

-¡Tranquilízate!, ¡ellos te cambiaron!, ¡eres un pago!- gruñó ya perdiendo los nervios y caminando rápidamente hacía el omega.

-¡No!, ¡no!, ¡eso es mentira!...¡es mentira!, ¡Déjeme ir!... ¿qué quiere de mi?- el omega estaba fuera de sí y desprendía miedo por todos sus poros mientras aporreaba la puerta, la cual la había bloqueado el alfa.

Finalmente Mew lo agarró del brazo pero éste se zafó y entonces corrió a esconderse detrás de los sillones, pensando que ese alfa que tenía delante era muy diferente al que iba a casa de los Suppapong, este era cruel y olía muy fuerte.

El alfa le recordó entonces, al alfa del hotel donde había trabajado y que quería abusar de él y que además lo golpeaba mucho al no conseguir nada.

Mew estaba eufórico pues el olor y la rebeldía del omega lo estaban volviendo loco, por lo que fue a los sillones y lo atrapó por un brazo de nuevo, no pensaba que este fuese así, ya que le había visto muy dulce y sumiso en la casa de los Suppapong.

-¿Qué es lo que le pasa?-preguntó confuso.

Gulf se desesperó más al verse sujeto y forcejeó como un animalillo aterrado, intentando soltarse y escapar pero el alfa era muy fuerte y no consiguió soltarse.

Harto ya, Mew soltó un fuerte gruñido y entonces el omega se sobresaltó, por lo que se dio un fuerte golpe contra la pared, el cual lo dejó inconsciente.

-No, no, no, no... Gulf despierta... ¡Gulf!- el alfa lo llamó desesperado intentando hacerlo reaccionar.

-¡Sara!, ¡Sara!, ¡llama al doctor!- gritó el alfa mientras cogía en brazos al omega y lo llevaba escaleras arriba.

Con cuidado lo dejó sobre la cama de una habitación situada al lado de la suya, la cual su ama de llaves había preparado anteriormente, ya que él no pensaba tener a Gulf de sirviente pero no quería decirle toda la verdad de golpe y por eso le había dicho que trabajaría allí.

A pesar de eso, el omega se había asustado igualmente y permanecía inconsciente y tendido inmóvil en la cama, mientras el alfa se regañaba a sí mismo por ser tan bruto y asustarlo.

Estaba aterrado de que este no despertase y si lo hacia que lo odiase, nada de lo que estaba ocurriendo era como había imaginado y entonces creyó que no había sido tan buena idea el arrebatarselo así a los Suppapong, sin siquiera pensar en lo que el pobre omega estaría sintiendo.

3. «Pobre Omega Infeliz» -Mewgulf, Zaintsee, Offgun Omegaverse TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora