XVII

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Yaoyorozu llevaba un buen rato dando vueltas casi en el mismo sitio mientras esperaba fuera de la habitación del príncipe a que éste diera indicios de estar despierto, llevaba consigo algunas de las ropas que esperaba aceptara a probarse. Sólo tenían ese día para terminar los últimos detalles para la ceremonia de matrimonio, a ella le había tocado el vestuario del príncipe mientras que a las demás les tocaba la comida que se daría en el gran salón, la ropa del rey, la lista de invitados y los preparativos para el festival.

Aunque sentía que ella era parte de todos los preparativos, no podía evitar dar consejos o ayudar a quienes pasaban con cosas frente a ella mientras esperaba. Sentía cómo desesperaba con cada minuto que pasaba, pero debía ser paciente. Calmarse y confiar en que el príncipe despertaría en cualquier momento, de todas formas era muy temprano aún. 

Después de un rato logró escuchar un ruido, muy bajo, pero perceptible para ella. Tocó la puerta pidiendo permiso para pasar, algo que se le fue concedido casi de inmediato, al entrar no pudo evitar sonrojarse. No por haberlo visto en paños menores sino por lo adorable que se veía, era demasiado para ella. Su cabello más alborotado de lo normal, tallando su ojo mientras parecía luchar por no bostezar, con ropas un poco más grandes para su talla y envuelto en sábanas.

"Es sólo un niño" pensó antes de dejar las ropas sobre un sillón marrón del lugar y caminar hasta él para ayudar a arreglarlo. Solía tocarle solamente vestir al rey para el festival o salidas importantes, por ello había creado un hábito de realizar esa tarea inmediatamente después de que éste se halla despertado pues en un estado somnoliento el rey es más calmado, dócil.

Pero parecía que no había necesidad de ser así con Izuku quien era un buen niño y se dejaba hacer, le hizo probarse algunas ropas y terminó escogiendo una camisa blanca con un chaleco verde similar al que solía usar cuando era un mago más del ejército de Bakugo. Un pantalón marrón, guantes blancos y sus tennis rojos, esto último siendo por petición del príncipe.

Se tomó su tiempo para peinarlo, quería platicar un rato con él, saber qué pensaba sobre el evento, sobre Katsuki y todo lo demás que estaba por venir. Estaba preocupada, eso era más que evidente. A sus ojos Izuku era sólo un pequeño niño siendo desposado por un rebelde adolescente, sabía que ambos estaban enamorados, pero no podía evitar pensar de esa forma.

Conocía más que nadie los instintos de los Bakugo y la forma de ser del rey actual, no en vano había servido a la familia desde el rey Vherot, a su hijo Masaru y por consiguiente a Katsuki. Les había visto crecer, formar familias y morir. Temía que el pequeño no pudiese soportar la noche después de la ceremonia. Su rostro enrojeció con la idea.

"Oh, mi niño. Por favor resiste" se dijo a sí misma pidiendo por él quien ahora mismo sonreía agradecido por la atención que le daba. Su especie tenía la capacidad de vivir por mucho tiempo dependiendo de ciertos factores, entre ellos estaba el ir de vez en cuando a un lago escondido para la mayoría de otras especies, uno bendecido por la diosa de la vitalidad y el agua. Un lago capaz de rejuvenecer y sanar almas, pero ¿Y el pequeño? Él le había comentado anteriormente que sólo contaba con dieciséis años.

¿No era acaso un bebé? El rey realmente era muy mayor. Solía mover un poco su cabeza tratando de sacar esas ideas negativas de su mente, si el rey y él eran felices juntos entonces apoyaría la relación como lo hizo en su momento con el Rey Masaru y la Reina Mitsuki quienes también fueron en contra de las tradiciones familiares para ser felices juntos.

Ahora que lo pensaba, también estuvo preocupada por Mitsuki ya que sentía que no podría soportar tanto... amor... de Masaru tras la ceremonia, pero lo logró e incluso trajo consigo felicidad al pueblo con el nacimiento de Katsuki. Sí, confiaría en ellos.

El misterio de Nihara ❪KatsuDeku❫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora