Adamantina, el paraíso para muchos y el hogar de otros pocos. Sitio turístico complicado al cual viajar para quienes viven en reinos, pero el mejor al cual ir si se tiene la oportunidad. Gran territorio en donde podías encontrar desde un hermoso sitio tropical hasta el más caluroso desierto, todo dentro del mismo Adamantina.
En donde los animales podían ir libres sin miedo a ser cazados de forma furtiva, echar raíces y vivir como la misma naturaleza les dicta vivir. Igual que la gente de los pequeños pueblos quienes vivían sin el miedo de una cercana guerra ni que sus reyes vengan a cobrarles impuestos. Ellos vivían por, en y para la naturaleza misma. Por ello es que gente como Ibara solía caminar en grupos cuando el astro nocturno se encontraba en su máximo esplendor (Luna llena) desde sus aldeas hasta una de las montañas más grandes de su territorio.
En ella se hallaba una cueva irreal con luz propia de gemas únicas de Adamantina, vegetación y fauna igualmente únicos que ni siquiera fuera de la cueva se podían hallar. Era llamada como "Puente de vida" pues sentían una mayor conexión con sus dioses en ese sitio en fechas así, mientras caminaban a ese sitio solían cantar a coro pareciendo ángeles llamando a su superior. A ojos de los demás pobladores, quienes no compartían la misma especie, les parecía hermoso. Un ritual especial con años de disciplina y tradición.
Ibara iba casi de las primeras alzando sus brazos al cielo concentrándose en su bello canto y en sentir cada toque de la naturaleza. Desde el viento rozar su cuerpo y mover su cabello hasta los tactos de sus piernas o brazos con los arbustos, monte alto y plantas que se encontraban en su camino. Con una actitud admirable, seria y entregada.
Todo lo contrario a Kora.
Éste corría detrás de un animal que había encontrado metros atrás, una especie de mezcla entre un conejo y un gato para nuestra dimensión, pero para ellos eran los Chakal, pequeños seres asustadizos y curiosos. Solían observar a los pobladores desde una distancia prudente, las crías solían ser un poco más sociables pues eran quienes se acercaban a las crías de los pobladores para jugar y ser acariciados. Y eso era lo que quería Kora, acariciar uno, pero no una cría. No, él siempre había querido abrazar a uno adulto, le encantaba que fuesen grandes y esponjosos.
— ¡Ven aquí! ¡No te haré daño, lo juro! — Pasaba entre la gente que caminaba hacia la montaña, éstos no detenían su canto ni volteaban a verlo. Ya estaban acostumbrados a su actitud, lo veían como otra prueba más mandada desde las alturas. Si lograban mantener la concentración a pesar de tener a Kora gritando y corriendo por ahí, es que veneraban a sus dioses con alma y cuerpo.
No fueron ellos quienes habían pensado en eso como una prueba. Ibara había sido quien se los compartió pues solían parar el canto para regañar al menor o usar su magia para castigarlo. Sí podían usar su magia, aún lo hacían de vez en cuando mientras hacían su recorrido, pero no para lanzarlo lejos como en antaño sino para mover con delicadeza plantas o animales en su trayecto sin dejar de cantar, no querían lastimar a ningún hijo de la vida en su camino.
— ¡Ibara, atrápalo! ¡Lo tienes cerca! — gritó entonces Kora al notar que el Chakal había corrido cerca de la chica, ella no respondió, pero aún así usó su magia de plantas para atrapar con cuidado al animal quien se movía inquieto tratando de escapar — ¡Eso! Gracias — se acercó a tomar al Chakal en brazos, la joven lo dejó ser. Si con eso se quedaba quieto entonces valía el sacrificio, además, sabía que no le haría daño.
Ibara confiaba en él como muy pocos lo hacían, en realidad eran contados. La gente veía en él solamente a un joven siervo de un dios desterrado, un hijo del mal que se esforzaba por ser alguien de bien cuando no le quedaba. Al menos lo que ellos pensaban, pero ella podía ver más allá de lo que la diosa de la vida le planteaba. Kora era especial, sí. Es bendecido por el dios de la oscuridad, la destrucción y la muerte, sí, también eso era correcto.
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El misterio de Nihara ❪KatsuDeku❫
FanfictionLas guerras entre reinos vecinos y conquistas por territorios nuevos aún siguen al igual que muchos misterios de Bhanga a la espera de ser resueltos por el joven humano foráneo llamado Midoriya Izuku, un joven de espíritu determinado con un gran val...