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—¿Cómo me veo? —me detengo frente a él.— ¿Te gusta mi vestido?

—Amor, los vestidos de satén son lo tuyo.

Sonrío, me miro al espejo y aliso mi precioso vestido. Es rojo, muy bonito.

Había desarrollado una obsesión por los vestidos de satén desde la noche de su cumpleaños. Y el que llevo puesto hoy, Ruggero me lo había regalado en mi cumpleaños.

Mantengo mi cabello semi recogido, perfectamente planchado y un lindo broche adorna la pequeña trenza.

Me maquillé tan bien como pude, no soy experta pero me defiendo.

Ruggero pone un abrigo sobre mis hombros. Sonrío y él besa mi mejilla.

—¿Nos vamos?

Asiento, él toma las llaves del auto y tomo mi bolso de mano, juntos bajamos corriendo.

Una vez estamos en el auto me aseguro de tener mis pastillas conmigo. Es probable que no volvamos a casa esta noche así que es mejor estar preparados.

En el trayecto hablamos de la fiesta, de las personas que probablemente estén ahí y de lo mucho que me desagradará ver a Candelaria.

Sea como sea, esa mujer no me agrada y no pretendo que me agrade.

Llegamos al sofisticado salón de eventos, está anclado a una pequeña pero lujosa casa, y eso suena interesante.

—Tenemos habitaciones cerca. —insinúa divertido y me río cuando besa mi cuello.— Esto será interesante.

—¡Ruggero! Que agradable sorpresa es verte aquí.

Sonrío tensa, esa mujer no se cansa.

Ni Chiara jodia tanto como la bruja esta.

—Hola, Candelaria. —saluda guardando la distancia.— No sabía que vendrías.

—Bueno, las buenas sorpresas no se dicen.

Ruedo los ojos, qué patética se escucha.

Ruggero le sonríe, se disculpa con ella y juntos entramos al bonito salón. La primera persona que veo es Sofia luciendo un precioso vestido.

La saludo entusiasmada, ella toma mi brazo pidiéndome que vayamos al tocador. Me despido de Ruggero entregándole mi bolso.

Estoy entusiasmada con lo que sea que vaya a pasar.

—Tienes que ayudarme con el pastel, ya Valentina se hace cargo de la cabina de fotografías.

—Te luciste. —musito encantada.— Esta fiesta está increíble.

—¿Tú crees?

Asiento, ella sonríe y asegura que con el tiempo fue tomando experiencia para hacer esto.

Y le creo, todo está perfectamente ordenado y luce realmente bien.

La ayudo a recibir el pastel, se ve tan provocativo que quiero probarlo antes del cumpleañero. Pero Sofia golpea mi mano obligándome a salir.

Busco a Ruggero con la mirada, está en la mesa más grande con Agustín, Valentina, Agustina, Candelaria y quieres supongo son los padres de Maxi porque Sofia los saluda con entusiasmo.

Me acerco besando la mejilla de Ruggero, él me sonríe señalando una silla a su lado, no tardo en sentarme.

Agustín revisa su teléfono. Sonríe.

—Está a diez minutos de llegar.

—Voy por el regalo. —musita Sofia.— Agustín, que toquen la canción de cumpleaños apenas entre.

Antes De Mí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora