Maquillaje para ser perfecta ×Chloe x tn×

20.- Engaños y envidia.

Narradora omnisciente.

La pelirroja notó  las intenciones de la rubia y cerró poco a poco los ojos sintiendo la cercanía de ella.

Aunque la puerta fue abierta por el mayordomo provocando que Sabrina empujara sin querer a  Chloé haciendo que cayera al piso.

— Auch –dijo en voz baja la rubia.

— Señorita Chloé –exclamo el mayordomo corriendo apresurado a levantar a la rubia— ¿Se encuentra usted bien? –pregunto preocupado.

— S-sí –se sento en su cama junto a una pelirroja que su cara competía con el color de su cabello.

— Bueno –el mayordomo ladeo la cabeza ligeramente al ver a las amigas algo nerviosas e incómodas— Venía a decirles que ya casi está la comida, me retiro.

Y se fue en silencio, Chloé pensaba en que lo habia arruinado y que Sabrina ya no quería saber de ella.

— Yo... –dijeron al mismo tiempo ambas chicas provocando que soltarán una risita nerviosa.

— Lo siento, Sabrina –se disculpo Chloé— no sé que me pasó y-

— No te preocupes Chloé –interrumpió a la rubia— yo creo que...

— ¿Qué? –le animo a continuar.

En la mente de Sabrina, ella estaba feliz y tan emocionada al ver que sus sentimientos eran correspondidos pero, una parte de ella quería que Tn viera que Chloé era suya.

— Me gustas Chloé –murmuro bajito— siempre me has gustado...

Chloé en ese momento sentía como si hubiera corrido una maratón su corazón se aceleró ligeramente pero no sintió aquellas mariposas, es como si algo le hiciera falta aún así, le sonrió a la pelirroja y la abrazo.

— Y tú a mi, Sabrina –le susurra al oído— siempre has sido tú...

Ambas se veían fijamente, se sonrieron nerviosas y se tomaron de la mano.

Todo iba a la perfección para Sabrina pero, ¿realmente durará toda esa mentira?

Mientras todo era miel sobre hojuelas para Sabrina, era todo un lio para Tn.

Estaba feliz de saber que ya pronto vería a Chloé, volvería a hablar con ella y perderse por ahí.

Con ella sentía que podía hablar de todo, los silenciosos nunca fueron incómodos y realmente le gustaba estar con ella. Y también ella.

Aunque se sentía mal por Marinette, le agradecía haberla ayudado toda esa semana a que no se sumergió en una depresión pero, siendo sincera con ella misma no pudo haberse enamorado de ella a pesar de lo que hizo.

Miro las últimas fotos de su galería, de Marinette y ella paseando por ahí.

— Lo siento, Mari –suspiró viendo la última foto donde aparecían las dos sonrientes— aun qué quisiera... No puedo corresponder a tus sentimientos...

Bloqueo el teléfono y lo dejo en la mesa de noche mientras se acostaba en su cama, estirándose viendo al techo dejo salir un pesado suspiro.