Capítulo XII "Hogsmeade"

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El partido comenzó con intensidad. Las bludgers volaban a toda velocidad, golpeadas tanto por Nina, como por Robert y Lisander. Silena zigzaguaba rápidamente por el campo, ojo avizor a la snitch y James, Sirius y Sophie trataban de arrebatar la quaffle a los jugadores de Hufflepuff, que la lanzaban repetidamente hacia los aros. Aunque Frank se esforzaba, era difícil parar varios de los fuertes tiros. No había pasado ni un cuarto de hora cuando James pidió pausa. Alice aprovechó para comentar el partido.

-Nos van a masacrar...

-Ya lo están haciendo -suspiré-, todos tienen la cabeza en otro sitio...

-Mira a James, creo que les está echando la bronca. Espera, ya salen.

Fue como si Gryffindor se hubiera puesto las pilas. Sophie estaba lanzada, robando quaffles y pasando se las tanto a Sirius como a James, que marcaban rápidamente. Cuando parecía que Silena estaba a un centímetro de la snitch, Nina la apartó al golpearla con la bludger. Silena gruñó y volvió a buscarla de nuevo.

-¡Silly, allí! -gritó Robert.

Y de repente fue como si fuera a cámara lenta. Hufflepuff ganaba por apenas dos puntos, de manera que atrapar la snitch sería decisivo para ambos equipos. Los buscadores se lanzaron en picado y se convirtieron en un borrón. Justo antes de tocar el suelo giraron para quedar en vertical, estiraron los brazos y...

-¡La tengo! ¡Tengo la snitch! -gritó Silena, eufórica.

-¡Sí! ¡Sabía que lo conseguiríamos! -Alice comenzó a aplaudir.

-Por cierto, Charlie, ¿vendrás a Hogsmeade? -preguntó Remus.

-No lo siento, tengo que estudiar y escribir el trabajo para Pociones, otra vez será.

-Está bien, nos vemos en la cena.

Todos los jugadores de Gryffindor fueron cogidos en brazos nada más salir del vestuario. Entre risas y canciones, se los llevaron por el camino que iba a Hogsmeade. Pronto no quedó nadie cerca del Estadio, pero, a pesar del frío decidí quedarme un rato más, a disfrutar de la tranquilidad. Estaba a punto de irme, cuando vi la puerta del vestuario abrirse y una figura con el pelo mojado salir de él.

-¿Sophie?

-¡Charlie! ¿Donde están todos? -me preguntó con suavidad, como anticipando el golpe.

-Se... se han ido a celebrar la victoria.

Sophie parpadeó rápidamente y tomo aire.

-Se han olvidado de mí -susurró, tan bajo que fue difícil entenderla.

-No, que va.

-Sí. Yo solo quería darme una ducha para relajarme y me han dejado tirada, como soy la nueva este año...Se los han llevado a hombros, ¿verdad?

No pude mentirla.

-Sí -murmuré.

-Bien

Se dió la vuelta, lista para marcharse, aún con su sudadera del equipo puesta, que rezaba 'Blackbird' en su espalda. La agarré del hombro y me pusé delante suyo, dándole la espalda.

-Sube -le dije.

-¿Pero qué...?

-Tú sube.

Entonces la cogí a caballito. Ella me rodeó el cuello y los hombros con los brazos.

-¿Y ahora qué?

-Ellos se han ido sobre los hombros de sus 'admiradores', tú te irás sobre mis hombros.

Y comencé a caminar por el camino de Hogsmeade. Me eché a reir.

-Por un momento creí que perderíamos.

-Yo también -reconoció-. Cuando Nina golpeó a Silena pensé: 'Vamos a sucumbir como Constantinopla, con un solo cañón'

Sonreí. Ambos comenzamos una divertida charla sobre Constantinopla, pero en cuanto llegamos a Hogsmeade se había convertido en una discusión sobre botas de agua.

