36

745 143 137
                                    

Es fatigante, literalmente fatigante y quisiera que esto se acabe de una maldita vez.

Todo el mundo preguntando cómo estoy, personas intentando ser empáticas y murmuros a mis espaldas. Vaya, realmente estoy harta de esto.

Estoy sentada en el balcón mirando a mis primos jugar en el jardín, a mis tíos intentando prender la parrilla y a mi abuela hablar con sus nueras mientras preparan comida.

En dos ocasiones me gritaron que me bajara de aquí, pero les aseguro que estoy bien. Solo los estoy observando, no intentando matarme delante de toda mi familia.

Realmente necesitaba despejar mi mente y dejar de pensar o pasar por este estúpido malestar.

Los dos últimos días había tenido pequeños accidentes por llamarlos de alguna manera. El hecho es que, me había salido sangre en tres ocasiones.

Y aunque no se cansan de preguntar, ya les he dicho que no siento dolor. Ni el más mínimo.

Me he cansado de decir que estoy bien, muy bien.

Bien, traicioné a la única persona que me ha amado en la vida, perdí a mi mejor amiga y sé que eso está mal.

Pero no puede dolerme.

Y no sé si esté bien o mal, solo acepto lo que me tocó y ya.

No puedo seguir torturando mi mente por esto. No puedo pretender nada después de lo que escuché de Valentina.

Me pagaron con la misma moneda, y no puedo ni siquiera pensar al respecto.

—Oye, es mejor que te bajes de ahí, tu mamá va a tener una crisis. —susurra Alvaro entrando al balcón.— ¿Cómo estás?

—Bien. —admito.— Estoy bien.

—Prima, ¿pensaste en lo que te dije?

Me río, Alvaro ha dicho muchas cosas. Tantas como Thomas, Giovanna o Leijany han dicho.

Pero lo respuesta es sencilla;

No quiero visitar un psicólogo porque evidentemente, nada malo me está pasando.

Solo canalicé lo que sea que me suceda en algo positivo. Y eso es, practicar deporte.

O bueno, apenas voy empezando, pero me va bien.

Sin duda mis padres hicieron bien al enviarme a Alemania.

Tengo una bonita habitación con vista al jardín, un balcón en el que puedo descansar, una casa en la que puedo hacer ejercicio donde sea. Estoy bien aquí.

Si, Alina y mis padres dicen extrañarme, pero las video llamadas han opacado un poco ese sentimiento que ellos tienen.

Estoy bien, no dejo de repetirme y repetirles eso.

—No iré, tengo que hacer cosas como ignorar que mi familia piensa que me voy a volver loca porque no me han visto llorar en mucho tiempo. —digo burlona.— Norteamericano, los que están mal son ustedes.

—Bueno, rompiste con Ruggero, hace solo días escuchar ese nombre o el de la rubia te afectaba a tal punto de negarte por lo menos a respirar, pero desde que Valentina te visitó, tú simplemente....

—Entendí que probablemente yo no sea la única persona con una mente retorcida. —lo corto.— No lo digo por mi, pero si se supone que decidieron perdonar a Agustín es porque lo que les hicimos no dolió, entonces no entiendo por qué le hicieron eso.

—Aún no te creo.

—Bueno, eso suena terrible.

—Es que, Karol. Antes de la visita de ella estabas mal, llorabas, te quejabas..., te dolía.

Antes De Mí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora