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No sé por qué nos estamos riendo. Pero las miradas de las personas ya comienzan a fastidiarme.

Ni siquiera sé en dónde están Ruggero y los demás. Pero Agustín parece ser un excelente compañero de risas.

Se merece un premio es más.

Había venido a la playa sin Ruggero porque él estaba cansado por el viaje y yo necesitaba tomar aire. Me estaba asfixiando y las pastillas no me parecían suficientes.

Luego vino el agobio, demasiado agobio. Y cuando creí que tendría una crisis ahí mismo, vino a Agustín y me ayudó a tranquilizarme.

Ni siquiera sé por qué me puse así.

Pero ahora sé que fue malo y que acabo de superarlo mientras me río a carcajadas con él.

Estamos tirados en la arena riéndonos de no recuerdo qué mientras el agua moja nuestros pies.

—Basta, nos están mirando muy raro. —musita deteniendo su risa.— ¿De qué hablábamos?

—Dijiste que... ¿Qué dijiste?

Una nueva carcajada se escapa de sus labios y me contengo para no reír también mientras me siento en la arena.

Hace mucho calor y no llevo nada más que mi traje de baño puesto. Me siento estafada.

—Hey, mira. Ahí están. —señalo a Ruggero y Valentina que caminan hacia nosotros.— ¿Le hiciste algo a mi amiga?

—No, ¿por qué? —se sienta a mí lado.— Se ve molesta. Pero Ruggero también así que apuesto a que discutieron.

Me encojo de hombros. Y en cuanto los noto más cerca, me pongo de pie.

Sacudo la arena de mis shorts y camino hacia Ruggero. Agustín viene detrás de mí, y cuando me empuja burlón le devuelvo el gesto.

—¿Qué estaban haciendo? —pregunta Valentina. Confundida la miro.

—¿Qué te pasa?

—Llevan dos horas afuera, juntos.

—¿Si? Creí que eran más. —dice Agustín y me río. Pero ese gesto desaparece cuando miro a Ruggero.

—¿Qué?

—Ven conmigo.

Dicho esto me toma del brazo y comienza a caminar hacia no sé dónde. Me quejo porque está usando demasiada fuerza y eso me molesta.

Le hago saber que me duele pero parece no escuchar lo cual me molesta aún más. Y por eso mismo me suelto de su agarre y lo miro.

—Me estás lastimando. —le recuerdo.— Y puedo caminar sola, gracias.

—¿Qué mierda haces, Karol? Es mí mejor amigo.

—¿Cómo?

¿Está insinuando que Agustín y yo...?

No, yo lo mato.

—Voy a creerle a mi mente que dice que amaneciste de mal humor y no voy a tomar en cuenta la estupidez que intentaste decir. —musito de mal humor.— Eres un estúpido.

—Giovanna dice que los vio a ambos salir de...

—Giovanna. —me río.— Es estúpida tenía que ser.

—-Oye, cálmate.

—No, que se calme ella. —me contengo para no gritar.— Es una estúpida, y tú eres más estúpido aún por creerle.

—No te he dicho ni siquiera qué dijo.

—Pero si está clarisimo. —reclamo.— ¿Realmente intentó sembrar dudas en ustedes? ¿Pero quién crees que soy, Ruggero? Si voy a engañarte obviamente no será con tu maldito mejor amigo.

Antes De Mí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora