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Saint contemplaba de nuevo el enorme y maravilloso ramo de rosas rojas que había en la sala, el joven alfa acababa de llegar en su moto de dar una vuelta con sus amigos de clase y al entrar lo había visto sobre la mesa del salón.

Pensó que sería un detalle de su padre para su madre por aquello del reciente aniversario pues Mew ya le había mandado uno dos días atrás uno pero al acercarse para olerlas vio que la tarjeta tenía su nombre, entonces la cogió.

Se quedó blanco cuando vio el nombre del remitente, la leyó y no pudo evitar ruborizarse pues de nuevo eran de su pretendiente.

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Este ramo no de acerca ni de lejos a tu increíble belleza, ansío contemplarte de nuevo.

Mew Suppasit

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En ese momento entraron en la casa su padre y el chófer, los cuales se le quedaron mirando al verlo tan ruborizado y con la tarjeta en la mano.

-¡Vaya es igual de enorme que el anterior!, Al parecer tu pretendiente no escatima en su amado- exclamó Joong muy contento pues su plan iba muy bien—...Anda por favor Zee, coge ese ramo y llévalo a la habitación de mi hijo, que lo disfrute pues es suyo.

-Bi-Bien señor- dijo el omega tras dejar de mirar al joven alfa.

Saint se arrepintió en ese mismo instante de ser tan tonto y ruborizarse por las estúpidas flores, se las había mandado un tipo que ni siquiera le interesaba y además se estaba comportando como una tontorrona y enamoradiza omega ante Zee. 

El moreno por su parte, subió las escaleras de nuevo con ese otro enorme ramo que lo traía muy molesto y en cuanto entró en la habitación del castaño alfa, sus fosas nasales se llenaron del intenso y dulce aroma de éste, nuevamente el omega sintió como estar en el paraíso.

Tras recobrar el control, lo dejó junto al otro en una de las mesas y como masoquista cogió y tras mirar hacia la puerta la leyó rápidamente, al igual que había hecho con la anterior.

La cerró y la puso de nuevo en su lugar de mala gana, había sido un gran error ya que eso lo hizo enfurecerse mucho más de lo que ya estaba.

-Estúpido niño rico... Le falta tiempo para perder el culo por cuatro palabras dulces y unas malditas flores- gruñó enfadado sujetándose la cara mientras intentaba tranquilizarse caminando de un lado a otro.

Tras unos minutos, salió de allí encontrándose con Saint en la escalera, entonces lo miró con tristeza y decepción y el omega juraría que hasta tenía lágrimas en sus ojos, entonces quiso decirle algo pero no merecía la pena, eran de mundos diferentes y jamás podrían estar juntos.

Este vio alejarse al chófer escaleras abajo sin mirar atrás, entonces corrió a su habitación y se tiró en la cama para llorar desconsoladamente, era injusto todo lo que ocurría pues él tan solo obedecía a su padre.

No sabía que hacer, no quería que Suppasit lo cortejase pero su padre lo obligaba pero se moría por el chófer pero este ni siquiera sabía que existía, creía que su vida era una tortura.

Hubiese deseado mil veces que hubiese sido Zee él que se las hubiese regalado pero tenía que soportar que fuese ese alfa millonario y arrogante, con el cual sus padres estaba encantados y felices.

Entonces empezó a pensar que si se casaba con él, éste seguro quería tocarlo, besarle e incluso poseerlo y marcarlo, múltiples náuseas vinieron a su boca y corrió al lavabo, ya que sintió repugnancia.

Zee por su parte fue a su habitación mientras no estaba la cena, seguía muy molesto y en realidad no sabía porqué le afectaba tanto lo que hiciese el pequeño alfa pues sabía perfectamente que no tenía ninguna posibilidad de tener nada con él.

Entonces recordó el dulce y exquisito aroma que había en la habitación, luego pensó en sus preciosos ojos y su maravillosa y apetecible piel, el alfa le parecía una auténtica delicia y de repente se dio cuenta que se había puesto duro.

Empezó a acariciar su prominente bulto, estaba muy caliente, eróticos gemidos salieron de su boca y entonces se metió la mano por dentro del boxer y cogió su pene, imaginando que era la mano de Saint.

Suavemente empezó a bombearlo pensando en la cara del joven alfa sonrojado, recordó lo tierno y sexy que se veía, entonces intensificó el bombeo pronunciando su nombre un par de veces, finalmente se corrió en su propia mano.

Luego de unos minutos jadeando y repitiendo el nombre de este, el chófer se corrió en su mano.

—Oh joder, ¿Qué estoy haciendo?

El joven alfa se estaba era un jodido y excitante dolor de cabeza, que si seguía así, probablemente se acabaría convertiendo en un grandísimo problema.

3. «Pobre Omega Infeliz» -Mewgulf, Zaintsee, Offgun Omegaverse TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora