CAPITULO 9

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LULÚ

Decir que al día siguiente, por enterarme a voces que su vuelo era a las 8h de la mañana y que no fui al aeropuerto.

Mentiría.

Lo hice y hora antes a ese horario, por si el dulce milagro de verlo antes de su embarque se presentaba.

Pero, no.

Como tampoco las mujeres de la mesa de entrada me quisieron decir de él, cuando pedí la información, ya que era confidencial y lo no, menos importante.

Yo era una menor de edad y estúpidamente, ni documentación personal había llevado conmigo por más que mencioné como 800 veces hasta hacer sangrar sus oídos, que era un familiar.

Y miré la inmensidad del aeropuerto, angustiada y sin saber que más hacer.

Solo sabía su horario de partida, pero no, destino.

Podía ser cualquier jodido lugar del mundo, pese a que pensé en un momento en África.

Y lo que me daba fuerza y me sostenía con mis cuatros eufóricos sentidos, era lo que retenía mis manos sin dejar de mirar entre la multitud.

La carta.

Pero, no la suya.

Una mía y lo hice anoche.

Y que decidida por más que no lo viera, yo necesitaba que llegue a su poder.

Y con el último aliento y voluntad con ella en mis dedos, volví a la mesa de abordaje principal.

Tragando saliva como tímida, pero muy decidida al ser mi turno nuevamente, la puse sobre la superficie de atención al cliente.

- No sé, si esto infringe la ley, también... - Hablé a las mujeres. - ...pero podrían dársela, por favor... - Rogué sincera. - ...es muy importante que llegue a sus manos... - Murmuré, continuo a hacer un gesto determinante. - ...prometo no insistir y retirarme.  - La señalé. - Solo es una carta...por favor... - Finalicé.

Y no esperé respuesta de ninguna.

Pero sí, me despedí con un ademán de igual manera en agradecimiento con una sonrisa triste y dejando mi carta sobre la mesa reposando frente a ellas.

8 Segundos® [COMPLETA] [+16]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora