Prólogo.

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Carcajadas, bebidas de todo tipo sobre la mesa y mucha inconsciencia típica de estúpidos estudiantes universitarios de mi edad. Asumo que mis comentarios respecto a esto son un poco superficiales y fuera de lugar.

Pero juzgar ciertas actitudes mientras escribo esto, suena como la actividad más lógica. Viernes catorce de febrero, es San Valentín, y... ¡sorpresa! Me encuentro fuera de casa, bebiendo e ignorando todo a mí alrededor.

Rumores, hay tantos rumores juzgando lo que sucede en mi vida desde hace años, pero lo que más inquieta me pone, es que mis padre... o quienes dicen serlo, no sean capaces de negarlo.

Soy Karol Sevilla... ¿o no lo soy en realidad? Es un puto dilema.

Pero todo señala a que aparentemente soy una Sevilla, perteneciente a una adinerada familia, la heredera, la única hija, el ejemplo a seguir. Me había sentido así durante diecinueve largos y vacíos años.

Y ahora que mi camino como abogada penalista comenzaba a formarse, todo se vuelve asquerosamente extraño. ¿Soy en verdad lo que aquellos papeles señalan?

¿Realmente soy Karol Sevilla? ¿La hija de Patrick Sevilla y Amélie Müller? El mundo dice que sí, ellos no se atreven a hablarlo. Y yo, soy un maldito cúmulo de sentimientos.

Mi padre, un exitoso letrado Alemán, a sus cuarenta y siete años sigue siendo ese tipo de hombre que se roba suspiros de todas las mujeres a su alrededor. Conoció a mi madre en la universidad, ya saben, la típica historia.

El guapo deportista y la tierna porrista.

Mi madre, hija de los dueños de un imperio de bienes raíces, una niña bien en todas las palabras. Y la muestra de que una mujer debe ser siempre exitosa por cuenta propia.

Tuvo una impecable carrera como modelo hasta sus veintiséis años, cuando se casó. Y un año después, me tuvieron a mí. Karol Sevilla.

Actualmente, mi madre maneja el negocio familiar que mis abuelos han dejado en sus manos. Somos una familia extrañamente "exitosa" ¿verdad?

Pues que alguien me explique por qué no me siento así. Hay una parte de la verdad que nunca me fue contada y eso no me gusta.

Los recientes rumores dicen que yo no pertenezco a la familia que durante muchos años creí mía. Y las pruebas para afirmarlo o negarlo, han desaparecido.

ꟷPor favor, Karol. Deja eso y únete a la fiesta que es a lo que viniste.

De inmediato bloqueo mi teléfono, Valentina sonríe. A lo que vinimos es obvio. Pero con todo esto, no logro sentirme a gusto.

Me sentía mejor usando el blog de notas de mi teléfono celular como diario secreto. Suena mejor que unirme a la fiesta de personas que aunque conozco, no considero mis amigos.

Valentina es la única en realidad, y solo porque de alguna rara manera, nos conocimos hace algunos años en un curso de teatro. Fue tan divertido...

ꟷAdivina qué. ꟷse sienta mi lado.ꟷ Tres chicos que no son tan chicos acaban de llegar.

ꟷAdivino, te gustó uno y quieres ligar con él.

Ella asiente, su sonrisita me hace saber lo que espera y con una increíble pereza asiento. Las cosas funcionan así;

Si a mí me gusta un chico y ese chico viene con amigos, Valentina despista a esos mismos amigos mientras yo coqueteo con el chico. Y lo mismo sucede si alguien le gusta a mi mejor amiga.

Y precisamente hoy no tengo ganas de coquetear con nadie, así que vamos por el plan b.

Me pongo de pie, aliso mi falda con mis manos y tomo una de las copas de vino que uno de los meseros paseaba por todo el lugar. Tomo una profunda respiración y con toda la seguridad del mundo camino hacia donde los tres chicos estaban.

Antes De Mí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora