Capítulo VIII "Navidad"

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Me desperté al caer de la cama. Por suerte el ruido también había desvelado a Alice. Juntas corrimos a ver los regalos. Mi madre y mi padre me habían regalado un libro y un juego de escritorio y Peter y James otro libro y Polvos de Oscuridad Instantanea, respectivamente. Lily me había regalado un colgante y Sophie se había decantado por unas galletas caseras. Remus me había mandado un disco de un grupo muggle llamado Blondie. Nina me mando un jersey lleno de pompones con una nota que decía:

'Porque sé que eres una loca de los jerseys y que eres la única capaz de llevarlo.  N. S.'

Pero mi favorito fue el de Sirius. Era una cajita de madera labrada llena de pequeños objetos que nos eran especiales: una piedra de cuando fuimos juntos a la playa, una ramita de lavanda atada a una rama de té negro, una chapa de una botella de Cerveza de Mantequilla... Iba acompañado de otra nota. 'Feliz Navidad, preciosa. Espero que te haya gustado, a mí me ha encantado recordar todo mientras lo hacía. Te veo esta noche en el baile. Con cariño, Sirius.'

-Esto es para tí. -Alice me tendió un paquete. Lo abrí. Era una bola de Navidad encantada que representaba un bosque en que los animales se movían y la luz se encendía y se apagaba. La abracé con una sonrisa.

-Me encanta, gracias Alice, es preciosa.

-Cómo la Navidad no es eterna (por desgracia) pensé que tal vez te gustaría colgar sobre la cama o algo así.

-¡Qué buena idea! -me levanté y la colgué en el poste de la cama, de manera que la pudiera ver mientras estaba tumbada.

-Mira mi regalo, haber que te parece. -me agaché y saqué un paquete cuadrado-. Espero que te guste. Me costó traerlo desde Hogsmeade, es frágil. -Alice se acercó y lo abrió con mucho cuidado.

-¡Es un gato! -me miró maravillada-. Es precioso. Gracias, gracias, gracias. -me abrazó con fuerza.

En efecto se trataba de una gatita de tan sólo cuatro meses. Tenía el pelaje rayado de colores pardo y blanco, con los ojos cómo zafiros.

-Lysa... -susurró Alice, tomándola en brazos-. Te llamarás Lysa.

*****

Hacia las siete y media comenzamos a prepararnos para la fiesta, pues esta comenzaba a las nueve. Nos bañamos y peinamos con cuidado. Yo dejé que el cabello me cayera por la espalda. Alice en cambio escogió sujetárselo en un moño con el alfiler de plata que le había regalado Frank. Yo llevaba un vestido por las rodillas, de manga larga, color azul medianoche con la espalda al aire y para maquillarme usé unos tonos añiles convinados con otros más claros. Ella escogió un vestido de tirantes, por los tobillos y menos ajustado color cielo, convinado con un collar de plata y unos labios color rosa suave. Ambas usamos unos tacones los míos oscuros y los suyos azules y plata.

-Estas preciosa. -y era verdad, estaba despampanante.

-Mejor dicho, estamos preciosas. -sonreí, esa era mi Alice.

Oímos unos toques en la puerta. Alice murmuró un tímido 'Adelante' y Frank asomó la cabeza, con su oscuro cabello peinado a la prefección. A Alice se le iluminó la cara y Frank entró. "Vaya" pensé "juntos están increibles". Sonrieron y se fueron juntos. A los pocos minutos apareció Sirius, vestido con una chaqueta de gala negra y una corbata roja.

-Wow, estás... -me miró de arriba a abajo, para luego acabar en mis ojos-. Dime que no vas a estropear esto con una túnica. -me eché a reir.

-No, no, yo también me vestiré al estilo muggle.

El Gran Comedor estaba increible. Las mesas habían desaparecido y en el centro se encontraba una pista de baile. Donde debería encontrarse la mesa de los profesores había ahora una tarima para los músicos y a los lados habían unas mesas redondas, con diversos tipos de comida, todos deliciosos. Las paredas estaban decoradas con tonos granate, verde oscuro, plata y blanco. El techo encantado mostraba un cielo plagado de estrellas con una pequeña luna creciente. Sonreí, iba a ser una noche, cómo mínimo, interesante.

Until the very endDonde viven las historias. Descúbrelo ahora