Hogsmeade estaba en plena ebullición. Por todas partes se veían alumnos, riendo y corriendo. Entramos a Honeydukes, que parecía a punto de reventar de gente. Fue entonces cuando caí en que no había traido dinero.

-Oh no, no he traido ni un solo galeón.

-No te preocupes -Sophie sonrió cálidamente-, yo pago.

Acabamos la tarde en Las Tres Escobas, merendando cerveza de mantequilla, chocolate caliente y pastelitos de grosella. Sophie admiraba la pluma que había comprado en la Casa de las Plumas (pero que yo pagaría nada más llegar a Hogwarts).

-Últimamente no consigo encontrar tiempo para hacer nada -se quejó. Y era cierto, Sophie y yo no solo compartíamos Estudios Muggles Avanzados y Herbología Avanzada, si no que ella también cursaba Aritmecia Avanzada e Historia de la Magia Avanzada.

-Yo tampoco -respondí, entre sorvos a mi chocolate con miel-. Y los EXTASIS ya son la gota que colma el vaso.

-Bueno, tal vez tendrías que tomartelos más con calma -sugirió una voz conocida.

-Siéntate, Lily -invitó Sophie.

Lily sonrió y tomó asiento. Rosmerta le trajo un vaso de jarabe de cereza.

-¿No estabas con James? -se interesó Sophie.

-Bah, que va. Está rodeado de admiradoras que están deseando besarse con él, y que su novia esté delante afectaría a su fama de seductor.

-¿Y eso no te molesta? -me pregunté, pensando en Sirius y en nuestras pequeñas disputas.

-Bueno un poco, pero sé que por mucho que se haga el duro, su corazón es solo mío.

-La verdad es que es bonito veros tan enamorados -reconocí.

-Sí -concidió Sophie-, la verdad es que da gusto no ver otra pareja de esas que solo están por lo físico.

Charlamos un rato más, pero mi mente estaba en otra parte. ¿Había echo mal en darle ese ultimátum a Sirius? ¿O se lo merecía? ¿Me quería de verdad? Pero, sobre todo, ¿le quería yo? "Sí." susurró una parte perdida de mi mente "Sí, y lo sabes."

-¿A qué sí, Charlie? -Sophie me despertó de mi ensueño.

-¿Qué? Sí... no, espera ¿qué?

-Que el último partido de las Flechas de Appleby fue increible.

-No lo vi -reconocí.

-Pues les pegamos una paliza a los Chudley Cannons -Sophie inchó el pecho con orgullo.

-Bah, esos son unos mantas -le quitó importancia Lily-. A quién de verdad tenían que haber ganado es a los Falmouth Falcons.

-¡Pero si tienen un nivel físico increible! ¡Es imposible!

-Pero no cerebro -rebatió Lily.

-Qué más da, ya les panearemos en abril.

*****

Aquella noche estabamos todas agotadas, pero eso no evitó que aún pasadas las once siguieramos hablando. Cuando al fin apagamos las luces, Sophie decidió quedarse un rato más leyendo, con un lumos y bajo la colcha, para no molestar, y yo la imité. Tras esto a Sophie no le costó nada conciliar el sueño, pero yo estuve dando vueltas en la cama durante un rato. Al cabo de un rato oí un ruido en la ventana y, varita en ristre, me levanté a mirar. Imaginad mi sorpresa cuando descubrí que, posada en el alfeizar, había una lechuza de plumaje color rojizo, con una nota atada a la pata, que rezaba Charlie R. Le abrí la ventana y vino a posarse en mi cama.

-¿Frijoles -susurré-, que haces aquí? ¿Te ha mandado Sirius?

Frijoles inclinó el pico como asintiendo y abrí la nota. Decía:Nos vemos en la Sala Común. Abrígate, tengo algo que enseñarte. Sirius.

Me puse unos vaqueros, una camiseta y unas botas. Miré de nuevo la nota y, por si acaso, cogí el jersey más gordo que tenía, uno de lana color granate, y salí del cuarto.

Until the very endDonde viven las historias. Descúbrelo ahora