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—Pero mira nada más que preciosa te ves, mejor amiga. ¿Algún motivo en especial?

Sonrió, toco mi gorrito de lana y señalo mis guantes. Los adoro, es todo.

Hoy había decidido ponerme linda, un bonito vestido de lana, mi gorrito de lana, mis guantes y bonitos zapatos. Aguantaría el frío con tal de verme linda hoy.

Mi cabello totalmente planchado caía por mi espalda, maquillaje sencillo y el mejor de los perfumes que mamá me recomendó esta mañana.

—¿Y este gorrito? Está lindo y no te lo había visto.

—Es que lo adquirí apenas ayer. —explico mientras caminamos dentro de la universidad.— Tengo tantas cosas que contarte, amiga.

—Pues comienza que tenemos las dos primeras horas libres.

Asiento, pido que vayamos a la cafetería para poder estar tranquilas. Y en cuanto llegamos, pide algo similar a un desayuno mientras yo tecleo en mi teléfono asegurándole a mamá que hoy si saldré con Alania a dar una vuelta.

Le pido que tenga lista a la niña y que le pida comportarse bien. A las dos y media pasaré por ella.

Finalmente llega el pedido de mi amiga, me. Me acomodo mi lugar. Y con una gran sonrisa en mi rostro digo;

—Ayer estuve con quien tú ya sabes hasta las nueve de la noche que me dejó en la puerta de mi casa.

—Con razón no contestabas mis mensajes, estúpida. —reprocha.— Y, qué lindo. Muchas felicidades. ¿Qué decidieron

—Hacer caso omiso a todas las reglas que nos impiden vernos como algo más que maestro-alumna. —explico emocionada.— Y ayer hablamos toda la noche hasta que me quedé dormida.

—¿De verdad?

Asiento, ella le da una mordida a su tostada y levanta su pulgar en señal de que le parece muy bien. Sonrío.

Le cuento la escena de la escena de los jabalíes y cómo él se burló de mí. No noto que estoy hablando tan emocionada hasta que Valentina me detiene, se ríe.

Me hace ver que sueno extremadamente ilusionada pese a que se trata solamente de un encuentro casual. Asiento, y no puedo negarlo.

—Es que como se lo dije ayer. Yo no puedo asegurarle que no voy a enamorarme porque eso simplemente sucede. —explico.— Y él dijo lo mismo. Ahora empezamos como dos conocidos que se buscan para tener encuentros sexuales, pero no siempre los tendremos, van a existir ocasiones en las que salgamos como sucedió ayer. Vamos a ser dos personas conociéndose, y si el amor llega, yo no voy a negarme ni él va a negarse.

—Me alegra que finalmente hayas encontrado a alguien maduro, amiga. Ya bastante falta te hacía.

—Cállate, estúpida.

—Cállame. —propone divertida.— Ya en serio, te felicito. ¿Cuándo volverán a verse?

—No sé, no he vuelto a saber de él desde que desperté. —explico.— ¿Y tú con Agustín?

—Pues creo que él buscaba solamente un ligue. —se encoge de hombros.— Ayer respondió mi mensaje, y su única respuesta fue un... Estoy ocupado. Y ya, no hubo un te llamo luego o que buena noche tuvimos. No hubo nada.

—Lo siento, amiga.

—¿Sentirlo por qué? Tuvimos buen sexo y ya está, la vida sigue.

—Bueno. —me río.— ¿Me acompañas esta tarde?

—¿A dónde vamos?

—Llevaré a Alina a pasear. —explico.— Y, es un buen momento para que te hagas su amiga.

Antes De Mí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora