CAPITULO 12

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LULÚ

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LULÚ

Chillo al bajar corriendo por las escaleras, saliendo de mi habitación a toda velocidad, asustando a papá que descansando en su día libre, plácidamente en el sofá uva mirando una serie policial.

Mamá no está, pero no falta mucho que llegue del Hospital Infantil.

Y Caylén, aún con su uniforme del secundario, salta también sobre su lugar al escucharme.

Mientras hurgaba el refri por una merienda.

Inevitablemente los dos se encuentran casi en la puerta de casa alarmados, al verme que salgo por esta y segundos después vuelvo.

Asustados, pero sin saber que mis exclamaciones en sí, son de alegría trayendo ahora, cuando momentos antes estaban vacías.

Mis manos cargando la correspondencia, cual acosadora desde mi habitación y por mi ventana a cada rato, miraba por ella y a la espera del cartero.

Y llegando en su lindo camioncito del correo y con mi apuro al verlo, casi no llegó a ponerlo en el buzón de casa, por ya estar esperándolo y con mis manos extendidas sonriente, por más nervios carcomiéndome dentro mío.

- ¿A la antigua? - Mi hermano con su rebanada de pan con aderezo habla, viendo que me quedo con dos sobres a mi nombre, dejando el resto en la mesita de entrada. - Para eso están las app y los teléfonos. - Punto para abajo para él, el método de entrega de las editoriales.

Y yo lo miro feo y abrazando mi correspondencia.

Las acaricio, elevándole una ceja.

- ¡Es lo que me gusta! - Las extiendo, sintiendo sus texturas, para luego olerlas. - El olor a papel de un sobre, un libro o los cuadernos es lo mejor del mundo... - Exclamo, enamorada de todo lo que es hoja.

- Que asco... - Mi hermanito dice sin comprender lo que es la magia de la escritura y regresando a la cocina para seguir comiendo su merienda a medio preparar, pero voltea y las señala con su pan. - Antes de llegar a ti, fueron manoseados por otros antes. - Analiza. - ¿Y tienes idea, lo que esos individuos hicieron con sus manos? - Nos muestra un dedo. - Fueron al baño... - Muestra un segundo, enumerando. - ...se limpiaron los mocos o rascaron sus bo...

- ¡Papá! - Niego, tapando mis orejas para no escuchar sus inmundicias y papá intercede riendo.

Le indica que siga camino y Caylén divertido obedece, triunfante ante mi cara.

- ¿Las respuestas de trabajo? - Al ver de qué tratan, me pregunta sobre mi manojo de nervios.

Solo digo sí, con mi barbilla.

No puedo ni contestar de la emoción mirando como él, los dos sobres.

Sus respuestas, tras enviarlas hace poco más de dos semanas.

Tomando asiento a mi lado en los sillones, deposito una junto a la otra, todavía sin animarme a abrirlas.

Acaricia el largo de mi cabello.

- Hija, si no dicen lo que esperas... 

- ...no te preocupes... - Lo interrumpo por el consuelo que me quiere dar, ante mi expectativa y que la respuesta de ellas sea negativa por mi falta de experiencia como edad. - ...no me rendiré... - Le digo, abriendo ambas al mismo tiempo y sacando el papel del interior a su vez.

Y papá conmigo, lee las respuestas.

Cual a ver tanto como yo lo que dicen, me palmea cariñoso mi espalda.

Ya que las dos editoriales, pese a que me agradecen mi postulación, con agradables palabras y cordiales saludos me notifican que fue negada la misma.

Tengo ganas de llorar, pero no me lo permito, porque un tropezón no es caída y sé, que en este mundo que elegí, recién comienzo.

Y lo reemplazo por una sonrisa, que procuro que sea valiente.

Miro a papá y a Caylén, ya que y fuera de toda broma, mi hermano me mira triste.

Elevo los papeles.

- Todavía, falta una... - Murmuro, poniéndome de pie y tomando los sobres vacíos. - ...mandé tres y aún... - Hago con mi pulgar e índice un diminuto espacio entre ellos y sin unirlos. - ...me queda una pequeñita esperanza... - Exhalo y por más sensación triste, feliz.

Y lo vuelvo hacer en la noche y en mi baño, saliendo de una ducha antes de acostarme a dormir.

Emanar por más tristeza ante los rechazos, un duro aire, pero con recargada esperanza mientras envuelta en mi toalla rosa de flores.

Sí, rosas.

Limpio con mi puño el espejo empañado, por el vapor que colma dentro y poder ver mi rostro reflejado.

Seguido a elevar ese mismo puño y decirme a mí misma.

- ¡Tú, puedes, Lulú! - Animarme.

- ¡Tú, puedes, Lulú! - Animarme

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CLARENCE

Abro los grandes ventanales de la sala y que dan a mi terraza, con vista a la calle desde el piso que me encuentro.

Dejando en segunda instancia mi celular al finalizar la llamada y en un principio mi máquina de escribir por el  llamado de este, para salir afuera por un poco de aire fresco de la noche y pensativo tras escuchar lo que Cristiano me dijo momentos antes, reflexiono.

Una melodiosa canción desde mi sala con mariachis acompañando al cantante, inunda sobre mi silencio, mirando todo lo que me rodea.

Calle, autos pasando, el café bar a un lado y par de gente caminando por más hora de la noche.

Con ropa de cama y solo abrigado con la bata, mi vista baja al piso poniendo mis manos en su bolsillos, analizando la situación.

Y la tristeza que me describió que Luz sintió por la negativa laboral por más disimulo que hizo, la siento como propia, causando que una mano abrigada contra el frío en un bolsillo, la lleve a mi pecho y golpee varias veces, como si eso me diera paz.

Tomo asiento en una de las sillas y estilo jardín, que decoran la estancia al aire libre con su hierro forjado con almohadón y compré por ser parecidas a los Tatúm en su patio trasero.

Nuestro jardín secreto.

Y sobre su apoyabrazos, mi mano va a mi boca para frotar mis labios con un dedo y seguir pensando en todo esto.

Mierda.

Cierro mis ojos deliberando.

¿Qué hago?


8 Segundos® [COMPLETA] [+16]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora